📚 Nine

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Tn estaba sentada en una banca, con su teléfono, algo aburrida. Esperaba a su nuevo "entrenador": Ayato. Él le había dicho de reunirse allí para luego llevarla al lugar en donde entrenarían. Para ese día se había vestido más cómoda, con leggins negros, una blusa de tirantes negra y una sudadera blanca; tenía zapatillas deportivas y el cabello recogido en una alta coleta.

«¿Cuánto más tardará? Ya pasaron 15 minutos de la hora indicada», pensó y suspiró.

– Hey –llamó alguien, deteniéndose delante de ella.

La chica levantó la cabeza, viendo al peliazul.

– Ayato-kun –sonrió.– Buenas tardes –se levantó.

– Hola. Sigueme –giró, comenzando a caminar.

– ¡S-Sí! –asintió, siguiéndolo.

Tras unos minutos de caminar, llegaron a una zona subterránea. La chica dejó su mochila a un lado, mientras el menor se quitaba su chaqueta.

– Muy bien, muéstrame tu kagune.

– Sí –asintió.

La castaña sacó su kagune, era un bikaku de color negro y rojo. (multimedia)

– Bikaku, bien. ¿Algunas vez has peleado?

– No.

– ¿Usaste tu kagune?

– Ahm. No, mis padres sólo me dijeron qué era y me enseñaron a controlarlo un poco, pero nunca aprendí a pelear con él.

– Maldición, esto será lago... –chasqueó la lengua.

Tn sonrió nerviosa.

[2 semanas después]

Tn saltó hacia atrás y, con su kagune. atacó al peliazul, lanzándolo lejos. Ayato, al recibir el golpe, voló unos metros y cayó al suelo, dando unas vueltas por el impacto. Ella, sorprendida, cubrió su boca con ambas manos.

– ¡Ayato-kun! –corrió hacia él y se arrodilló a su lado.– ¿Estás bien?

– Tonta –se incorporó.–, no debes preocuparte por el enemigo.

Ella rió.

– Lo siento.

– Estoy bien.

La chica se levantó, ayudando al menor a levantarse.

– Fue un buen golpe. Estás lista para pelear.

– ¿Tan rápido? Vaya...Ayato-kun, eres genial –lo abrazó.

El chico se tensó, sonrojándose.

– ¡¿A-Ah?!

Un teléfono comenzó a sonar.

– Oh, es el mío.

La castaña soltó al chico y corrió hacia su mochila, sacando su teléfono de ella para contestar.

– Taki.

– Cariño, ¿Dónde estás?

– Ahm –miró al menor.– Estoy con mi entrenador, ¿Por qué?

– ¿Entrenador? Ah, como sea. Tu madre acaba de llamarme, dice que no le contestas el teléfono.

– No lo oí, lo siento.

– Dime dónde estás e iré por ti, tenemos que salir en unas horas.

– ¿Salir?

– ¿Lo olvidaste?

Sweet Escape 📚 Eto YoshimuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora