Capítulo Doce.

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El calor era insoportable.

Su temperatura corporal había subido tanto que Yuta y SiCheng ya habían mojado todos los pañuelos del departamento para ayudarlo. Su idea no resultó, su calor venía desde lo más profundo de sus entrañas. Desde su lobo interno, que gemía llamando a su alfa para buscar una liberación.

SiCheng arrugó la nariz, notoriamente incómodo ante el olor dulcificado del omega.

Los tres se encontraban en el sofá. Estaban viendo una maratón de películas cuando, de la nada, TaeIl empezó a soltar feromonas dulces y atrayentes, mientras su cuerpo se calentaba a tal punto que rozaba los límites de la fiebre.

Inmediatamente, Yuta tomó el bolso del mayor y buscó los supresores en él, mientras SiCheng trataba de tranquilizarlo dentro de lo posible. El japonés sabía que su pareja debía estar haciendo un esfuerzo titánico, pues siendo omega intentaba tranquilizar a otro omega en celo, sabiendo perfectamente lo delicado que era.

Minutos después de que TaeIl se tomara los supresores, los dos extranjeros se dieron cuenta de que algo estaba mal. Su celo no se amainaba. Su olor tampoco se guardaba, y sufrían el riesgo de que un alfa los rastreara desde fuera e intentara entrar en el departamento.

Yuta podía luchar contra un alfa, pero ganarle a uno que estaba sumido en sus instintos era imposible. Ellos sólo pensaban en calmar su sed y calmar al omega que pedía a gritos ser marcado.

TaeIl jadeaba. Su rostro estaba cubierto por un sonrojo que abarcaba desde sus orejas hasta su entrecejo. Sus labios estaban rojos y algo maltratados de tanto morderlos. De sus ojos salían pequeñas lágrimas necesitadas. Los chicos jamás lo habían visto tan sumido en sus instintos omegas. Incluso el simple roce de la superficie del mueble lo hacía gimotear en voz baja. Sus celos siempre fueron del tipo tranquilo, donde su omega sólo rogaba por atención y mimos todo el día. Nunca había tenido esta necesidad cruda de ser llenado, de tener a un alfa y satisfacer ese deseo que apretaba en lo más profundo de su ser.

Yuta se levantó. Su cerebro maquinaba muchísimas ideas sin concretar una en específico. Obviamente, la primera opción que tenía era llamar a Johnny, el alfa de TaeIl. Él era el único capaz de calmar el celo del chico. No obstante, Yuta no confiaba en el alfa, no ahora que el celo de su mejor amigo era tan fuerte que hasta el mismo beta se estaba sintiendo mareado. Por mucho que John fuese un alfa dulce y ejemplar, no significaba de dejara de ser un alfa. Sus instintos le ganarían, y Yuta no quería ser testigo de cómo marcaban o lastimaban a su amigo sin su consentimiento.

A pesar de esto, el japonés se estaba quedando sin ideas. Los supresores no funcionaban, y tampoco podía sacarlo de allí porque sería un suicidio. Entonces, ¿qué podía hacer?

—Llama a John. —SiCheng gruñó a través de su garganta apretada, como si pudiera leer el conflicto mental del beta. Su omega se estaba sintiendo cada vez más retraído y amenazado.

—Pero, Winnie...

—Hazlo, Yuta. —el chino lo miró, y el japonés recién cayó en cuenta del esfuerzo sobrehumano del omega. Se veía como si estuviera a nada de salir corriendo de allí. Su omega se estaba sintiendo inseguro por la presencia de su pareja ahí, donde había otro omega en celo—. Sólo nos queda confiar en John. No tenemos más opciones.

Yuta no quería admitirlo, pero su pareja tenía razón. TaeIl necesitaba John, y con mucha urgencia.

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Bitter. [JohnIl] [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora