Capítulo Ocho.

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La fuerza de un primer beso es potente.

Cuando vienen de unos labios vírgenes la sensación es más sublime y placentera. No obstante, a pesar de que ninguno era el primer beso del otro, ambos sintieron un escalofrío de puro gozo recorriéndoles. Sus lobos se alzaron en su fuero interno, aceptándose y ronroneando ante el efímero contacto.

Permanecieron segundos eternos con las bocas rozándose, ni siquiera atreviéndose a abrir los ojos. Los labios de TaeIl eran dulces, mucho mejor de lo que John imaginaba.

Aún sosteniendo sus rechonchitas mejillas, el alfa se separó unos milímetros, observando el tierno sonrojo que adornaba la cara de su omega. Sus manos estabas fijas en los hombros del menor, arrugando la tela de la camiseta. Sus nudillos estaban blancos.

YoungHo se acercó para depositar besos mariposa en todo su rostro, mimo al que el omega ya estaba acostumbrado. Sintiéndose bendecido al escuchar la ligera risa del contrario, tuvo la suficiente confianza de probar el dulce néctar de sus labios nuevamente. Fue recompensado con un suave suspiro.

Se separó con suavidad para besarlo otra vez, chocando sus labios, separándose segundos después y repitiendo el proceso hasta que ambos sonreían como idiotas en la cara del otro.

Cuando la sesión de besitos terminó, ambos se separaron, incapaces de borrar la sonrisa de sus caras. John revisó la hora en su reloj para darse cuenta que había pasado casi una hora besando al omega. No se arrepintió en absoluto.

—¿Quieres ir por unos batidos antes de entrar a clases? —cuestionó, sonriendo y pensando que no podía dejar de hacerlo.

El pelirrojo asintió con una sonrisa divertida.

—Hagamos algo. —se acercó hasta el alfa, levantándose de puntillas para picotear sus labios—. Una carrera hasta la cafetería del frente y el que pierda, paga los batidos.

John, que se encontraba distraído por el beso robado, asintió sin prestar verdadera atención a lo que el otro le decía.

—Está bien. A la cuenta de tres. ¡Un, dos, tres, ya!

TaeIl arrancó sin premeditaciones, apenas dándole tiempo a YoungHo de procesar la información. Cuando su cerebro reaccionó, ya el pelirrojo había desaparecido de su vista. Soltó una fuerte carcajada y emprendió una carrera para alcanzar a su travieso omega.

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—Quita esa cara, ¿quieres? Tu felicidad me asquea.

YoungHo rió, sonriendo más abiertamente sólo para molestar al tailandés.

—Parece que ganaste la lotería. —comentó Mark, revolviendo su jugo se sandía con la pajilla—. ¿Nos vamos a Las Vegas?

Chittaphon, al escuchar el comentario, se entusiasmó al instante.

—Díganme hora y tendré la mariconera y un par de Roofies listos.

El alfa mayor le aventó un trocito de manzana al beta, quien lo esquivó habilidosamente.

—No, Mark, no iremos a Las Vegas. —dijo mirando al alfa—. Y no, Ten, no drogarás a nadie con Roofies.

Why not? ¡Es divertido!

I said no.

El beta se enfurruñó.

—Aún no explicas la razón de tu repentina felicidad.

Bitter. [JohnIl] [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora