Capítulo veintitrés.

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 ''¿Cómo puedo ser feliz si mi mente está tratando de matarme?''


Sentí mi sangre enfriarse en ese momento y tragué en seco. Asentí extrañamente y hablé.

—Uhm, bueno... —Hice una pausa, inhalando aire y exhalando-lo. —... es qué, bueno, lo que pasa, es, sí.... yo..

—¿Podrías decirlo de una buena vez, preciosa? —Preguntó interrumpiéndome, asentí tranquilamente y seguí hablando.

—Lo que pasa es que mis padres me prohibieron volver a acercarme a ti. Yo me negué y desde eso... mi padre me golpeó. —Confesé y la mirada de Mario se transformó en una llena de furia.

—¿Y a qué te refieres con eso? —Preguntó inseguro, mirándome a los ojos con el ceño fruncido.

—Tengo miedo. —Respondí. — Sé de lo que son capaces, y... no quiero que me separen de ti, Mario.

Sollocé y me aferré a sus brazos, respirando tranquilamente su aroma. El soltó un suspiro y me apretó más fuerte a él.

—Nosotros podemos contra esto, en unos... espera, ¿cuándo cumples 18? —Preguntó interesado, haciendo una mueca extraña. Rodé los ojos y respondí.

—25 de septiembre. 

—¿¡En una semana más?! —Preguntó incrédulo y bufé, asentí tranquilamente y el quedó pensativo. —Eso quiere decir que en una semana más, no tendrás que dejarte llevar por lo que digan tus padres. Y además... te tengo una buena noticia.

—¿Cuál es?

—Mi madre tiene un departamento reservado exclusivamente para mí, para cuando entre a la universidad. —Respondió guiñándome el ojo.

—¿Y...?

—Nos podríamos ir a vivir allí si te incómoda vivir acá. —Propuso, contestando idiotamente a mí pregunta. Sonreí a medias y asentí.

—Por supuesto, es una genial idea. —Susurré y lo abracé. Sin duda tengo al mejor amigo del mundo. 


Al día siguiente desperté en la habitación de huéspedes, mis cosas estaban acomodadas, ya que la madre de Mario me había ayudado en todo; Ella era una mujer sencilla y humilde, sin duda muy amorosa. Su sonrisa demuestra calidez y confianza.

El despertador (alarma) sonaba ruidosa-mente. Lo apagué gruñendo en voz abaja y me levanté rápidamente para ir a bañarme. 

Luego de salir de la ducha, tomé mi ropa para vestirme cómodamente y luego amarré mi pelo, dejándolo desordenado y con una pizca de rebeldía. Bajé al primer piso, y me senté junto a Mario para tomarme una leche.

—Buenos días a todos. —Los saludé amablemente y sonreí. Ellos hicieron lo mismo y se sentaron para desayunar.

—¿Siempre te viste con cosas holgadas, a pesar de el calor infernal que hace? —Preguntó Rousse agradable-mente. 

—Sí, ¿por qué? —Respondí confundida y sonreí a medias.

—No sé, curiosidad. La mayoría de las chicas se visten como putas. —Murmuró para que su madre no la escuchara, pero de todas maneras la escuchó.

—¡Rousse! Qué vocabulario es ese, por Dios. —La regañó y Rousse frunció el ceño con molestia. Reí bajito y terminé de tomar mi leche.

—Aunque debo admitir que te vez muy bien. —Me guiñó un ojo y reí. Le respondí con un ''gracias'' y tomé mi mochila junto con Mario. Besé la mejilla de su madre y luego la de Rousse para salir de allí.

Al llegar a la secundaria entré sin más conversando des-interesadamente junto a Mario. Me gustaba no llamar la atención, así no tenías tanta presión; como un famoso, por así decir.

—¿Qué te toca ahora? —Pregunté, guardando el libro de geografía, que me tocaba después.

—Orientación, a ti lo mismo, no seas obvia. —Bromeó y los dos reímos. El timbre resonó en nuestros oídos y partimos al salón de clases.

La misma profesora de la otra vez, que me me caía como el infierno, atravesó esa puerta, fijando su mirada puesta en mí y en Mario. Dejó sus cosas sobre el escritorio y nos saludó con un ''Buenos días'', al cuál todos respondimos desanimados e inmediatamente nos sentamos. 

Me encogí en mi asiento, queriendo desaparecer al sentir la incómoda mirada de la profesora. 

—El tema de hoy será todo acerca de Bullying. Diferentes temas y conclusiones. —Habló y a la mayoría ni le interesó, pero la primera mirada que se fijó en mi fue la de Sebastián, sin ninguna expresión alguna.

Intenté zafarme de todas las miradas puestas en mí, mientras seguía garabateando en mí libreta.

Esto no sería cómodo.
Para nada.

''Cuanto más triste estás por dentro, más grande es tu sonrisa por fuera.''


La profesora conectó su computador para que lo pudiéramos ver en la pizarra con otra cosa que no sé como se llama, o más bien, se me olvidó. 

—Bien, empezamos. ¡Alumnos! por favor, poner atención. —Exclamó molesta y algunos pusieron atención. Miré a la pantalla haciendo una mueca y me decidí a escuchar, quizá podía ser interesante. —¿Alguien sabe lo que es bullying?

—Uhm... ¿molestar? —Respondió un compañero y la profesora rodó los ojos con frustración y se decidió a seguir hablando.

—Bullying se refiere a una conducta agresiva que se da repetidamente e intencionalmente y que no siempre es reconocida como violenta por quien la ejerce. —Hizo una pausa y dirigió la mirada a la pantalla. —Parte de un desequilibrio de poder, ya sea real o percibido entre quien aplica la violencia y su víctima. 

Una compañera levantó la mano, llamando la atención de la profesora, para que ésta le diera la palabra. Nicole habló.

—¿Qué tipos de conductas agresivas están dentro del concepto ''Bullying''? —Preguntó y la profesora se sorprendió por el interés del tema. 

—En eso quedé. —Sonrió amablemente. —Se puede dar de manera física, a través de la exclusión social, el chantaje, el insulto, la amenaza, la intimidación, o el uso de falsos rumores o acusaciones..

Con su respuesta fueron pasando por mi mente todos lo recuerdos de agresión hacia a mí. Los golpes alrededor de mi cuerpo, y los insultos rondando en mi mente. Las imágenes de mis cortes, o recuerdos de cuando vomitaba intencionalmente. Negué con la cabeza, queriendo que se fueran aquellos recuerdos... mis pesadillas.

—Señorita Blair, ¿se encuentra bien? —Preguntó con un interés fingido y asentí, hundiéndome en mi silla, queriendo que nadie me viera. Taylor me miraba extrañamente, sabía que el tema me incomodaba.

—¿Cuántos casos de bullying existen alrededor del mundo? —Preguntó Lucy.

—Existe un sinnúmero de investigaciones en torno a la incidencia de este problema a nivel mundial. Muchas jóvenes adolescentes sufren de agresiones físicas como mentalmente. —Respondió.

Me acordé de Marcela y Vanessa... mí tan querida amiga Vanessa, vaya que extrañaba sus conversaciones, sus consejos, sus tweets tan sabios. Rompió nuestra promesa, pero eso no importaba, me cuidaba desde el cielo. Y por otro lado, Marcela, ella es única; no sufre tantos problemas como yo, pero desde siempre le ha gustado ayudar a otros, y en especial, me ayuda a mí en todo tipo de casos.

—Bueno, alumnos, quiero que en un papel, me anoten el nombre de la persona que no soportan. Por así decir, que odian. Es para un taller. —Avisó y rodé los ojos, pasó entregando un pequeño papel a cada alumno.

—¿Es anónimo? —Preguntó Sebas y la profesora asintió. ¿¡Para que mierda preguntaba eso, cuándo ya sabía que anónimo o no, todos me odiaban a mí?! 


A los minutos el timbre sonó y la profesora retiró los papeles, seguramente todos contenían mi nombre. Salí de allí junto con Mario.

Horas más tarde, el timbre sonaba para la hora del almuerzo. Me dirigí al comedor junto con Mario, y sin más, pedí mi almuerzo; sabiendo que lo terminaría vomitando, o botando así de más. Me dolía botarlo, sabiendo que habían niños/as que darían todo por comer un poco, y me llenaba de culpabilidad ese hecho.

—Señorita Blair, acompáñeme a mi oficina. —Me pidió la supervisora general y sin más, asentí. Mis ojos demostraban la desesperación y los nervios de saber el motivo por el cuál me llamaba a mí.

Al entrar, tomé asiento frente a ella, como me indicó. Mordí mi labio inferior nerviosamente y solté un suspiro. 

—_______, te he estado vigilando estos días. —Hizo una pausa, y la miré a los ojos. —¿Por qué botas la comida?

—Yo... yo... —Dije sin explicación alguna.

—¡Estás muy delgada! ¿Acaso comes? Mírate niña, ¿cuánto pesas? —Preguntó y me miró de arriba a abajo.

—37 kilogramos. —Respondí insegura, hace tiempo no me pesaba. Bajé mi mirada tristemente, estaba gorda y aquella señora parecía una loca con su insistente mirada.

—¿¡37 kilogramos?! —Preguntó gritando. Ay, por favor, no. —Tienes 17... casi 18 años, no es normal pesar eso. Deberías pesar unos 50 mínimo. 

—¿Y desde cuándo le importa, señorita supervisora? —Pregunté incrédula. —Es un tema que debería interesarme a mí, no a usted.

—Señorita Blair, no puedo creer que no se interese por su peso. —Rodó los ojos con impresión. —Puede retirarse. —Avisó con lástima.. —Pero no sin antes, que me de el número de sus padres, necesito hablar con ellos.

Abrí los ojos como platos, y quede boca-abierta. Temblé por completo y me giré para mirarla.
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¡Sorpresa! 

Les adelante este cap por que, no se. Queria hacerlo. En fin 

lei los comentarios del anterior cap (siempre los leo y son geniales, las quiero x3 )

Hay uno que decia que si esta novela era de sebas o de mario?
quiero aclarar que es de sebas:)  solo que apenas biene lo bueno e.e tienen que ser pacientes haha, En el capitulo 25 creo que va a cambiar. va a ser como sebas, sebas, y sebas y ___ e.e solo tienen que ser pacientes.
Adios! nos leemos el Sabado  <3 

¡DIGAN NO A LAS LECTORAS FANTASMAS!

&quot;Depression&quot; Sebastián Villalobos y tu-1° TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora