El compañero de juego

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Toqué la puerta y cuando me indicaron que pasara, lo hice. Un doctor algo más joven de lo que esperaba estaba adentro de la oficina. Debo decir que no cumplía con lo que esperaba de un psicólogo de aquí, primero, no era un anciano aburrido, segundo no vestía una bata blanca, eso realmente me decepcionó; tenía tatuajes y su ropa no era exactamente formal.

Sé que puede parecer que sigo mucho los estereotipos, y pues sí, pero aunque no lo hiciese, el tipo que tenía enfrente en serio no parecía un psicólogo, o psiquiatra, o lo que sea.

El tipo me hizo un gesto para que me acercara a una silla que estaba frente a él. Mientras caminaba le di una vista rápida al lugar, tenía un par de títulos colgados en las paredes, un tablero para dardos, un librero, también se veían varias cajas de cartas de póker en los estantes, varias sillas y sillones. Al menos una parte cumple con mis expectativas de lo que iba a encontrar aquí.

Cuando me senté él me sonrió, sacó un expediente de su escritorio y lo colocó sobre este, empezó a buscar un lapicero, pero parecía que ninguno le funcionaba. Estuvo probando con varios hasta que al fin uno de ellos se dignó a cumplir con su función.

- Y bueno, ¿te llamás Manuel cierto?- dijo levantando la vista de su carpeta y poniéndola en mí, yo solo moví mi cabeza afirmativamente- excelente, bueno, yo me llamo Alejandro, voy a ser tu psicólogo durante tu estadía aquí, que esperemos no sea muy larga y no se vuelva a repetir.

Yo solo sonreí en su dirección, tenía un tono cordial pero amigable a la vez, aunque a pesar de eso no me daba muy buena espina, no sabía por qué, tal vez porque lo veo como parte de esas personas que quieren cambiar quién soy y qué me gusta, pero no sabría decirlo con certeza, no me inspiraba confianza.

- Y bueno Manuel- dijo uniendo sus manos en su escritorio y apoyando su mentón en estas-. ¿Te parece si comenzamos- se levantó de su silla y se sentó de nuevo en una cerca del típico sillón de consultorio de psicólogo que salen en las películas.

Yo me levanté y me senté frente a él mirándolo fijamente, solté un suspiro y le dije:

- ¿Acaso tengo opción?- parece que mi comentario le causó gracia, porque vi como sonreía y soltaba una risita.

(...)

Al fin había llegado esa infernal hora a su fin, no sé como iba a tolerar tres de esas cada semana, fue horrible. Sé que dicen que esas mierdas sirven para solucionar tus problemas, pero a mí no me ayudó ni un poquito. Me siento estafado.

Me despedí del tipo ese, y le dediqué una sonrisa muy falsa, después de una hora me había cansado de fingir y me mostré tal cual me sentía por el tiempo que había compartido con él.

Abrí la puerta y del otro lado estaba Valentín, apunto de tocar la puerta, literal, hasta tenía su manito levantada.

- Hey Manu, ¿también vas con Ale? Que genial, compartimos hasta el psicólogo- dijo con su sonrisa que no se iba nunca. Excepto con el juego de cartas.

- Ah sí, increíble- dije sin ganas, la verdad es que con Valentín no me daban ganas de ser falso y fingir todo el tiempo.

- ¿Qué? ¿No te cayó bien?- dijo confundido, frunciendo sus cejas.

- No en realidad, pero no te preocupés por eso, mejor entrá, que me parece que vas a llegar tarde si te quedás aquí hablando conmigo- dije dándole el espacio para que entrara al consultorio de ese.

- Naah, no te preocupés- dijo tratando de restarle importancia y me pareció que iba a seguir, pero se vio interrumpido cuando Alejandro abrió la puerta.

- Valentín, ya es hora, no podés llegar siempre tarde- dijo abriendo la puerta para que Valen entre, el nombrado me dio una sonrisita y un guiño antes de empezar a caminar para entrar al consultorio.

San Maximiliano (Wosplik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora