FPB. 5

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3:34 a.m

Había decidido quedarme en la sede a la noche. Solo las mujeres que hacían guardia de noche estaban, por el otro lado, la sede estaba vacía. Todas habían ido a casa, con sus maridos y novios perfectos, mientras yo debía cuidar a mi experimento fallido. Sonaba irónico: todas con su hombre perfecto pasándola bien, y yo aquí en la puerta de una celda, observando al hombre imperfecto, el único en la tierra, dormir como un desgraciado.

POEB estaba acostado en el piso, con su panza hacia arriba y las manos detrás de la cabeza, en posición relajada. Sus ronquidos de oso alertaban a cualquiera de que estaba dormido o en un pequeño coma de horas.

Odiaba admitir que POEB era tan bello, y al mismo tiempo el demonio en persona.

Allá afuera, cada mujer tenía a su hombre perfecto, creado en base a lo que cada una deseaba. Si te cruzabas un hombre casado por la calle, ni esperaras que te mirara siquiera. Los hombres creados por la FPB eran: fieles, amables, cariñosos y…básicamente todo lo que desearas. Nunca te harían sufrir, nunca te lastimarían, nunca te engañarían y ni pensarían en abandonarte. Eran perfectos, no había otra palabra para describirlos.

Suspiré al ver que POEB no planeaba despertarse hasta unas horas, por lo que me resigné y me senté en la celda de enfrente, bastante alejada. Pensé en qué le depararía a mi trabajo ahora. Es decir, Alisa Kozlov, la directora rusa de la FPB, seguramente me dejaría afuera de sus laboratorios. Con todo el trabajo, estudio, tiempo y sacrificio que me había costado. Una pequeña lágrima se deslizó cuesta abajo con esos pensamientos. No quería ni pensarlo.

Kozlov no sería indiferente conmigo, es decir, había cometido un error catastrófico que seguramente pasaría a la historia. La rusa se encargaría personalmente de que yo perdiera mi trabajo, que en resumen, era mi todo.

Lo único que podía pensar era cuando yo me burlaba de las rusas, que eran el centro de la FPB, por ser tan duras y frías. Recuerdo cómo me burlé de Kozlov también, y ahora me sentía culpable. Porque ella era la única que podía ayudarme, y ayudarnos, porque esto no se trataba de mí y mi error, se trataba del futuro que tendría la FPB.

-¿No podrías haberte ido a sentir miserable en otro lado? Me despertaste con tu lloriqueo, nena. –Esa voz otra vez.

Alcé la mirada, entre medio de lágrimas.

-No espero que lo entiendas. Al parecer, no tienes sentimientos.

Los ojos celestes de POEB destellaron brevemente.

-¿Disculpa? –inquirió autoritariamente.

Me levanté del piso, tomé mis carpetas y lapiceras.

-Que ya me voy, adiós. –le contesté y comencé a salir. Entonces, su voz me detuvo.

-¡Espera! –me gritó. Con un suspiro de cansancio y molestia, me di vuelta nuevamente.

-¿Qué? –le dije.

-¿Qué van a hacerme mañana? –preguntó. Esa fue la primera vez que vi el miedo en sus ojos.

-No lo sé. –respondí, pese a que sí sabía algo remoto.

POEB frunció el ceño.

-No me mientas.

-Hay palabras que puedes usar para convencer a alguien, ¿sabías? –dije.

Luego de fruncir el ceño en confusión, su rostro se iluminó.

-Por favor, dime qué van a hacerme. –dijo. Al parecer, él sí podía ser bueno, pero solo si quería.

-No lo sé. –volví a contestar, y di media vuelta. –Que duermas bien.

The Factory of Perfect BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora