La huída

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La voz de Mark vino de la persona que yo pensaba que era Jackson, pero entonces quién es... Oh no, no, no, no, el chinito no.

Efectivamente, Gabriel encendió la luz y me di cuenta de que la persona que me ha llevado hasta el mismísimo cielo es Jackson Wang. La vergüenza corrió a mis mejillas y me aparte enseguida. Lo peor de todo era su cara de superioridad mientras se relamía sus labios y me dedicaba una sonrisa de triunfo, sabía que me había encantado, yo también lo sabía.

—Yo... Esto... Es muy tarde, buenas noches — me levanté y me fui corriendo a encerrarme en mi dormitorio.

Mi cerebro no reaccionaba, no podía creer lo que acababa de pasar. Intenté dormir, sin embargo recordaba esos labios, sus besos en mi cuello y sus manos en mi cuerpo. Soy consciente de algo y es que lo que acaba de pasar marcará un antes y un después.

No tengo que darle importancia, al final no ha significado nada, solo un beso, ¿no? Estoy echa un lío. Creí que esto iba a ser como en las películas cuando con solo un beso reconoces al amor de tu vida y yo no he sabido distinguir a Mark de Jackson.... Tengo que dejar de ver tantas telenovelas.

Tras una hora en la que todo tipo de pensamientos impedían que pudiera conciliar el sueño, decidí ir a tomar el aire. Bajé al salón y fui a la terraza, pero vi que ya había alguien y no precisamente a quien quería ver.

— ¿No puedes dormir pensando en mí? — Preguntó el odioso.

—No, simplemente no tengo sueño.

Se giró y esos ojos oscuros se abrieron paso en mi cabeza.

—Los dos sabemos que no es verdad — el corazón se me aceleró y poco a poco se acercó a mí —. Yo no puedo dormir pensando en ti — eso me tomo completamente por sorpresa. Dios, no me abandones, dame fuerza para afrontar esto porque como te vayas ahora estoy bien jodida.

—Ese no es mi problema — no sé qué hacer, ¿darme a la fuga? ¿Quedarme? ¿Tirarme por la ventana? Dios, dame uno de esos angelitos gorditos para que me salve, por favor.

—Te quiero en mi cama, Angie.

—Solo quieres acostarte conmigo porque soy virgen — conteste con una ceja enarcada.

Me enseñó su preciosa sonrisa.

—Antes me has dejado tan cachondo, confieso que hacía mucho que no estaba tan excitado — Dios, ayuda —. Solo quiero tenerte entre mis sábanas, hacerte el amor y que tengas tanto placer que grites mi nombre hasta gastarlo. Quiero hacerte pasar una noche que no olvides nunca — mientras decía esto, su pulgar estaba rozando mi labio inferior.

¡Angie, reacciona! Mi cerebro gritaba a todo volumen, pero el sonido de mi corazón era mucho más fuerte. El asombro y la excitación invadieron mi cuerpo. Mis defensas fallaron y decidieron irse de vacaciones a Narnia.

Mi silencio le dio confianza porque se acercó aún más y comenzó a besar mi cuello. Cada contacto era eléctrico, hacía que me estremeciera y pequeñas olas de placer recorrieran mi cuerpo. Entonces empezó a succionar y me arrancó un gemido, me sentí apenada, aun así me daba igual; quería más. Lo notó porqué me apretó más contra él, tomó una de mis manos y la puso en su entrepierna para que notara el bulto.

—Así de duro me pones, Angie — murmuró con voz ronca.

Sus labios entraron en contacto con los míos e introdujo su lengua sin que yo pusiera oposición alguna.

—Habitación — fue lo único que fui capaz de pronunciar, si manchaba el sofá de doscientos mil dólares de mis padres, tendría que dar explicaciones.

Esa virgen es mía |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora