Muralla

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Jackson no volvió a acercarse a mí y retomó su frialdad y malhumor de siempre, pero yo no dejaba de pensar en el beso y él, en cambio, parecía no darle mucha importancia. De alguna extraña manera tenía el presentimiento de que estaba enfadado conmigo por algo, la pregunta del millón de dólares es: ¿Por qué? No le he hecho nada, la verdad y pienso que todo es producto de su inestabilidad psicológica y emocional causada por su promiscuidad.

Toda la semana fue lo mismo: él me mira, yo le respondo la mirada y los dos la apartamos en cuanto hacemos contacto visual... así una y otra vez. Es como si nuestras miradas intentaran encontrarse de una manera desesperada. El único momento en el que no pasaba mi tiempo en clase mirándole era cuando Lizzy me pasaba la nota que decía "En su rostro no está la clase". Tantas veces me ha pasado la misma nota que termino por plastificarlo, así cuando este distraída mirando al chino que me trae loca, saca el papel y me lo muestra para después guardarlo, sabiendo que lo utilizará más tarde.

Después de una apasionante clase en la que solo me dedique a mirarle, estaba dispuesta a dejarlo en cuanto Gabriel se acercó.

—Angie, necesito decirte algo.

Levante la cabeza lo suficiente como para ver su rostro.

—Te escucho.

—Me retiro.

Siendo la Angie Lowell de antes me hubiera sorprendido, pero no fue así. No tome por importancia eso, después de todo termine tomando todo este juego de tomar a la última virgen me resulta absurdo.

— ¿Te has enamorado también y renuncias de la noche a la mañana a ser un mujeriego por estar con la chica que crees amar? Si es así, te felicito. Espero que haya sido Anna — dije sin el más mínimo ánimo en mi voz.

Me miró con el ceño fruncido y negó con la cabeza.

— ¿Crees que soy un idiota como Alexander, Jackson y Dylan? Por favor, eso es imposible viniendo de mí, tendría que estar enfermo para decir algo así. Sinceramente te considero misión imposible y me he rendido.

¿Dijo Jackson? ¿A Jackson le gustaba alguien? En el fondo quisiera que esa persona de quien se siente enamorado fuera yo, pero sería algo un tanto complicado porque, ¿quién se enfada con su amada sin motivo alguno? Nadie.

—La verdad no sé qué decirte — conteste.

—Hay que saber admitir cuando se ha perdido y yo estoy muy lejos de ganar tu virginidad y tu corazón.

Fruncí el ceño y le di una mala mirada.

—Mi virginidad no es un trofeo, idiota.

—Lo sé, lo siento. Aun no me acostumbro al hecho de que eres la única chica que nos lo ha dejado en claro y por ello te felicito porque por primera vez una chica ha podido resistirse a nosotros.

—Mark aún sigue jugando, por lo que todavía tienen la oportunidad de ganar.

Negó con la cabeza.

—Angie, Mark no va a tocar tu virginidad porque realmente él ya no te interesa. Tu pequeña obsesión secreta, que ya sabíamos todos, ha pasado y ahora te gusta otro chico. ¿Es tan difícil de admitir?

Me paralice, ¿tanto se notaba? Y lo peor de todo, ¿cómo sabía Gabriel sobre mi fijación por Mark? Seguro fue Dylan quien abrió su boca... no, él no me traicionaría de esa manera.

—Angie, se notaba a kilómetros por Dios. Parecías un cachorrito persiguiendo un hueso — sentí mis mejillas arder —, pero ahora es distinto aunque a Mark le cueste admitirlo. No quiere aceptar que Jackson y tú...

—Jackson y yo no tenemos nada — le interrumpí abruptamente — ¡Dejen de sacar conclusiones y ver fantasmas donde no hay! ¡Él y yo no somos nada, no lo fuimos y ni lo seremos!

En lugar de fruncir el ceño o marcharse resignado, su sonrisa se ensanchó más.

—Los dos son tal para cual, igual de orgullosos y parece ser que tienen telepatía o algo así porque él me dijo exactamente lo mismo el otro día.

Sentí una punzada en el pecho.

— ¿Y con eso no te quedó claro? — Cuestione con una ceja enarcada.

—Tal para cual — continuó con su sonrisa.

Mis mejillas ardieron.

—Escucha, estás confundido porque viste el beso del otro día, pero eso fue un error. La verdad es que cada vez que cruzamos dos palabras, discutimos. ¿Cómo pretendes que tengamos una relación sin matarnos en el intento?

—Deben descubrirlo ustedes, puede ser que discuten porque no hablan lo suficiente. Sería más fácil si le confesaras lo que sientes y...

— ¡Que no me gusta! Prefiero que me desflores antes que dejar que él me vuelva a tocar.

—Tentador — se detuvo abruptamente y de la nada sonrió —... pero, ¿por qué? Entiendo que cada vez que te rozo pierdes el control de tu cuerpo, ¿todo este escándalo es porque me rendí contigo? En serio eres una niña mimada y malcriada.

Me enfurecí, ¿de dónde vienen esas palabras tan insolentes?

— ¿Disculpa? ¿Crees que no he visto la forma en como me miras en clase? Creo que el que actúa como niño mimado y malcriado eres tú al ver que no puedes poseerme, pero dejarme decirte que eso nunca va a ocurrir ni porque fueras la última Coca-Cola del desierto.

Su rostro estaba rojo y no sabría decir si era de la vergüenza o de la rabia causada por mis palabras.

—Venga, tampoco te lo tomes a pecho. Acepta que solo has sido el intento de una más. Intente tirarte, pero resultaste tan irritante que me aburrí. Cualquiera podría aburrirse contigo.

—Oh, vamos, quién podría sentirse ofendido por esas palabras. ¿Crees que voy a llorar por una cara bonita? No fuiste nada para mí, ni me interesas en lo absoluto. Es más, ¿por qué mierdas discutimos por esto? No me interesa lo que hagas, ni siquiera te tenía en cuenta.

Resopló.

—Parece que discutir por todo era verdad. Dejen abajo esa ridícula muralla que construyeron para ocultar lo que sienten el uno por el otro — y sin más, Gabriel se marchó.

En ese instante me di cuenta que Jackson estuvo detrás de mí todo este tiempo escuchando todo lo que le decía. Nos miramos unos segundos y luego él se marchó. Volví a mi puesto y me quedé pensativa hasta que Lizzy me mostró su famoso cartelito, me di cuenta que estuve mirándole otra vez.

Esa virgen es mía |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora