No sirvió de nada el gritar y pelear contra diez guardias. Me llevaron hasta una sala y me encerraron con llave, además de sacarme todos mis objetos personales. Allí estaba, observando el piso, intentando pensar en qué podría usar para salir. Hacía cinco minutos que estaba allí adentro, y cada minuto era un tiempo perdido en el que podrían haberlo modificado.
Revisé los bolsillos de mi bata por segunda vez, con la esperanza de que aparecieran las llaves, pero no fue así. Entonces, decidí moverme e inspeccionar. Algo, por más pequeño que fuera, tenía que haber. No tardé en descubrirlo: una rejilla de ventilación. No sabía cómo lo había olvidado, yo conocía la sede como la palma de mi mano. En cualquier caso, ya estaba subida a la silla y trepé me metí apretadamente en la rejilla. Era algo chica, y corría el riesgo de quedar atrapada, pero en todo caso, al menos lo habría intentado. Comencé a arrastrarme, mientras memorizaba el mapa mental que tenía de la sede. Rápidamente supe por dónde debía ir para llegar a la sala de experimentos, donde estarían interviniendo a POEB. Rezaba mentalmente para que él estuviese intentando ganar tiempo, que estuviese resistiéndose o dándoles un gran trabajo para atraparlo.
Era mi única oportunidad, de lo contrario sería demasiado tarde.
En más tiempo del que me hubiese gustado, llegué hasta mi destino, debido a que me había atascado unas cinco veces en el trayecto. Espié por la rejilla: Alisa Kozlov estaba vestida con una bata, tenía guantes de látex blancos y una mascarilla. Había cerca de veinte y tantas guardias, observando en todos los ángulos. Jay también estaba ahí, y me sentí claramente traicionada, aunque ya sabía por qué ella lo hacía. Y POEB se encontraba atado de pies y manos a la camilla de metal, aún despierto y retorciéndose sin cesar. Sin esperar mucho más, destapé la rejilla y salté, esperando caer de pie, aunque claro no soy un súper héroe, y caí secamente contra el piso. Agradecí no quedar inconsciente. Me rodearon en un segundo, por lo que me levanté lo más rápido que pude e intenté llegar a Kozlov, lo cual, obviamente, no funcionó. En cuanto la directora se percató de mi presencia, bufó de molestia.
-Realmente, Missy Lorenz, eres insistente cuando te lo propones. -dijo con irritación. -¿Ahora qué quieres?
-A él. -lo señalé con la mano, y POEB me miró con sus ojos azulinos, rogándome que lo sacara. Repleto de terror.
-¿Qué parte de "no" es la que no comprendes?
-Negociemos, por favor. -supliqué. Era mi último recurso, y aunque me daba muchísimo terror e inseguridad hacerlo, tenía qué.
-Ya te dije: cuando lo modifiquemos, puedes quedártelo. -volvió a bufar la directora.
-Lo quiero sin modificaciones. Se lo suplico, sé que puedo cambiarlo.
La directora hizo oídos sordos, se acercó a POEB en la camilla, con una aguja en mano.
Entonces, todos mis instintos animales y menos sensatos, salieron a la luz.
-¡No! ¡Déjelo, por favor! ¡No le haga nada, no lo lastime!
En mi intento por adelantarme hasta POEB, las guardias me atraparon y yo seguí gritando y pataleando. Seguramente, se encargarían de darme un buen castigo.
-¡Solo deme una semana! ¡Una semana y lo cambiaré! ¡Se lo juro, pero déjelo en paz!
Eso pareció captar la atención de la directora.
-¿Cómo dices? ¿Una semana? Imposible. -dijo ella, alejando su aguja del experimento, y mirándome con una sonrisa de superioridad.
-Puedo hacerlo. -afirmé, intentando poner toda mi seguridad en mis palabras.
Y al parecer funcionó...
-Hecho. Tienes una semana para modificar a POEB, y si no lo logras, quedas afuera de la FPB.