Capítulo Trece.

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Al día siguiente, Johnny se levantó envuelto en un calor recorfontante.

Somnoliento, decidió que no se levantaría de ahí. Se sentía cómodo, mimado y en paz. Con una tranquilidad que agradecía luego de todos esos días llenos de emociones fuertes.

Todo era gracias a TaeIl, por supuesto.

El omega le ofrecía ese sentimiento de calma absoluta con su compañía y aroma. John sólo lo necesitaba a él para sentirse pleno. Para sentirse a gusto consigo mismo.

TaeIl lo hacía sentirse feliz.

La conocida melodía de Pick Me, que Chittaphon había puesto hacía unas semanas atrás como alarma rompió con su tranquila mañana, haciéndolo gruñir frustrado. No quería levantarse, pero tenía qué. El doctor Kim lo estaba esperando, y no podía faltar.

Se mofó del cúmulo de sábanas, estirando perezosamente los músculos. Miró sobre su espalda, sonriendo cálidamente al notar a su omega en un sueño tan profundo que incluso babeaba un poco la almohada. Su cabello rojo estaba desacomodado en todas las direcciones. La simple camiseta gris que traía estaba mal acomodada sobre su torso, dejando una parte de su plano abdomen al descubierto. Relamiéndose los labios, el alfa se inclinó hasta rozar su boca a un costado de su torso, demasiado cerca del vientre. Con una risilla traviesa bailando en sus labios, el norteamericano lamió, besó y mordisqueó ese lugar hasta que sintió unas manos acariciar su cabello con lentitud. Subió la vista desde su lugar, sonriendo tiernamente al notar los ojos oscuros del mayor. De nuevo, el omega interior predominaba, no había rastro del tranquilo Moon TaeIl al que John estaba acostumbrado.

—Buenos días, cariño. —moduló, levantándose de allí para dejar besos alrededor de toda la cara de su omega, complacido al escuchar su ronroneo satisfecho-. Necesito que te vayas a duchar, iremos al médico, ¿te parece?

La tranquilidad del omega se esfumó. Ahora se veía incómodo, tratando de encogerse en su lugar inútilmente, pues sus piernas estaban atrapadas entre las del alfa.

—Sin pucheros, shawty. —tratando de no ser brusco, John estiró los brazos del omega, besando el interior de sus muñecas antes de depositarlas en la cama—. Hay algo malo en tu salud, y tenemos que averigüar qué es. Así que, sin réplicas, a ducharte.

El omega arrugó la nariz, volteando la vista con terquedad.

—No seas berrinchudo, pequeño. —rió el alfa. Al notar que el omega no le obedecía, gruñó un poco. Inmediatamente, el mayor estiró el cuello, sonrojándose hasta las orejas—. Es una orden, omega. A la ducha.

Fue casi como si TaeIl hubiese dicho «¡sí, señor!» por la velocidad en la que se levantó de la cama, haciéndolo resbalarse hacia un lado. Con una sonrisa, el afa terminó de levantarse para preparar el desayuno. Les esperaba una mañana larga.

[••••••]

Mark era el nuevo centro de atención de su salón. 

Los médicos habían dicho que, por suerte, la puñalada no alcanzó algo demasiado importante, por lo que sólo necesitaría reposo leve y tomar antibióticos por si acaso.

Dentro de ese reposo leve no estaban las clases de la universidad.

Todo el mundo se alarmó al verlo con el brazo izquierdo enyesado. En el salón, todos escuchaban la historia del alfa canadiense que arriesgó su propia vida para salvar a un omega. Claro que sus amigos exageraban en algunos puntos hasta dejarlo ver como Superman o alguien parecido, y además, a Mark no le gustaba la atención que estaba recibiendo.

Fue como si el aula entera lo hubiese desbloqueado como personaje en algún videojuego. Los omegas lo miraban con ojos soñadores, los betas le sonreían con amabilidad y los alfas le palmeaban el hombro.

Bitter. [JohnIl] [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora