Al momento de despertar, extendí mi mano esperando palmar el cuerpo de Jackson, pero lo único que toque fue el edredón y un vacío donde antes se encontraba él. Fruncí el ceño y abrí los ojos, incorporándome totalmente confusa. Tome mi teléfono para mirar la hora, pasaban de las siete de la mañana.
Mire a mi alrededor, la ropa de él que antes estaba regada por el suelo ya no estaba, no quedaba ni un rastro de su presencia, era como si nunca hubiera estado aquí. Miré el teléfono otra vez, con la esperanza de encontrarme un mensaje suyo excusándose de haberme dejado sola mientras dormía, no había nada.
Tome mi camisón y me lo coloque, salí de mi dormitorio y baje a la cocina con el pensamiento de que podría estar allí con los demás disfrutando de la deliciosa comida de Stefan, pero a los únicos que encontré allí fueron Liz y Dylan en modo romántico jugando la comida, nada de Jackson.
—Buenos días, Angie — saludó Liz con una sonrisa, poniéndose de pie —. Te estuvimos esperando para desayunar todos juntos, pero tuvimos que empezar sin ti. Te has quedado dormida, ¿no es así?
Agradezco que no hayan entrado, la situación hubiera sido de todo menos graciosa.
—Sí — conteste seca, mirando a todos los rincones de la cocina y más allá en donde pudiera llegar mi vista — ¿Dónde está Jackson? — Pregunte, dirigiendo mi mirada hacia ellos.
Mi amiga frunció el ceño y enseguida abrió la boca, había atado cabos con tanta rapidez que podría considerarse como un record Guinness. Su expresión boquiabierta era todo un poema y digna de reírse por un rato.
—Se marchó ayer cuando la fiesta acabó — contestó Dylan con la boca llena.
— ¿No dijo por qué se iba?
Negó con la cabeza y le dio un sorbo a su vaso lleno de chocolate.
— ¡Estoy tan emocionada! — Exclamó de la nada Elizabeth dando saltitos de alegría, ya decía que su estado de shock estaba durando mucho —. Quiero que me lo cuentes todo sin censura, no te saltes nada. ¡Absolutamente nada, Angie Lowell! — Comenzó a soplarse con las manos — ¡Oh, Dios! Después de tanto tuviste tu primera vez. ¡Aish! Ya me dio nostalgia de mi primera vez — se limpió una lágrima falsa.
—Díselo luego — intervino Dylan con expresión disgustada —. No me apetece oír a mi hermana relatando todo con lujo de detalles de cómo tuvo sexo con un chino, prefiero leer la revista Playboy en la sección de historias calientes.
Giré los ojos. ¿En serio este ser pervertido y repugnante es mi gemelo? Mis padres seguro que lo dejaron caer cuando estábamos bebé.
—No te preocupes, hermanito — contesté con una sonrisa hipócrita. Gire mi mirada hacia Lizzy que estaba expectante —. Luego te digo, voy a llamarle por si...
—No te preocupes, hermanito — contesté con una sonrisa hipócrita. Gire mi mirada hacia Lizzy que estaba expectante —. Luego te digo, voy a llamarle por si...
— ¡No le llames! — Exclamó Dylan. Lizzy y yo dimos un respingo por la impresión.
— ¿Por qué? — Cuestione.
—Quedarás como una arrastrada si lo haces, una desesperada. Además, él tiene sus motivos para irse así anoche, déjalo que llame.
—Tonterías — bufó Elizabeth —. Venga, hazlo, Angie, nunca se sabe si de verdad le ocurrió algo serio y lo mejor es asegurarse.
Asentí y preferí hacer caso a lo que mi amiga decía, salí a la terraza y marque su número. Marcó y marcó hasta que finalmente salió el buzón de voz. Intente llamarle varias veces y en todas me lanzaba al buzón de voz. No sabía qué pensar o hacer. Una parte de mí quería pensar que de verdad le ha pasado algo urgente y la otra hacía teorías y preguntas para nada buenas, ¿será que me manipuló? ¿Utilizó mis sentimientos para poder obtener lo que quería? Tenía miedo y era poco probable, su confesión fue real, yo vi en sus ojos que era así y su beso y forma de tocarme anoche era más que un simple beso o simple sexo, hicimos el amor.
—Date un voto de confianza — comentó Lizzy saliendo y colocándose a un lado de mí con una sonrisa tranquilizadora —. Si anoche se confesó, ha de tener sus razones para salir corriendo después de hacerlo. Puede que este asustado, nervioso o algo así — fruncí el entrecejo, ¿cómo sabía que Jackson se confesó anoche? — Supuse que se confesó porque si no me hubieras llamado para sacarlo de tu dormitorio a patadas — asentí.
—Pero al menos debió dejarme un mensaje o una nota como mínimo para no dejarme preocupada y armando teorías descabelladas — murmuré triste.
Mi amiga suspiró y me dio pequeñas palmaditas en la espalda, intentando consolarme.
—Los chicos no tienes la misma percepción que nosotras en estos casos. Has de estar tranquila. Aún quedan unos últimos días en el colegio antes de la graduación, puedes hablar con él en esta semana entrante.
Asentí resignada a apartar todas mis dudas al cubo de la basura. Entramos y me digne a desayunar, puesto que el hambre que cargaba era espantosa y parece como si Stefan sabría de lo que hice anoche porque me dejó un gran desayuno. Luego me di una ducha y, cuando salí del baño con la bata, encontré a mi amiga sentada en la cama con los brazos cruzados. Ya sabía lo que quería ella para no querer esperar que me ponga aunque sea la ropa interior.
—Jackson tiene pinta de ser buenísimo en la cama y no debes negarlo — soltó.
—No he estado con ningún otro chico — contesté tomando asiento a un lado de ella, amarrando la bata —, así que no tengo con quién comparar. Sin embargo, tu instinto no se equivoca — esboce una sonrisa pícara.
Se echó a reír y me abrazó con fuerza.
—Bienvenida al club, te había tardado. Espero que Jackson sea un buen chico porque le cortaré las pelotas si llego a saber que te hizo daño.
No pude evitar soltar una carcajada.
—Entonces también puedo decir lo mismo de Dylan, solo que te daré unas fotos de él vestido de princesa para que las publiques por ahí.
—Que adorable, yo quiero esas fotos. Ha de tener una carita tierna con su sonrisita.
—En realidad es un niño de diez años con cara de provocar un homicidio.
Miré disimuladamente mi teléfono que reposaba sobre mi mesa de noche, esperando el mensaje de Jackson. No podía dejar de pensar, de verdad estaba preocupada de que pudiera haberle pasado algo.
—Deja el teléfono. En serio, confía en él.
Suspiré y volví a asentir preocupada. No podía dejar de hacerme preguntas y armarme teorías negativas. Tenía miedo de que todo se viniera abajo en un chasquido de dedos.
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Esa virgen es mía |Jackson Wang|
Novela JuvenilAl empezar la secundaria, los chicos descubrieron algo fascinante en una clase de biología, esto es introducir cierta parte de su cuerpo en el nuestro. Descubrieron el placer y desde entonces les gusta introducir su símbolo de poderío y dominación e...