San Maximiliano (Wosplik)

Ojos azules

Las puertas negras del hospital San Maximiliano me daban la bienvenida, mientras mis padres se despiden de mí y me alejan de toda mi vida al dejarme en este lugar, creyendo que eso va a solucionar los problemas que creen que tengo, como mi "drogadicción".

Hace dos semanas encontraron una bolsitas con marihuana en mi cuarto, mientras yo salía con mis amigos. Ese día cuando regresé a casa mi mamá lloraba abrazada a mi papá, y este me miraba con suma decepción. Yo no entendía nada, hasta que vi las bolsitas en la mesa. Traté de explicarles pero no me dieron tiempo, pronto el sermón de mi padre se hizo presente, acompañado al fondo con los sollozos de mi madre y frases como: "¿pero qué hicimos mal?" Y más de ese tipo.

Al final luego de semana y media de estar castigado, encerrado en mi cuarto viendo el techo y tratando de razonar con ellos, sin éxito, me dijeron que me cosiguieron una plaza en un hospital de rehabilitación, para que supere "mi problema".

Les valió un huevo la explicación que podría darles, lo que me dolió bastante, no me dieron ni la oportunidad de defenderme. Aunque no había mucho que defender, lo que vieron era mío, pero alguna mentirilla bien ejecutada tal vez me hubiese salvado de terminar aquí.

Un enfermero abrió la puerta y me sonrió, tratando de parecer amable, pero noté su falsedad y lástima, no engañaba a nadie. Sin embargo, ya que mis padres me estaban presionando porque me portara bien, fingí amabilidad igual que él, aunque creo que a mí me salió mejor, no por nada estaba en el grupo de teatro en mi colegio.

Él nos llevó a hacer un tour por el hospital, cargar con las maletas ya me estaba cansando, no entiendo por qué no nos llevó primero al lugar donde iba a dormir y luego a su estúpido recorrido. Pero no, nos mostró el comedor, las salas de recreación, ¡hasta el puto patio! Y luego mi habitación, un par de pequeñas camas con sábanas blancas y una almohada del mismo color en cada una. El resto de la habitación era del mismo color blanco, ya me tenía asqueado, creo que de aquí voy a salir más loco.

Luego de eso me hicieron quitarme mi cinturon, al igual que todos los cordones de mis zapatos, y cualquier objeto que pudiese resultar "peligroso" para algún paciente. Y luego de tal usurpación, mis padres se despidieron de mí con un abrazo, dejándome solo en este feo lugar, vi sus ojos esperanzados al dejarme aquí, llenos de ilusión de recuperar a su hijo sano, que ni en sueños probaría ningún tipo de droga.

Cuando se fueron me tiré a la que sería mi cama por un tiempo, siguiendo la misma rutina de días atrás cuando estaba castigado en mi habitación, a los minutos de estar viendo el techo con ganas de saltar por la ventana, apareció otro enfermero, que me trajo un panfleto con mis horarios y donde sería cada sesión.

Tenían el desayuno a las siete de la mañana, terminaba a las 7:50, tenían diez minutos libres para lavarse los dientes y llegar a los salones para la terapia grupal a las 8:00, luego a de las 9 a las 11:30 tenían horas de recreación, tenían muchas de esas, mientras algunos iban a sus sesiones privadas con los psiquiatras; a las 11:30 tenían un almuerzo de una hora, luego a las 12:30 tenía su terapia privada, terminaba a la 13:30, de ahí tenía más tiempo libre, a la 15:30 daban una merienda, para calmar la tripa hasta las 18:00 que servían la comida, y a las 21:00 era la hora de dormir. Eso todos los días, a veces variaba el horario de sus terapias de grupo o con el psiquiatra, pero en esencia, era la misma rutina día tras día.

Solo ver ese horrendo horario me deprimió más de lo que ya estaba por estar ahí, me parecía una tontería, ya que sí, consumía droga y tal, pero no era adicto, lo podría dejar cuando quisiera, pero mis padres no lo iban a entender y por eso terminé en este lugar horrible.

Miré el reloj que estaba en la pared del cuarto, las 10:30, solté un quejido de desesperación girando en la cama para acallar los gritos que quería soltar contra la almohada, pero apenas iba empezar a gritar, cuando escuché la puerta abrirse, me giré para ver quién era y unos lindos ojos azules me recibieron.