Jugar con fuego

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La luz se abre paso poco a poco e intento incorporarme, pero un intenso dolor de cabeza me abruma. Estoy en el purgatorio, ayer morí de un coma etílico y ahora estoy muerta porque el dolor que siento no es humano.

Abro los ojos y en lugar de encontrarme a Dios dispuesto a darme una charla sobre el alcohol, estoy en una habitación desconocida, de un bonito color azul y decorada con fotos de jugadores de fútbol americano. La camiseta con el número siete reposa sobre la mesa y noto que me estoy quedando dormida... ¡Espera! ¿La camiseta con el número siete? El número de Mark en el equipo.

Oh, Dios mío, estoy en su habitación.

Me incorporo lentamente y me doy cuenta de que llevo una camisa blanca en lugar de mi vestido. La fiesta, no recuerdo nada, muchas cubatas, apuestas, bailar y después de eso negro, un vacío, es sencillamente frustrante.

Entonces me di cuenta de que a mí derecha en la mesilla de noche había un café, una pastilla y un cupcake de chocolate de It's sugar mi dulcería preferida. En concreto, los cupcakes de It' sugar son la cosa más deliciosa de este universo y podría estar alimentándome de eso toda mi existencia. Se abrió la puerta de golpe y Mark entró.

—Hola, Angie, menuda te cogiste anoche — comenzó a rebuscar entre los cajones hasta que sacó unos calcetines y entonces un flashback, sus besos, le besé. Vergüenza, esa es la palabra que define mi situación emocional actual, tanta que no sé cómo cabe en un solo cuerpo.

—Mark, lo siento muchísimo yo — oí el ruido de la ducha y noté que había alguien en el baño de la habitación —... siento muchísimo lo de anoche no sabes lo avergonzada que estoy.

Me dedicó una sonrisa.

—No pasa nada, todos hemos tenido una mala borrachera no te sientas mal.

—Oye, gracias por traerme esto y por cambiarme.

Me miró confuso y sonrojado.

—Yo no he hecho eso.

—Ah, gracias igualmente — y se fue.

Entonces si él no fue, ¿quién? De pequeña pedía en la iglesia que los bollitos aparecieran en mi casa con solo desearlo pero en la vida real eso no funciona así.

El ruido de la ducha se detuvo y Jackson salió tapado solo con la toalla que le cubría desde la cintura a las rodillas.

—Buenos días — no, no, no, esto no puede haber pasado.

Solo pude quedarme admirando su torso que ya había visto antes, pero que ahora se ponía ante mí en todo su divino esplendor. Me fijé en cada gota que caía, cada línea de sus abdominales, la zona de la V... uff, hace calor de repente, ¿no?

—Luego soy yo el violador, me estás devorando con los ojos — mis mejillas se volvieron a encender y él sonrió.

—Tú y yo no...

—Tranquila, princesa, tu virginidad sigue intacta, no hicimos nada. ¿No te acuerdas de nada verdad? — Negué —. Bien te voy a refrescar la memoria, te emborrachaste, le bailaste a Alexander, me insultaste y me dijiste que oler los pedos de tu hermano era más agradable que yo aunque sólo lo dijeras porque estabas celosa de que estaba apunto con Scarlet, a quien llamaste zorra. Luego te enrollaste con Mark, pero vomitaste tu ropa y la cara de Scarlet, cosa que me dio un asco profundo y te desmayaste, aun así como la maravillosa persona que soy te traje a la habitación, te quité el vestido, te puse mi camisa y te puse a dormir como un bebé.

Ojalá hubiera despertado en el purgatorio y no tuviera que pasar este momento, definitivamente este tipo de cosas era lo que intentaba evitar con mi abstinencia del alcohol. Enterré la cara en la almohada, no me puedo creer que yo haya hecho eso, ojalá la tierra se abriera y me tragara.

Tranquilamente se puso delante de mí se dio la vuelta, se quitó la toalla y tuve unas vistas privilegiadas a ese perfecto trasero esculpido por Miguel Ángel. Se puso los boxers y los pantalones y se sentó en la mesa de estudio mientras miraba mi cara que en ese momento sería un poema.

— ¿Te han gustado las vistas?

—Las hay mejores — mentira, pero no voy a dejar que se le suba los humos.

—Tomate la pastilla y deja de decir mentiras que no te crees ni tú misma.

¿Tanto se nota? Entonces caí otra vez ¿Él me había traído eso?

— ¿Has ido hasta It's sugar para traerme un cupcake de chocolate? Sí está a más de media hora andando.

—He salido a correr y me pillaba de camino — enarque una ceja acusatoriamente, esa zona no es muy cómoda para correr porque está en una de las calles principales de la ciudad, no insistí más y comencé a degustarlo.

— ¿Cómo supiste que eran mis favoritos?

—Te lo digo si me das un beso

—Ni lo sueñes, puedo vivir sin saberlo.

—Como quieras — la verdad es que es muy guapo y que se haya ido hasta allí a por mí desayuno es bastante mono. ¡Oh, por supuesto que no, es solo una técnica más de seducción! Soy bastante bipolar en cuanto a mis pensamientos.

—Verte comer es la cosa más adorable que he presenciado en mi vida — comentó.

Me sonrojé, no pude evitarlo, la faceta de Jackson cariñoso es nueva.

—Siento que me tuvieras que ver vomitar — murmure.

—La peor parte se la llevó Scarlet, créeme. Aunque no entiendo esa manía de fastidiarme todos mis polvos — se cruzó de brazos haciendo que se le marcaran más y sólo pude quedarme viendo ese divino torso hasta que su voz me volvió a sacar de mis pensamientos —. Solo tienes que pedirlo, preciosa, y te estaré haciendo mía en menos de que lo que te comes el pastel.

—Tengo ojos y tú estás bueno, ponte la camisa y dejaré de mirar — dije firmemente.

Sonrió y se acercó a mí.

—Mi camisa la tienes tu puesta, dámela y me tapare.

Muy bien, chinito, quieres jugar a seducirme, juguemos. Me levanté lentamente ignorando el dolor de cabeza, me quité la prenda quedando en ropa interior de encaje negro y le di la camisa. Me miró de arriba abajo y noté, aunque llevara el pantalón que se acababa de poner duro.

—Estás jugando con fuego, Angie.

—Tú admira lo que nunca tendrás. Buenos días y gracias por el cupcake y el café — y cogiendo mi vestido vomitado salí de la habitación en busca de alguien que me prestara algo de ropa y justo como siempre Lizzy al rescate. Estaba saliendo de la habitación de Harry con los tacones en mano de puntillas como si fuera agente 007.

— ¿Qué haces en ropa interior? — Preguntó.

—Demasiado largo cómo para explicarlo, pero necesito algo para taparme.

Lizzy entró en la habitación otra vez y salió con un vestido granate.

—Toma, nos lo montamos en el vestidor de la madre de Mark, así que he cogido algo del fondo, creo ni sabe que lo tiene.

Rápidamente me lo puse y tras encontrar a Anna y Mary durmiendo, una en el jardín y la otra en las escaleras, nos fuimos.

Esa virgen es mía |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora