FPB. 20

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Seguramente todos pensarán que alguien llegó entonces a rescatarnos, y que mágicamente le dio vida a Roth nuevamente, pero eso no pasó. En vez de una fuerza mágica, llegó Jay con sus guardias. Yo gritaba y lloraba cual psicópata, Jay en cuanto vio la escena, se permitió luir sorprendida.

Pero aún faltaba lo peor, cuando llegó Alisa, la directora, y observó con las facciones sin expresión alguna. Observó a Roth con desdén y asco, y entonces lo supe.

-¡Asesina! ¡Tú le disparaste! –grité a Kozlov, con todas mis fuerzas.

Estaba fuera de control. Aún peor fue cuando las guardias levantaron el cuerpo de Roth y se lo llevaron, haciendo caso omiso de mis gritos y llanto espeluznantes.

-¡Cállate la maldita boca, Lorenz! –me ordenó la directora. -¡Afuera todo el mundo! –dijo con voz alta y dura. Mis ojos ardían de tanto llorar, y me dolía la garganta por los gritos, pero esto no iba a quedar así.

-¡Eres una asesina! –le grité, tirándome hacia adelante y tratando de sacar mis manos esposadas por los barrotes para atacarla. Ella solo me miró con desprecio.

-Eres una tonta, fue por tu bien. –dijo Kozlov, cruzándose de brazos y alejándose de mi celda.

-¡Suéltenme! ¡Sáquenme de esta sucia celda!

-Puedes volver a trabajar en la sede, yo misma me ocuparé de borrar tu expediente y todos tus errores. Volverás a tu vida antes de POEB…-Ella hablaba como si nada, como si no hubiese matado a un ser humano. Como si le valiera poco y nada todo.

-¡Nunca trabajaría nuevamente para esta organización de asesinas! ¡Nunca más! –Kozlov rodó los ojos y bufó en señal de que la estaba exasperando.

-¿Qué quieres entonces? ¿Morir? –Apreté mis puños y la mandíbula.

Tenía que pensar, tenía que huir.

-Sí. –contesté sin más.

-Será un desperdicio de inteligencia, pero si es lo que deseas. –se agachó hasta tomar el arma escondida en un cinturón. Pero no era algo improvisado como Jay, no. Kozlov tenía cajitas de municiones junto a su arma en el cinturón.

Con toda la tranquilidad del mundo, como si estuviese lavando la ropa, sacó una munición y la colocó en el arma. Sacó el seguro y me apuntó.

-¡Espera! –le dije de repente.

-Sabía que no lo har…

-¿Me matarías afuera de la celda? ¿Y sin estar esposada? –le pregunté, mostrándole mis muñecas mutiladas. Kozlov suspiró.

Tomó la llave de la celda y la abrió, dejándome salir.

-Un movimiento en falso y te liquido. –advirtió, mientras tomaba mis muñecas sin cuidado y abría las esposas.

Apenas las soltó, sin mucha habilidad de mi parte inexperta, le saqué el arma de las manos y casi se me cae.

Cuando la apunté, ella se dedicó a reír.

-Sabía que harías eso. –me dijo, y sacó otra arma con rapidez. Apuntó en mi dirección, a mi cabeza. Y yo a la suya. –Piensa las probabilidades, Missy. Tu arma tiene una sola bala, mientras que yo tengo todas las que desee. Además, no me matarías.

Ella tenía razón.

Pero me subestimaba.

-Adelante, hazlo. Sé que no eres lo suficientemente valiente. Si lo fueras, ya lo habrías hecho.

Entonces, sonó un disparo en la habitación.

The Factory of Perfect BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora