Capítulo trece.

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''Llega un momento que no puedes seguir callando esas cosas que te duelen o te molestan y por una simple cosa explotas.''

Lunes, maldita sea. Las mañanas comienzan igual qué siempre, me baño rápidamente despojándome de pensamientos y relajándome, eso me gusta. Sentir el agua cayendo por mí cuerpo, refrescan-dome y limpiándome. Haciéndome sentir nueva otra vez.

Al ya estar completamente vestida con algo que me siento cómoda.. sin olvidarme de mí sweater verde oscuro encima, cojo mí celular y salgo de la habitación con mi mochila colgada de un solo hombro. No llevo más de dos cuadernos y mí estuche.

Salgo de casa, siendo indiferente con los demás. Saco -como siempre- un cigarrilo de mi bolso, y lo prendo sin más. Empiezo a inhalarlo, y sintiéndome más relaja que cuando me baño. Esto si es un hábito, pero me encanta... me encanta su sabor a menta.

Ahora, recordando mientras camino directo a la secundaria, el beso de Mario. Sabia exactamente a chocolate y menta, era delicioso. Como una droga más. Sus labios finos y delgados, ni pequeños ni grandes, perfectos. Pero, ¿y los de Sebas? aún me pregunto porqué sigo pensando en él, después de lo que me hizo. Pero, sus labios, tan rosados y encajados a los míos, ¿por qué será?, también me pregunto tantas veces... ¿para qué me utiliza? todo sería más fácil si yo nunca me hubiera enamorado de él.

Al llegar a la secundaria tiré el cigarrillo al suelo y lo pisé, fijándome en Mario, quien me esperaba en la puerta, con una pierna encima de la otra, sensualmente apoyado con sus manos en sus bolsillos. ¿Tenía que ser tan jodidamente hermoso? no digo qué me guste, quizá no lo quiera aceptar. Pero, me atrae. Solo eso.

-Hasta que se dignó a aparecer la dama. -Bromeó rodando sus ojos sarcásticamente. Me fijé en la hora de mi celular.

-Hey, no es tan tarde. Todavía ni tocan, reclamón. -Susurré y besé su mejilla, sintiendo una conexión bonita, y escalofriante a la vez. Me separé inmediatamente tímidamente y sonreí leve.

Entramos juntos, acompañándolo a su casillero, para sacar los libros de geografía que a el le tocaban, en cambio, a mí me tocaba química, dos horas de diferencia. Espero que no sea nada grave lo que pase allí adentro.

Ya en clases, me senté como siempre de las últimas, y empecé a tomar apunte sobre lo que decía la Señorita Smith. La única materia que me interesaba---creo. Pero en fin, siempre me sentaba sola, y a nadie le importaba. Ni a mí.

-Bien chicos, necesito que hagan está actividad de la página del libro 142. Yo iré nombrando los grupos, serán obligatoria-mente. -Avisó la Señorita Smith. Abrí mis ojos con pánico, debía hacerlo sola... por favor.

Empezó nombrando por lista, el uno-dos, tres-cuatro, y así. ¡Adivinen quién es el tres y el cuatro! Sebas y yo. Lamentablemente, joder. Me iba a morir. Me paré inmediatamente del asiento, tenía que convencerla de hacerlo sola.

-Uhm, señorita Smith. ¿Puedo hacer el trabajo sola? por favor. -Rogué, mirándola fijamente a los ojos con lástima, tú puedes convencerla, _____.

-Sé tu situación, _____. Pero, por ésta vez, no puedo. Sabes que te dejaría hacerlo sola, pero... ya sabes. Sí te dejo a ti, todos querrán. Lo siento. -Respondió con ¿pena? y yo solo asentí, dirigiéndome hacía donde estaba sentadoSebastián.

Y sinceramente, esto era lo peor qué me podía pasar en el día.

-Toma asiento. Te tengo una propuesta. -Murmuró Sebastián, mirándome de arriba a abajo. Con bastante interés.

-Di-dime.. -Susurré, acomodando mi falda para qué no se levantara. Colocando mi libro, cuaderno y estuche encima de la mesa.

-Tú haces la tarea, yo no te joderé en nada. Luego, tan fácilmente dices que la hicimos juntos y que no hubieron problemas. ¿Aceptas? -Oh, qué ingenioso Villalobos. Siempre lo mismo.

"Depression" Sebastián Villalobos y tu-1° TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora