Los que pelean se desean

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Iba de camino a mi cita con Gabriel, ¿cómo me sentía? Expectante. Seguramente vamos a un club de striptease o una sex shop o cualquier lugar que tenga que ver con sexo.

Gabriel y yo siempre nos hemos llevado bien y todo lo fastidia cuando intenta violarte o se te insinúa en cuanto tiene la oportunidad. A pesar de tenerle cariño, todo cambia ahora que se transformó en un perturbado.

Llegue al lugar pautado para vernos y note que llevaba en la mano dos tickets de entrada. Sabía lo que me esperaría, ¿podría ser peor su propuesta para una "cita"?

—No me digas — dije enseguida —, iremos a un evento de striptease.

—Que bajo concepto tienes de mí — habló con tono ofendido y colocando una mano en su pecho fingiendo dolor —. Puedo estar más que activo sexualmente, pero no quita que sea un caballero.

Enarque una ceja.

—Dígame usted, caballero, ¿a dónde iremos? — Conteste con ironía.

—Señorita, déjeme anunciarle que iremos al cine.

¿Cine? No lo esperaba, sería un punto a su favor. Aunque una propuesta tan inocente como el cine siempre tiene algo que ocultar, suspire.

—Veremos la afamada 50 sombras de Grey, ¿verdad?

Me dedicó una gran sonrisa.

—Así es.

Suspire en resignación, acabó la magia. Quizá imagine alguna película romántica, pero parece que Gabriel tiene un concepto de romanticismo muy diferente del mío o de cualquier otra persona. Esa película no es más que una sobrevaloración, decidieron colocar las partes del sexo en lugar del trasfondo. Vuelvo a preguntar, ¿puede ser peor?

—De acuerdo — acepte —, pero me comprarás las palomitas de caramelo con colores y un chocolate con relleno de maní — tal vez sea una exigencia de niña de cuatro años, pero si voy a meterme en la sala de proyecciones a ver una película porno con un adolescente que quiere violarme, al menos debería tener algo que corte la velada.

—Hecho.

Después de comprar mi pedido con una gaseosa, entramos a la sala que, no me extrañaría, estaba llena de mujeres cuarentonas. Creo que esto puede ser peor.

—Sus maridos necesitan de la pastilla mágica y todo se volvió aburrido, ahora vienen aquí a fantasear con el señor Grey — susurró Gabriel.

Fue gracioso imaginarlo, así que tuve que callarme la carcajada.

—Pareces un experto — conteste.

—He estado con algunas de cuarenta y más de una vez he tenido que huir de sus maridos. Podría decirse que los armarios han sido mi salvación.

Lo decía con tanta naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo que un adolescente se ande liando con mujeres casadas de cuarenta. Estoy segura que uno de los maridos descubrirá esto y puede que vea en el noticiero algo sobre un joven que fue asesinado. Sinceramente no conocía la faceta de Gabriel el amigo de las cuarentonas despechadas.

—Entonces te gusta lo que sea que tenga un par de tetas, independientemente de la edad.

Me tomó de la muñeca y me guio hasta la parte del medio.

—En serio, tienes un concepto tan bajo de mí.

La afamada película empezó y tome las palomitas colocándolas entre Gabriel y yo para hacer distancia. En cuanto apareció el famoso millonario Christian Grey se escucharon los primeros gritos de emoción por parte de las señoras. Mire a Gabriel que parecía entretenido con la película, la cual me estaba aburriendo. Si yo fuera Anastasia, hubiera denunciado a Christian por acosador y le hubiera puesto una orden de alejamiento, ¿puede ser aún más pendeja la protagonista? Creo que sí, porque en cuanto el acosador le mostró la famosa habitación roja con esos juguetes sexuales más raros que mi amor por Mark, aceptó tener sexo con él. Aquí hago conclusiones, entonces no importa si el hombre tiene fijaciones extrañas y perversas o que tenga una mujer loca acosadora psicópata con un arma detrás de él mientras sea rico, guapo y bueno en la cama todo irá bien; lógico, ¿no?

Esa virgen es mía |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora