Sonrió cínicamente en cuanto me vio.
-¿Más calmado ahora? –pregunté irónica. Él me observó con mirada de superioridad, como si estuviera observando un insecto. Me irritaba.
-Claro. –contestó. Era la primera palabra calmada que me dirigía.
-Pues, ¿podría preguntarte unas cosas? –dije, y me senté en la silla que estaba frente a su celda. Él se acercó a los barrotes, y yo me alejé, aún sentada.
-¿Miedo? –preguntó obvio. Un escalofrío recorrió mi columna. Estaba aterrada. No estaba acostumbrada a ver hombres así, ninguna mujer lo estaba.
-No. –le contesté, pese a que mi cuerpo me delataba. Él se rió entre dientes.
-Entonces, acércate, y pregúntame de cerca. –hizo énfasis en “cerca”. No, no y no.
-No, gracias. –le dije cínicamente. Él suspiró, e hizo una mueca, como si fingiera tristeza.
-Entonces, no voy a contestarte, Missy. –me dijo. Algo en escuchar mi nombre en sus labios hizo erizar mis vellos. Pero tenía que intentar arreglarlo, no quería que todos me trataran como una incompetente.
Me acerqué nuevamente a la celda, y saqué el bolígrafo. Ignoré completamente el hecho de que no sabía cómo había averiguado mi nombre.
-Muy bien, ¿sabes cuál es tu nombre? –le pregunté, POEB lo pensó, y luego negó firmemente.
-No, no lo sé. ¿Y tú lo sabes? –me preguntó. Estaba acercándose mucho a los barrotes, eso no me gustaba. No era de fiar.
-No. Te llamo POEB, pero ese es tu nombre “experimental”. –contesté.
-¿POEB?
-Sí, así. –se lo mostré escrito.
-¿Por qué con mayúsculas?
-Porque son iniciales. –le respondí rápidamente. Estábamos conversando fluidamente, no podía permitir que se cortara ahora.
-¿Y qué significan? –me dijo, con una mueca de molestia en su rostro. Qué raro ¿no?
-Prototype Of Extreme Beauty. –dije. Él alzó sus cejas.
-¿Belleza extrema? –preguntó. Oh no, ahí viene su parte egocéntrica de hombre imperfecto.
-Sí, qué lástima que me haya salido tan mal. –dije, solo para bajar su ego de las nubes. Su cara lo dijo todo: lo había conseguido.
-¡Yo no soy tu jodido experimento! ¡Soy una persona! –me dijo gritando, y se paró. Yo también lo hice, con miedo a su reacción.
-¡No, tú eres mi jodido experimento! ¡Yo te cree, sin mí no existirías! –Él tensó la mandíbula.
-Repite eso, y verás quién ya no va a existir. –habló entre dientes. Traté de ignorar mi miedo, y ser valiente por una vez.
-No estás en condiciones de amenazar. –repliqué. POEB gruñó como un león enjaulado.
-¡Sácame de aquí, maldita sea! –gritó y comenzó a zarandear con violencia los barrotes. Yo tragué saliva.
-No. –le respondí, y salí de ahí.
*
-Missy…-Lori y Maia venían tras de mí. Por alguna razón, estaba llorando.
-Chicas. –dije, y fui hasta ellas, que me recibieron en una abrazo. –Voy a perder mi trabajo, y todo por ese estúpido experimento…-sollocé lastimeramente.
-Missy, no vas a perder nada. Kozlov sabrá que no fue tu culpa…-Maia me decía, acariciando mi espalda.
-Maia tiene razón, Kozlov no es estúpida, sabe que no fue tu culpa. –Lori acotó.
-Él es un monstruo. –susurré. POEB era un experimento fallido, pero era algo más que eso.
Había que destruirlo.