Bitter. [JohnIl] [CANCELADA]

Capítulo Seis.

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¡Mátalo! ¡Él lastima a nuestro omega!

YoungHo respiró hondo, tratando de no verse tan tenso ni tan afectado por la repentina visita. Tenía muchísimas ganas de golpear en dirección al intento de alfa, pero tenía que controlarse. En primer lugar porque no quería ir a la cárcel, y segundo porque no le causaría más problemas a TaeIl.

¡Mátalo, mátalo! ¡Arráncale el cuello!

—¿Chico? —el hombre arqueó una ceja, confuso e impaciente ante el silencio del menor.

—Lo siento, señor. —respondió rápidamente YoungHo, sonriendo lo más inocente que podía. ¡Disimula, idiota!—. Estoy sorprendido por su visita, ya sabe que este barrio es muy tranquilo. ¿Necesitaba algo de mí?

KinJong bufó.

—Necesito entrar en su departamento.

—Uh, ¿por qué? —cuestionó intentando no fruncir la boca en gesto burlón. Ese hombre ni muerto entraría en su hogar.

—Investigaciones policiales. —el oficial se precipitó hacia la puerta, probablemente pensando que podía derribarla, y llevándose una gran sorpresa cuando John lo detuvo sin vacilaciones.

—Con todo el respeto, señor, no creo que esa sea suficiente excusa. —el americano apoyó todo su peso en la puerta, mirando directamente a los ojos del adulto. Le superaba en altura, sí, pero él tampoco era demasiado pequeño. Casi sonrió con sorna cuando lo vio tragar saliva—. Es ilegal irrumpir en propiedad ajena, ¿sabe usted? Hasta que no traiga un permiso firmado por la corte, y avalido por el gobierno... lamento decírselo, pero no lo dejaré entrar. Tenga buenas noches.

Retrocedió unos pasos lentamente, esperando otro arrebato más agresivo de parte del mayor. Sonrió burlón al no tener ningún tipo de reacción y finalmente, cerró con llave la puerta del departamento. Al instante, todos sus músculos se destensaron.

Suspiró, toqueteándose el cuello, sintiéndose terriblemente incómodo ante el deseo asesino que se había apoderado de él. John no era así, él nunca le desearía el mal a nadie.

Pero ese hombre en serio merece que un camión le pase por encima.

Cuando volteó para redirigirse a su destino original, se sorprendió al ver a TaeIl parado allí, en el espacio que iba desde la sala hasta el pasillo que conectaba los cuartos. Sus ojos estaban cristalinos debido a algunas lágrimas retenidas, pero su sonrisa... Dios, su sonrisa era tan abierta, tan hermosa, que el alfa se sintió cálido en todas partes y con el aliento atorado en la garganta.

—¿TaeIl?

El aludido caminó apresurado los pasos que los separaban hasta abrigar al alfa entre sus brazos, rodeando su cuello y parándose de puntillas para alcanzar su altura. John correspondió el gesto, agachándose un poco para tener toda la esencia de ese precioso ser.

—Eres un alfa excepcional. —murmuró el omega con voz inestable—. Lo estás haciendo bien en todos los sentidos, yo... estoy orgulloso de ti, alfa. Gracias por protegerme.

El alfa interior de YoungHo ronroneó, extasiado.

Existía el estereotipo de que los alfas no sentían nada, o eran bastante fríos con sus omegas, lo cual era una mentira muy cruel. La mejor manera de mimar a un alfa es adulándolo, dejándole saber que su trabajo está bien hecho. Acicalar su ego era la forma de hacer sentir a un alfa muy amado. Ellos se desvivían por su manada. Por empeñar el papel de protector, guía y cabeza de su grupo. Era difícil para ellos asimilar el amor, al menos, no de la forma en la que los omegas o incluso betas lo hacían.