Jackson IV

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Tenía una sensación cercana al nirvana como si estuviese flotando en el aire, una sensación de felicidad plena.

No podía creer que lo había hecho con ella, que habíamos hecho el amor y, sin lugar a dudas, de todas las veces en que estuve con una chica, está la he disfrutado como nunca y sé que ninguna otra chica me proporcionará las mismas sensaciones de ella. Decían que cuando hay sentimientos de amor implicados, el acto era mejor y nunca les había hecho caso hasta ahora, tenían toda la razón.

A mi lado, se movió un poco dormida y se acurrucó más en mí. Toque con suavidad su cabello, admirando su tranquilo rostro dormido, era tan linda. Resistirme y evitarla en estos meses fue en vano, debí ceder y decirle todo desde un principio.

Escuché la puerta abrirse, era Gabriel irrumpiendo en mi momento de tranquilidad.

—Angie, perdona que entre a tu dormitorio, ¿has visto a Jack...? — calló y permaneció como una estatua mirándonos. No pudo ocultar su sonrisa —. Por fin — dijo entre dientes con aires de celebración y cerró la puerta antes de que pudiera correrle del dormitorio.

Me quede dormido unos minutos hasta que desperté gracias al rugido de mi estómago exigiendo comida cuanto antes. No había comido en el día, los nervios no me lo permitían y ahora que todo resultó para bien, sentía que podría comerme diez raciones de fideos chinos salteados en verdura y carne como lo prepara mi madre.

Me levante con sigilo y me vestí, saliendo del dormitorio rumbo a la cocina con la esperanza de conseguir algo de comida proporcionada por Dylan para la fiesta. La gente se había marchado, podía ver en algunos lugares de la casa chicos dormidos en el suelo ebrios.

Encontré la mitad de una pizza en el microondas, tome un enorme pedazo y deguste de él mientras miraba el desastre de casa que tenían los gemelos Lowell.

Vi a Dylan recogiendo las botellas tratando de no pisar y despertar a los supervivientes que dormitaban hediondos a alcohol.

—Te ayudo —susurré, terminando el pedazo de pizza y ayudándole.

—Lo has conseguido — comentó en un susurro.

—No quiero que parezca que solo la quiero para un polvo o por quitarles a su última virgen del colegio, tu hermana me gusta mucho más de lo que imaginas — contesté.

Suspiró.

—Te creo. Estaría más contento por ustedes hace unas semanas, pero no importa.

¿Hace semanas? Me ha insinuado que me diera cuenta de mis sentimientos por Angie en meses, ¿ahora esto?

—Jackson, el mes pasado nos dijiste que regresarías a China para la universidad. Todo sabemos cómo terminan las relaciones a distancia y, además, Angie ha salido de unos años en donde los chicos jugaban con ella solo por llevarla a la cama. Ahora que ella puede aprovechar los mejores años en su vida, ¿quieres que este atada a alguien que vive a millones de kilómetros?

Callé. ¿Qué podría decir? Tiene razón. ¿En qué estaba pensando? Siento que metí la pata y bien profundo.

— ¿Y qué puedo hacer? ¿Quieres que le diga que me la he tirado solo por gusto? — No lo decía en serio, no quiero romperla de nuevo; sin embargo, el silencio de Dylan apuntaba a esa dirección y no me agradaba. Fruncí el ceño — ¿Quieres que le haga daño para evitar hacerle daño? ¿Estás bien de la cabeza? ¿Quieres que piense que su primera vez la tuvo con alguien que la engañó y utilizó?

¿Quién soy yo para decir eso? Lo he hecho con otras chicas, pero Angie es diferente, Angie no es como las otras chicas.

—Es la mejor opción de todas a que viva con el constante miedo de que le pones los cuernos con una china más hermosa que ella.

—No lo insinúes.

—Sé que no lo harías o al menos eso espero. Un mujeriego seguirá siendo un mujeriego. El punto está en que soy quien mejor conoce a mi hermana, por Dios, es mi gemela, y te puedo asegurar que, en lugar de concentrarse en sus estudios, pasará los años de universidad preocupada y esperando un mensaje o una llamada de tu parte.

No tenía palabras, es seguro que eso pasará aunque quisiera evitarlo.

—Sé que te estoy pidiendo algo complicado, tampoco quiero que crea de ti una versión monstruosa, pero lo hago por su bien.

—Lo pensaré — fue lo único que logre decir.

Me marche de allí sin despedirme, llame a mi chofer y en auto de camino a casa, la terrible idea de Dylan cobraba sentido. Lo último que quiero es hacerle más daño emocional y psicológico del que ya le he proporcionado.

La idea de pensar que le haré aún más daño fingiendo que todo solo fue un polvo cuando por dentro mi corazón se hace tripas y deba tragarme todo lo que siento. Tragarme todos mis sentimientos estos meses ha sido tarea difícil y es que una mirada suya hace que olvide todo a mí alrededor solo para ir a por ella. Me he vuelto un total idiota enamorado, solo pienso en ella y nada más ella y la sola idea de vivir y dejarle ir me abruma.

Al llegar a casa, mi madre me recibió con su taza de café recién hecha.

—Llegas más temprano de lo normal — dijo —. Creí que te quedarías a dormir dos días.

—Ocurrieron demasiados percances — contesté desanimado.

—Te declaraste y no salió bien — comentó. Me gire a intentar preguntarle cómo es que lo sabe, pero ella se adelantó —. Soy tu madre, querido, te conozco mejor que nadie. Aunque seas un rompecorazones, mujeriego con la terrible costumbre de permitir que tus padres vean a cada una de tus enamoradas deambular por la casa con poca ropa, sigues siendo mi hijo amado. Además de que eres tan obvio, ¿cómo no sabré todo si solo me hablas de esa chica con ojos brillantes de emoción?

Claro, es cierto. No puedo ocultarle nada a mi madre.

—Todo está bien, mamá, no debes preocuparte — me acerque, le di un beso en la sien y subí las escaleras rumbo a mi dormitorio.

—Jackson — llamó mi madre y me di la vuelta —, mi corazón salta de alegría al pensar que la chica a quien amas es Angie Lowell.

Mi corazón se encogió del dolor y le dedique una sonrisa triste, siguiendo mi camino.

Me tire a la cama y mire la ventana, pensando. Me fui sin decirle nada, soy un idiota. Seguro pensará que la he utilizado.

Durante un instante, imagine a Angie pensando todos los días a toda hora si yo estoy con otra chica aprovechando la distancia que nos separa y no le juzgo porque mi reputación me precede. Imaginarle mirando su teléfono ansiosa, esperando una llamada o siquiera un mensaje de buenas noches de mi parte. Me imagine pensando si ella conoció a un tipo mejor que yo que nunca le lastimaría de la forma en que le he lastimado.

Mi teléfono estaba lleno de sus mensajes y a toda hora ella llamaba, sin embargo no conteste en ninguna ocasión.

Después de tanto, tome una decisión.

Esa virgen es mía |Jackson Wang|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora