Me encontraba tirada en el sillón viendo como Dylan colocaba toda la decoración y en este momento estaba delante de la pantalla plasma impidiendo que pudiera ver a mi hermoso DiCaprio.
—No entiendo por qué te has ofrecido a hacer la fiesta después del baile y menos sin consultarme — me quejé.
—Sabía que ibas a decir un gran no si te preguntaba — contestó sin dirigirme la mirada.
Fruncí el ceño y metí un puño de palomitas en mi boca.
—Eso no es cierto.
Se giró a mirarme y enarcó una ceja.
—Vale, seguro que lo habría hecho.
Bufó.
—Deja de ver el Titanic, es la tercera vez en el día de hoy que la pones. Casi me aprendo los diálogos por tu culpa.
Me encogí de hombros.
—Ver morir a Jack una y otra vez hace que evada mis problemas — señalé la pantalla con mi dedo índice —. ¡Pudiste salvarlo, Rose, pero no quisiste!
—Eso es algo siniestro, haré como si no lo he oído — se dio a vuelta y siguió su trabajo.
Tomó las pancartas y finalmente se apartó de la pantalla. Mañana era el baile, ese baile que sale en las películas en el que la chica rara se convierte por arte de magia en la ganadora y es coronada junto con el chico más popular del instituto.
Mis deseos estaban por el suelo, teniendo en cuenta que iba a ir con el chico por el que hubiera vendido a mi hermano con tal de que me llevará al baile hace un año. Pero el hecho de ir con Mark no me genera ningún tipo de emoción o nerviosismo como había imaginado tiempo atrás. Es irónico, ¿no? Justo en el momento en que la persona por la que llevaba babeando casi toda mi vida me presta atención, el universo me manda a alguien que le deja en segundo plano.
Me costó admitir que Mark había pasado a formar parte de otra etapa, que el que me quitaba la respiración con solo un roce o una mirada ya no era él. No solo cambiaron mis sentimientos, sino también mi forma de comportarme frente al chico que me gusta. Con Mark era la niña tímida que con solo oír su voz se acobardaba y se sonrojaba; con Jackson eso se transformó de una manera radical, le contestaba, era borde, más valiente y más capaz de esconder mis emociones.
Sin embargo, Jackson despertó matices en mí que Mark nunca pudo y me hizo sentir mil sensaciones que no tenía ni la más mínima idea de que podía sentirlas. Aunque, cabe destacar, que en ambos casos hay algo en común y es que me enamoré sola, metida en un bucle del que no tengo ni la más mínima idea de cómo salir y en el que siempre saldré, salgo y seguiré saliendo lastimada.
—Angie, ayúdame con lapancarta — pidió Dylan.
—Tú te ofreciste a hacer la fiesta, tú colocas la pancarta — repliqué.
—Venga, ¡por favor! — Puso mirada lastimera.
Entorné los ojos.
—Vale, como siempre termino haciendo todo yo — subí en las escaleras para pegar la esquina de la pancarta en la pared.
Cuando baje, me dispuse a volverme un burrito humano con mi edredón y seguir mirando el Titanic mientras le gritaba a Rose que pudo salvar a Jack. Dylan apagó la pantalla.
—Debes dejar de ver películas tristes para intentar olvidarte de Jackson porque, lamento hacerte spoiler, no funciona.
—No me gusta que lo mencionen — contesté.
—Me podría importar menor esa norma que estableciste con las chicas, es una tontería. ¿Crees que no nombrarle hará que desaparezca de la tierra? No, no lo hará y tampoco va a hacer que te olvides de él.
—Entiendo lo que dices, Dylan, pero el hecho de no hablar de él me ayuda a...
—No te ayuda en nada — me interrumpió abruptamente —, solo haces que te intentes convencer de que ya no hay sentimientos por él, cuando la realidad es otra. Debes decirlo.
— ¿¡Estás loco!?
—Tengo la convicción de que él siento lo mismo por ti. Al confesarte, es probable que él también lo haga y entonces de una vez acabaran juntos.
Giré los ojos y bufé.
—Angie — escuche a Stefan entrar y sentarse a mi lado —, si me permites darte un consejo, haz caso a tu hermano. A veces los hombres somos demasiado orgullosos como para admitir ciertas cosas y los sentimientos son una de ellas. Tal vez deberías dar el primer paso.
— ¿Y si me rechaza? ¿Qué haré?
—Asumirlo y en ese momento ya te podrás olvidar de él, pero jamás podrás borrar a una persona de tu cabeza si te preguntas qué habría pasado si tú hubieras hecho algo.
Puede que tenga razón, al menos quería acabar el curso tranquila. Abrace a Stefan y él me revolvió el cabello de manera paternal.
—Ahora, dejando el amor a un lado, ¿qué quieres cenar? — Preguntó con una sonrisa.
—Pizza.
—No se diga más, ¿quieres hacerla conmigo?
Asentí y me levante con él hacia la cocina.
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Esa virgen es mía |Jackson Wang|
Novela JuvenilAl empezar la secundaria, los chicos descubrieron algo fascinante en una clase de biología, esto es introducir cierta parte de su cuerpo en el nuestro. Descubrieron el placer y desde entonces les gusta introducir su símbolo de poderío y dominación e...