El consejo

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Mi casa o lo que quedaba de ella se encontraba invadida por un montón de adolescentes ebrios que destrozaban todo a su paso.

—Mamá y papá te mataran — le dije a Dylan en tono de burla.

—Hay una gran probabilidad de ello — contestó de acuerdo a mi comentario —, sin embargo, esta noche será una que la recordaremos siempre. Solo vives una vez en la vida — se giró hacia mí con una sonrisa —. Por cierto, felicidades, reina del baile.

Entorné los ojos y le di un suave golpe en el brazo, me aparte de él y me reuní con las chicas. Ellas me debían y una muy grande por lo que hicieron en baile. Solo a ese trío de locas se les ocurre manipular a todos para que voten por mí para la reina del baile, cosa que no me molesta a menos que el rey no sea un chino idiota que me tiene por el suelo.

—Esta es la parte en donde las empujo a todas por la ventana y hago parecer que todo fue un suicidio que planearon — asumí con una sonrisa malvada y los brazos cruzados.

—Lo hicimos por una buena causa — se excusó Lizzy.

—Lo siento, Angie, pero seguimos pensando que Jackson siente cosas por ti y creímos que debíamos darles un pequeño empujoncito y resultó ser que más de la mitad del colegio piensa lo mismo — expresó Mary.

—Yo no pienso igual — habló Anna levantando su mano —. ¿Podrían dejar morir el tema de Jackson aunque sea por una noche? Dejen a Angie y su soltería en paz. Si ella consigue novio, la única que quedará con mil gatos en su casa seré yo — hizo un puchero al final.

Nos reímos y no pude evitar abrazarlas a todas, son unas amigas tan leales y que me apoyan tanto en las buenas y en las malas. Nuestro abrazo grupal fue muy conmovedor y lo necesitaba después de casi colapsar al bailar con Jackson. Puede que tengan razón o no, el punto está en que no quería pensar en ello esta noche, sin embargo, mi subconsciente no me obedece y lo trae a mi mente. No importa que mi plan sea beber y disfrutar mi última noche como chica de preparatoria a punto de ir a la universidad, ese chino siempre. Nos separamos del abrazo.

—Subiré un segundo a dejar mi título de reina de baile. Por favor, vigilen que no rompan los preciados adornos de mis padres, no quiero morir joven por culpa de Dylan — pedí.

Asintieron y me abrí paso entre la gente hasta las escaleras y llegue a mi dormitorio. Deje la banda y demás sobre la mesa de mi escritorio. ¿Reina del baile yo? Alguna vez me hacía esas fantasías y en ellas el rey era otro. La vida puede dar muchos giros inesperados, ¿no?

—Hola — escuche una voz y di un saltito del susto.

Tensé la mandíbula.

—Tengo una orden de alejamiento para ti — dije.

—Solo quiero pedirte un consejo — contestó con suavidad.

No tenía la más mínima intención de girarme para mirarle, su mirada es capaz de desarmarme por completo y ahora necesito todo el control que pueda obtener en mi cuerpo.

—No voy a ayudarte con Erika o el mono que has llevado por pareja al baile.

Soltó una carcajada y sentí su acercamiento. Escucharle reír es como música para mis oídos, pero a la vez es masoquista de mi parte.

—No es de Erika — mi silencio le incitó a proseguir —. Hay una chica que me vuelve loco y no de una manera sexual como me han gustado las chicas normalmente, sino de algo mucho más profundo. Cuando la veo es como si todo a mí alrededor se esfumara y solo estuviéramos ella y yo, los demás no importan, no existen solo con su presencia.

Me sentí muy triste, sabía que él no sentía nada por mí. Afortunada sea esa chica que haya logrado entrar en el corazón de Jackson.

—Creía que a ti no te gustaban las mujeres para algo más que sexo — comenté.

Esa virgen es mía |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora