No la había matado. Le había dado a su rodilla, justo donde había querido. Kozlov lanzó un grito de dolor, al mismo tiempo que no podía soportarlo y se cayó al suelo. Le saqué su arma sin pensarlo dos veces, aunque me costó luego de un pequeño forcejeo, lo conseguí.
-Te voy a hundir, a ti y a esta maldita organización. Te lo juro. -le dije, y salí corriendo de ahí, cerrando con llave. No había ni una guardia en la puerta, lo cual fue extraño. Pero no lo pensé mucho tiempo, antes de dirigirme a las escaleras que subían, iba a buscar las salidas de emergencia. Las más cercanas que llegase a encontrar.
Mientras corría, me aseguré de que la carta de Roth estuviese en mi bolsillo, y unas lágrimas se deslizaron cuesta abajo mientras revivía el momento.
Unos giros a la izquierda, a la derecha y luego hacia el frente. Pasé por laboratorios con científicas que seguían con su trabajo como si nada. Pero no me crucé a nadie fuera de habitaciones, o laboratorios. Después de unos cinco minutos, avisté la primera salida de emergencia. No había nadie.
Tomé la manija y se abrió sin ningún esfuerzo. Pero entonces, las alarmas de la sede empezaron a resonar en todos lados.
La voz de Jay se hizo notar en el altoparlante.
-¡Atención, Missy Lorenz se está fugando por la puerta de emergencia del sector 5! ¡Deténganla!
No necesite más que escuchar mi nombre para salir corriendo por la puerta. Afuera, era de noche, había unas pocas luces y no se veía casi nada, salvo por las linternas de las guardias que estaban buscándome. Ahogué mis respiraciones agitadas, y comencé a correr escondiéndome detrás de bancos, plantas, árboles o cubos de basura. Lo que fuera me servía. Las alarmas se oían desde ahí afuera, lo que hacía que mis nervios se fueran por el cielo.
Pude llegar hasta la puerta de ingreso a la sede. Que obviamente estaba cerrada y custodiada. Pero solo había dos guardias. Pensé en usar el arma, pero no podía matarlas. Yo no era Kozlov.
Cuando un reflector se encendió, vi las caras de las guardias que estaban ahí.
Lori y Maia.
No lo pensé, solo lo hice.
Salí de donde estaba escondida, con el arma en manos, apuntándolas.
-Abran las puertas, ahora. -ordené. Ellas no levantaron sus armas como esperaba, solo las tiraron al suelo.
-Estás bien...-susurró Lori, mirándome con lástima.
-Abre la puerta. -volví a decir, y quité el seguro del arma. -No tengo miedo de dispararles.
Maia hizo un gesto negativo.
-Lo sentimos, pero...
-¡Él está muerto, de acuerdo! ¡Ya no hay nada de lo que deban "protegerme"! ¡Si alguna vez fueron mis amigas, abran la puerta! -apunté a un punto medio entre sus cabezas.
Se miraron y Lori se quitó la llave del cinturón y me las tiró al aire.
Las atrapé, y las miré.
-Lo sentimos. -dijo Lori, hablando por las dos. De un segundo a otro, ambas salieron corriendo.
Con rapidez, abrí la puerta principal, lo cual me tomó unos minutos. Hizo algo de ruido al abrirse, debido a que era muy grande, pero apenas tuve un espacio para salir, corrí afuera, sin darme la vuelta a ver si me perseguían o no.
