La fiesta

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—Ponte el negro — sugirió Lizzy.

Era viernes, el día favorito de la humanidad y estábamos todas en mi casa debatiendo qué vestido ponernos para la fiesta de Mark.

En estos momentos un vestido negro muy ajustado con un gran escote me cortaba la respiración y me sentía como con una camisa de fuerza.

—Me siento desnuda y creo que me va a cortar la circulación — me queje.

—No seas exagerada, si en algún momento te mareas vas al baño, te lo subes y listo.

Acabamos de vestirnos y maquillarnos gracias a la divina mano de Mary que evitó que pareciéramos cuatro chicas a las que les han tirado unas paletas de pintar y van de camino a su trabajo como payasas en el cumpleaños de un niño de seis años.

Va a ser la primera vez que voy a una fiesta de este estilo, no porque no haya sido invitada otras veces, sino porque tengo pánico a emborracharme y hacer algo de lo que luego me arrepienta tanto que no quiera volver a salir de casa. Así que siempre tengo una gran excusa para todas. Una vez dije que mi abuela, que reside en Inglaterra, me había hecho ayudarla a limpiar su colección de cucharas o que me había caído en un pozo yendo a buscar moras al campo y que no saldría de ahí en un día. Estoy segura de que no se tragan ni una, pero por no insistir deciden hacerse las locas.

—Por fin dejas de escabullirte — comentó Mary que a la vez controlaba que Anna no se distraiga pasando las canciones de Melanie Martinez mientras conducía —. Hemos conseguido que Angie venga con nosotras a una fiesta con chicos y alcohol, creo que nos merecemos un premio grammy o algo así.

—Que graciosa — conteste —, el grammy es un premio de música. Además, solo quiero evitar hacer algo de lo que luego me arrepienta.

—Créeme, incluso sobria esas cosas se hacen —Lizzy lo dice por Dylan y yo sé que sigue sintiendo algo por él aunque lo intente ocultar. Él se portó como un idiota y en cuanto me enteré de lo ocurrido la bronca que le eché fue digna de escuchar. Siempre he creído que él sintió cosas por Elizabeth, pero nunca supo cómo manejarlo y acabó cagándola y horrible.

—Lizzy, ya sabes que....

—No hace falta que digas nada, nadie me obligó a hacerlo.

—¡Blood still stains when the sheets are washed! ¡Sex don't sleep when the lights are off! ¡Kids are still depressed when you dress them up! ¡And syrup is still syrup in a sippy cup! — La voz de Anna nos sobresalta y Lizzy lanza una mirada triste por la ventana.

— ¿Estos días con Dylan al lado que tal han ido? — Pregunte inocentemente, sé que no le gusta hablar del tema, pero a veces es necesario sacarlo fuera.

—Simplemente no nos hablamos. Oigan, chicas, estoy bien, he superado a Dylan — Anna, Mary y yo nos miramos irónicamente — y ahora sólo quiero llegar a la fiesta, emborracharme y tirarme al tío más bueno de toda la fiesta.

Captado, eso se traduce en un "la que vuelva a preguntar por Dylan, la tiro del coche de una patada".

—Mira, ya hemos llegado — dijo Mary cambiando de tema.

Salimos del coche y sonreí, el chalet de Mark esta igual que lo recordaba. Solo que ahora estaba lleno de adolescentes ebrios.

Entramos y un profundo olor a alcohol y sudor me inundo las fosas nasales. Alexander, Gabriel, Mark y Jackson se acercaron a saludar. La vergüenza acudió a mí en cuanto Jackson me miró haciendo que recordara la escena de los baños.

—Me alegra que hayáis podido venir y que Angie esta vez no haya puesto excusas — gritó Mark sobre la música.

—Créeme la hubiéramos traído atada si se hubiera resistido — pegue un pisotón a Anna, quien me miró dolorida y divertida a la vez.

Esa virgen es mía |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora