Capítulo Nueve.

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Era de noche.

La luna brillaba por su ausencia, dejándolo todo en una profunda y desquiciante oscuridad. Apenas podía ver por delante de su nariz. La densidad del ambiente hizo que el vello de sus brazos se erizara. Lo único visible era el vaho que salía por su agitada respiración.

A TaeIl la noche no le daba miedo, era sólo unas horas en las que el país completo se privaba de la iluminación que el sol les ofrecía, nada que temer. Sin embargo, había algo esa vez. Algo siniestro que parecía observarle con sus millones de ojos, vigilando cada respiración y cada movimiento con precisión científica.

A pesar de la sensación, continuó caminando. Algo dentro de él le decía que avanzara, que encontraría algo al final del camino.

Vaya que sí lo hizo.

El omega se encontró a sí mismo completamente paralizado, sintiendo que todo lo que había creído hasta entonces era una fantasía y ahora despertaba de un sueño muy largo. Su alrededor de la nada se volvió más nítido: estaba en un bosque. No podía recordar haber caminado hasta allí.

Una figura femenina se postraba frente a él. No podía verla debido a las sombras que tapaban sus facciones, pero algo en su aura lo hizo pensar inmediatamente en un ángel. Aquella mujer tenía que ser bendita.

—¿Hola?

Su voz retumbó en medio del bosque, rompiendo con el silencio ensordecedor que pesaba encima de él como algo corpóreo. Incapaz de abrir la boca, por miedo a que la mujer se espantara, TaeIl sólo tragó saliva.

Finalmente, la hermosa mujer pareció notar su presencia, mirándolo fijamente durante unos minutos. El omega se sintió rodeado de luz, como si aquella mujer le hubiese transferido parte de su magia a él. La sensación era cálida y protectora. Se sentía como estar en los brazos de su madre nuevamente.

—¿Eres Moon TaeIl? —exclamó la mujer, sonando extrañamente sorprendida y sin aliento.

El omega lo veía todo como si estuviera de espectador y no de protagonista. Como si esa escena fuera parte de una película y no la estuviera viviendo en carne propia. Apenas se escuchó a sí mismo decir un vago 'sí'.

La mujer trotó hasta llegar frente a él, haciendo un espectáculo de luces tras de sí, como si un millón de luciérnagas salieran volando detrás de ella, iluminando el bosque con la fuerza de un sol.

Cuando estuvieron frente a frente, TaeIl inspiró aire. Conocía esa hermosa cabellera castaña y esos ojitos gris tormenta.

—¿Mamá? —articuló a través del grueso nudo que cerró su garganta. Su respiración se atascó dentro de sus pulmones, temeroso que ante el primer respiro, la imagen desaparecería.

La mujer solo se acercó para abrigarlo en su cofre. TaeIl convulsionó en medio de un sollozo, incapaz de moverse y sintiendo, a la vez, que se desmayaría si no respiraba bien. Necesitaba calmarse, pero no podía. Su lobo se agitaba frenético en su interior; él mismo sentía que todas células de su cuerpo se electrificaban ante el contacto.

La mujer, al notar su estado inestable, rió un poco, alejándose unos pasos y mostrándole una sonrisa triste y tierna.

—Te vas a desmayar, mi lunita. —dijo, sosteniéndole las mejillas sin borrar la hermosa sonrisa de su cara. Su madre era la mujer más preciosa que conoció nunca. Además de su hermana menor, claro—. Respira hondo, cariño.

Bitter. [JohnIl] [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora