Capítulo 17

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Quien sabe si sería por tener un espíritu altruista, o simplemente porque era un entrometido, que el señor Spencer en cuanto dejó a su esposa de regreso en casa, se fue directamente al hotel de Mayfair donde con seguridad encontraría a los hermanos Baker.

***

-Buenas tardes, señor Spencer, justamente nos preparábamos para marcharnos -informó Adrian a George, dándole un apretón de manos.

-No pueden marcharse aún. Acabo de recibir información de un importante hombre de negocios que está interesados en conocerlos para brindarles su apoyo.

-No entiendo. Nuestro banco está muy bien consolidado. No hemos perdido ni una libra desde que papá murió.

-Sí, lo han llevado muy bien, pero están pensando en expandirse, ¿no?

-Eso es correcto.

-Bueno, entonces, este hombre los puede ayudar.

-No veo como.

-Él es del sur.

-¿Quién es?

-Desea permanecer anónimo por el momento. -Eso lo había inventado él.

-No sé si será prudente por ahora...

Fred que había estado en silencio durante la charla, siseó muy cerca del oído de su hermano.

-Esta podría ser la oportunidad que estamos esperando.

-¿Y si nos encontramos a Blossom, otra vez?

-Estaremos en guardia, si ella aparece nos retiramos enseguida.

Adrian pareció pensarlo un instante.

-¿Cuándo será eso?

-Le confirmo lugar y fecha, pero no se preocupe que será por estos días.

-Está bien, allí estaremos, señor Spencer.

***

-Mamá, papá, necesito que preparen una cena y que inviten a todos los que puedan, los mismo que estuvieron anoche en Hyde Park.

-¿Por qué?

-Es una sorpresa que deseo darle a mi novio.

-¿Él vendrá?

-Por supuesto que sí.

-Ya no tenemos tiempo -se quejó Abbie.

-Sí hay. La haremos pasado mañana, mamá, y si tú no quieres la organizaré sola.

-¡Ni lo pienses!

***

Más tarde, Blossom pensaba en su cuarto cómo haría para que Adrian no se marchara en cuanto la viera. Tendría que urdir un plan muy bueno. Necesitaba tenerlo en sus manos para que no se negara a lo que pensaba pedirle, o más bien exigirle a cambio de su silencio, pues dudaba que él aceptara de buenas a primeras que los hombres de negocios se enteraran del engaño al que había estado jugando este último tiempo. Ya con una idea más clara en mente, bajó en busca de sus padres.

-Mamá, tienes que contratar camareros, y deberán usar un antifaz negro al momento de servir.

-¿Y ese capricho?

-Es eso mismo, un capricho... Los antifaces los compraré yo mañana. Papá, ¿te puedes encargar de escribir las invitaciones y enviarlas mañana?

-¿Cuál será el motivo de la cena?

-Presentar a mi prometido en sociedad, recuerda que no lo hemos hecho.

-¡Es cierto!

-¿Ves?

La hija del mineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora