Maratón 2/3; “No importa a dónde vas o qué haces para distraerte, la realidad siempre te encuentra.”
Entré a la casa diciendo un 'permiso, buenas tardes' a las personas que se encontraban ahí. Sonreí falsamente subiendo a la habitación de huéspedes que me habían otorgado. Cerré la puerta y golpeé mi cabeza suavemente contra esta.
—Soy una maldita perra. Jodí todo. Idiota. Idiota. —Me susurraba a mí misma.
Me giré y ahogué un grito al ver a la madre de Mario sentada en la cama, indicándome que me sentara junto a ella. Le hice caso y al sentarme con ella, agaché la mirada avergonzada de que me viera llorar.
—Bueno, hola ______. Necesito hablar contigo. —Murmuró amablemente tomando mi mentón, haciendo que alzara la mirada.
—Si quiere echarme, no hay problema. Me puedo ir, está bien. —Susurré tristemente y ella negó con la cabeza sonriendo.
—No te preocupes por eso. Mira, te explico. De lejos te puedo conocer tan bien, que sé que te cortas y tienes problemas alimenticios. ¿Sabes por qué lo sé? Porque yo también sufrí lo mismo, ¿y sabes quién estuvo ahí para protegerme de todos? —Negué con la cabeza, mirándola incrédula. —Bueno, ahí estuvo el padre de Mario. Yo también sufrí por un chico, y el padre de Mario estaba celoso, pero lo disimulaba mucho, quería protegerme de todos. —Reímos. —No te preocupes por las actitudes de Mario, él quiere hacer lo mismo; porque es lo que yo le he enseñado. —Sonrió con orgullo por su hijo. —Incluso, si hubieras sido una rubia hueca, que los padres echaron de casa, no la hubiera dejado quedarse.
—Wow, nunca lo imaginaría de usted. Se ve tan simpática, y es como si desde siempre ha tenido una vida perfecta, esto me ha dejado incrédula. De verdad. —Confesé y ella asintió.
—No me trates de usted, dime Sissy {si tu sabes como es el nombre de la madre de Mario, ponlo en un comentario, porfavor}. Y bueno, ahora mi vida es así, gracias a mi esposo e hijos. A los 17, casi 18, lo único que quería era morir. Acabar con todo, pero mi esposo me insistía que me fijara en el futuro. Agradezco muchísimo que se haya cruzado por mi camino, él me salvó de muchas cosas.
—¿Él murió? —Pregunté.
—No. —Sonrió. —Está de viaje por su trabajo, llegará en unos dos... tres días más, creo.
—Oh, será un gusto conocerlo. —Dije contenta. —Muchas gracias Sissy, en serio. No había conocido a nadie como tú.
—No te preocupes, cariño. —Me guiñó un ojo y se levantó de la cama. La imité rápidamente. —Bueno, tengo que terminar la cena. Hablamos más tarde. ¡Por cierto! Cualquier cosa que necesites, dime a mí.
—Por supuesto, y gracias de nuevo. —Dije antes de que volviera a salir por la puerta para dirigirse a la cocina.
Me quedé sorprendida y decidida a ir a pedirle perdón a Mario, no podía desaprovechar su amistad, no podía desvalorar todos sus sacrificios hacia mí. Mario sin duda era el mejor amigo del mundo. Salí de la habitación, y toqué la puerta de su habitación. No contestó nadie, así que volví a tocar, y nuevamente fui rechazada. Abrí la puerta lentamente y Mario se encontraba dormido en su cama. Sonreí con ternura y cerré la puerta otra vez. Tomé una manta que se encontraba cerca y lo tapé para que no le diera frío, aun no era tan tarde, quizá recién oscurecía.
Me acosté a su lado, y besé sus labios tiernamente. El se removió sonriendo pacíficamente, sonreí nuevamente. Era tan tierno. Era tan único, era tan él. Sin duda me estaba empezando a enamorar de Mario, y debo admitir que tenía miedo, hay chicas mucho más hermosas y perfectas que yo, ¿Y si él se enamoraba? Me conozco tan bien, que podría decir que no soy lo suficiente buena para él. Mario lo dijo ''Ahora mismo podría estar tirándome a cuántas tías quiera.'', y tenía razón. Pero no lo hacía, no lo hacía por mí. Y eso me parecía jodidamente tierno.
Horas después me desperté, y me di cuenta que había amanecido. La alarma de Mario nos había despertado. Me alarmé y salí de allí lo antes posible, tenía que ducharme y cambiarme. Cerré la puerta de su habitación y corrí a la mía. Rápidamente me despojé de mi ropa en el cuarto de baño, y entré a la ducha. Al cabo de unos minutos, ya estaba lista, así que pasé la toalla por todas las partes de mi cuerpo, hasta quedar totalmente seca. Me ves. Este era unos de mis suéteres favoritos. Tan suaves y holgados que me hacían verme bien. O eso era lo que decían. Un pantalón algo suelto, cómodo, exacto para mi gusto.
Tomé mi pelo en una coleta, esperaría a que se me secara para soltarlo y dejarlo caer por mis hombros. Me eché crema en mi cara, para hacerla ver más brillante y humectada. Me gustaba verme natural. Mis ojos querían resaltar hoy día, así que los delineé con el delineador negro y los encrespé, en mis labios no hice más que echarme un poco de brillo con sabor a mora, transparente. Me veía reluciente, y empezaba a ver cambios en mí. Sonreí con ganas frente al espejo.
''Te estoy empezando a vencer, querido espejo. Quizá desde ahora seamos buenos amigos'', pensé. Estaba decidida a intentar cambiar, quería callarle la boca a muchos, quería dejar de ser la chica tímida. Superaría a Sebastian, no seguiría sufriendo por él. Ni mucho menos por los insultos que me afectan mucho, intentaré superar TODO.
Luego de eso salí del baño y tomé mi pequeño bolso, donde llevaba un cuaderno de borrador y un pequeño estuche con algunos lapiceros, lápiz grafo, borrador y entre otras cosas, una pequeña navaja. Si es que el día iba bien, la botaría.
Salí de la habitación y bajé al primer piso. Allí se encontraba Sissy tomando café, Mario ya estaba despidiéndose de Rousse y su madre. Sonreí a medias y me acerque a despedirme de ambas.
—_______, cariño. ¡Te vez hermosa! —Dijo Sissy luego de darme un beso en la mejilla como despedida. Me sonrojé levemente y susurré un 'gracias', ella me guiñó un ojo y nos abrió la puerta para que pudiéramos salir. —Nos vemos, cuídense.
Hice una señal de despedida con la mano, antes de subirme en el auto de Mario. Abroché mi cinturón y Mario encendió el motor, haciendo partir el auto. Al cabo de unos minutos incómodos, habló.
—¿Qué hacías en mi habitación?
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"Depression" Sebastián Villalobos y tu-1° Temporada
Random"Le dices qué es hermosa, ella dice ''No, no lo soy''. Le dices qué no es gorda, ella dice ''¿Vez esto?'' y toca su vientre. Halagas cómo luce, te dice ''Hay chicas qué se ven mejor qué yo''. ¿Sabes porqué no cree tus halagos? No es porqué no le gus...