12 | the grief

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DOCE
el luto







La herida arde. Mi espalda está cubierta de sangre, pero me las arreglo para caminar a trompicones. Cada paso, cada descarga de dolor que me recorre, me recuerda que Jared ya no está.

La garganta me arde también. Le he cantado hasta que se ha quedado inmóvil y el cañonazo ha sonado, e incluso después de eso. Le he cantado todas las canciones que me recuerdan a casa, a nosotros dos y a nuestra infancia, mientras sentía que en cualquier instante me quebraría por completo.

No sé qué voy a hacer. Apenas quedamos cuatro tributos. Annie. Reyna. La niña del 12. Yo. No recuerdo unos Juegos tan rápidos en mucho tiempo: demasiadas muertes simultáneas.

Acabo de matar a dos personas. Otras tres más también han muerto. Me apoyo en un árbol cercano y vomito bilis solo por recordarlo. Robert. Shine. Kurt. Ruby. Y Jared.

La herida me duele al inclinarme hasta el extremo de hacerme chillar. Me dejo caer contra el árbol, apoyando el hombro contra éste. Sé que se me infectará si no hago algo rápido, pero mis energías se agotan y dudo que pueda seguir caminando por mucho tiempo.

Escucho unas pisadas cerca. Alguien corre hacia mí. Me deslizo hasta el suelo, incapaz de huir. La visión se me oscurece.

Alguien me toca el brazo. Giro la cabeza y distingo un rostro borroso y una melena rubia. Pienso que Reyna ha venido a por mí, para terminar de matarme.

Pienso que eso no está tan mal. Después, cierro los ojos entre chillidos, cánticos y las últimas palabras de Rue.

 Después, cierro los ojos entre chillidos, cánticos y las últimas palabras de Rue

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Violet me ha dejado preparado el desayuno. Lo veo tan pronto entro en la cocina. Pese a que es temprano, la casa está vacía: todos están ya en los campos. Los niños y niñas empiezan a trabajar en ellos a los diez años. Hoy no ha dormido en mi casa ningún niño menor de la edad, por lo que no debo preocuparme por ellos. Desearía que sí hubiera alguno: así podría distraerme, al menos.

Sé que la pesadilla me dejará agotada por el resto del día. Me preparo un café cargado, lo que puede que no sea la mejor idea teniendo en cuenta lo escasos que estamos en él. Soy de las únicas personas en el distrito que puede permitirse la bebida. Además de ello, casi nunca está disponible en el mercado.

Observo el exterior por mi ventana. La Aldea de los Vencedores se ha vuelto aún más triste y deprimente desde la muerte de Seeder. Ni siquiera llegamos a tiempo para el funeral. Los médicos nos dijeron que había sido una recaída grave y que no habían podido hacer nada.

Puedo imaginarme a Snow frotándose las manos con satisfacción ante ello. No sé por qué lo ha hecho, pero estoy convencida de que, si no ha mandado matar a Seeder él mismo, le ha dejado morir. Puede que solo quisiera darme otra advertencia o comenzar a castigarme. Puede que ni siquiera lo haya hecho por mí.

✓ EYES OPEN » finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora