16 | the tributes

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DIECISÉIS
los tributos







Me despierto antes que Finnick a la mañana siguiente. Por un momento, la desorientación me hace incapaz de comprender qué estoy haciendo allí.

Luego, recuerdo las rosas de la noche anterior.

Tengo un brazo sobre Finnick. Lo levanto cuidadosamente y me incorporo tratando de hacer el menor ruido posible. Ignoro qué hora es, pero confío en que sea lo suficientemente temprano como para llegar a tiempo a desayunar con Chaff y Parry.

—¿Te vas?

La voz somnolienta de Finnick me detiene. Poso mi mirada en él, pero sigue con los ojos cerrados. Puedo apreciar sus labios levemente curvados hacia arriba, sin embargo.

—Deben estar esperándome —respondo, en voz baja—. Hoy empiezan los entrenamientos.

Finnick esboza una mueca. Da la impresión de que, tan solo por un momento, ha olvidado todo lo que sucede y sucederá. Abre los ojos y se incorpora.

—¿Nos vemos abajo? —mascullo, con la misma emoción que tendría en un funeral.

—Eso me temo.

Le dirijo una sonrisa de circunstancias antes de marcharme a toda prisa. Aún no hay nadie a la vista en la planta del 4. Subo al ascensor a toda prisa y pulso el botón del 11.

Sin embargo, se detiene antes en el 8. Dae aparece tras las puertas y una expresión de incredulidad inunda su rostro.

Me sujeto con más fuerza el albornoz.

—Buenos días —saludo.

—Buenos días —responde ella, arqueando una ceja—. ¿Subes o bajas?

—Subo.

—Esperaré al siguiente, entonces —dice y, tras haber pulsado yo el botón para que las puertas se cierren, añade—: Espero que hayas pasado buena noche.

No tengo tiempo a responder. Inspiro lentamente y bajo en mi planta. Cómo no, Parry y Chaff están sentados a la mesa. Para una vez que Chaff se digna a presentarse en el desayuno...

Ambos me observan fijamente. Carraspeo.

—Voy a vestirme —anuncio.

Ninguno responde. Corro a mi dormitorio y me detuvo bruscamente en la puerta al notar que los pétalos de rosa que había sobre la cama han desaparecido: no queda ni uno solo de ellos.

También se ha ido el olor. Creería que todo había sido una invención mía si no fuera por el papelito doblado que hay sobre la mesita de noche. Apostaría mi vida a que aquello no estaba ahí la noche anterior.

Lo cojo con dedos temblorosos y lo abro lentamente. Una única palabra está escrita en él, en mayúscula y letra clara.

BIENVENIDA

Hago una bolita con el papel y vuelvo a dejarlo sobre la mesa. Respiro hondo. Mi situación es lo bastante horrible ya de por sí. No necesito que Snow me la empeore, porque puede que entonces estalle. Necesito unos segundos para tranquilizarme antes de hacer lo que había ido a hacer.

✓ EYES OPEN » finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora