Mi Tutor Es Mi Cuñado✔

Capitulo 37: El señor y la señora Pushtand

¡NOTA AL FINAL IMPORTANTE!

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Abro mis ojos, nuevamente en la cama de Franco, muevo mis brazos por ella y me relajo al sentir el cuerpo de él a mi lado.

Anoche cuando llegamos estábamos agotados, fue solo tocar la cama para caer rendidos. Aún me costaba superar que mi vida era así de caótica, antes de acostarme me metí en el baño y le marque a mi madre pero denuevo me dió a buzón. Me había planteado la idea de ir a esa casa en busca de mi mamá pero luego franco me dijo que sería algo peligroso encontrarme con Juan.

Así que me decidí por hacerle caso. Me levanto despacio y camino en pijama hasta la cocina para preparar un rico desayuno. La veo a Juana, madre de Franco, haciendose algo.

–¿Necesitas ayuda?–me acercó despacio a ella para no asustarla.

–Oh, hola querida, si pásame las tazas–me saluda alegre, señala una puerta del mueble dónde supongo están las tazas.

Hago caso y en silencio le pasó lo que me pidió.

–No los oí llegar anoche ¿Cómo les fué?–me saca un tema.

–La pase de maravilla, de verdad necesitaba este respiró–aseguro.

–Me alegró, Franco tenía mucha ilusión por sacarte de aquí–me comenta con una tímida sonrisa.

Comienza a colocar el desayuno de su hijo en una bandeja, quiere que se lo lleve a la cama y yo con tal de no contradecirla asiento gustosa.

–Si, Franco me hace mucho bien–le digo con la bandeja en mano refiriéndome a lo que me dijo anteriormente.

–Y tu a él, nunca había visto a mi hijo tan felíz con alguien–me dice sosteniéndose de la silla.

Me doy la vuelta para irme pero antes me detiene tomando mi mano.

–Si llegó a faltar, por favor cuida a mi hijo–me mira con ojos suplicantes, llenos de tristeza.

–Usted estará ahí para franco ya que pasará todo esto, pero en caso de que no suceda no se preocupe ahí estaré–le respondo tomando su mano aún más fuerte.

Está queda conforme con mi respuesta y me deja seguir. Cuando llegó a su habitación lo encuentro igual de dormido que cuando me fui, río al ver la carita que tiene. Está tan despreocupado, así debería ser siempre.

–Fran, despierta..–comienzo a removerlo despacio.

Dice algo en un murmuro y le da la espalda. ¡ME DA LA ESPALDA!

–¡¡ARRIBA, AHORA!!–grito en su oído y este se sobresalta.

Escanea alarmado todo, su mirada repara en mi que me estoy riendo de su reacción. Su semblante se relaja.

–Te traje el desayuno–digo señalando la bandeja.

–No debiste, me vas a mal acostumbrar–dice acercándose juguetón a mi.

–Alto, ve a lavarte la boca, ahora–demando frenandoló a centimetros de mi.

–Tu si que sabes cómo cagar el momento–me dice este haciéndome caso.

Lo veo volver ya con su cara y boca lavadita. Río internamente al verlo volver tan decepcionado, así que así nomás sin contenerme me lanzó a sus labios. Se sorprende pero me recibe feliz, cómo es el de costumbre.

–Hoy buscaremos pruebas contra Juan–me suelta acomodándose para así desayunar.

–¿Cómo?–lo miró confundida.