📚 Thirty-six

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[Depto. de Tn]

Takeo abrió la puerta, había regresado de la reunión con su cliente.

– Estoy de vue-... ¿Hm?

Levantó una ceja extrañado cuando vio una taza en el suelo, partida en pedazos junto a un enorme charco de café. Dejó su maletín a un lado y se agachó, tocando el café para tomar su temperatura.

«Aún está tibio, quiere decir que no fue hace mucho...», pensó.

Se levantó y cerró la puerta, para encaminarse con cuidado por el departamento.

– ¡Tn! –llamó.– ¡Tn, ¿Estás aquí?!

Llegó a la sala, viendo el televisor encendido y una película pausada casi a la mitad. Frunció el ceño, extrañado. Volvió hacia la entrada tras buscar el trapeador y limpió el café del suelo; al terminar, suspiró peinando su cabello hacia atrás, y levantó la ceja al sentir un aroma extraño.

– Eso es...

Aspiró un poco, para sentir de nuevo aquel aroma.

– Perfume...de hombre...

Abrió los ojos con sorpresa, recordando lo que Tn le había dicho días atrás.

<<Flash Back>>
– ¿Cómo dices? –preguntó sorprendido.

– Lo que oíste –dijo Tn al otro lado de la línea.– Él estuvo aquí, sentí su perfume en mi departamento...perfume de hombre, como un "Menard". Lo sentí al entrar, y en todo el departamento.

– Entiendo...

– ¿Puedes venir? No quiero decirle a mi mamá, la preocuparía.

– Ah...Estoy ocupado hoy, pero...en cuanto me desocupe del trabajo, iré a verte, ¿Bien?

– E-Está bien...Gracias.

– Claro, no te preocupes.
<<Fin Flash Back>>>

– Perfume Menard, ah... –frunció el ceño.

«Souta...Él estuvo aquí, estoy seguro», pensó, chasqueando la lengua.

[Depto. de Souta]

Tn se removió, despertando; abrió los ojos e intentó levantar una mano para llevarla a su cabeza, notando que no podía hacerlo. Bajó la mirada y levantó ambos brazos, notando que tenía esposas en sus muñecas.

– ¿Qué...?

Intentó hacer fuerza para quitárselas, y comenzó a forcejear, peleando con las esposas. En los bruscos movimientos, cayó al suelo, notando que tenía esposas en sus tobillos también, y que no llevaba la ropa que tenía antes de quedar inconsciente, ahora tenía una camiseta negra sobre su ropa interior. Abrió los ojos con sorpresa, sonrojándose.

– Souta... ¡Maldito payaso! –gritó molesta.

Decidida a quitarse las esposas, intentó sacar su kagune para ayudarse, pero este no salió; extrañada, intentó un par de veces más, pero nada.

– ¿Qué está...?

– No puedes usar tu kagune, querida –rió.

– ¿Ah? –lo miró.– Souta... ¿Qué demonios es esto? ¡¿Qué hiciste?!

– Te secuestré –rió.– Le dije a Takatsuki Sen-sei que yo cuidaría de ti, y eso es lo que haré –se acercó a ella.

– ¿Por qué no puedo usar mi kagune?

Sweet Escape 📚 Eto YoshimuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora