Positivo [Teddy & Lily]

03. Caballero.

Lily observó a su familia charlar, el tema de conversación había sido el mismo desde que habían estado en la Madriguera, Albus alegaba que no había nadie más imbécil que Stela Martin, mientras los demás intentaban defender a la chica por lo acontecido, pero terminaron dándole la razón al chico.

—Tú no has opinado nada, Lily –soltó Scorpius, tranquilo.

—Opino que ya parece que vives aquí –soltó frunciendo el ceño –para ser un tipo que mantiene su padre, te la vives aquí.

—Diría lo mismo, pero es la casa del padre que te mantiene –soltó Scorpius, frunciendo el cejo.

—Basta –ordenó Ginny –no es para que te comportes así, Lily.

—Olvídenlo.

Cerró la puerta de su habitación de un portazo, avanzó de un lado a otro completamente histérica, con la vista fija en el calendario que seguía como si nada, los días habían pasado, pero no tan simples como ella había pensado.

En la mañana iría a San Mungo, tenía la respuesta, pero aun así, quería estar completamente segura, eso no podía pasarle a ella.

—M—

Por la mañana, salió antes de primera hora rumbo a San Mungo, se quedó sentada en la silla mientras el Sanador le informaba del resultado; era positivo.

Estaba embarazada.

Se cubrió el rostro con las manos y comenzó a llorar ¿cómo había sido posible eso? Había visto a ese hombre colocarse el condón, ella misma había tomado la poción para evitar aquella consecuencia, entonces ¿por qué? ¿Por qué a ella?

—Lo lamento mucho –murmuró el Sanador al verla.

Sabía lo que significaba, no había forma de interrumpir el embarazo, tres meses y medio, se había tardado demasiado en acudir a solucionar aquello.

Tenía que decirles a sus padres pero, la pregunta era ¿cómo iban a tomarlo?

¿Cómo les iba a decir que en su cumpleaños número 18 se había ido a la cama con el primer tipo que se le cruzó en un bar, mientras festejaba haber terminado Hogwarts?

Y que para colmo, había sido la experiencia más decepcionante de su vida; había escuchado a sus primas y amigas hablar de sus primeras veces, todas y cada una si no bien sacadas de un cuento de hadas, al menos habían sido placenteras, contrario de su primera vez.

Donde el placer había sido unilateral; y pasó toda la noche mirando al techo, decepcionada de tener aquel triste recuerdo, y ahora esto.

Sin duda, Stela Martin no era la más grande imbécil en el país, era ella, sacudió la cabeza, llamando la atención de su familia.

— ¿Todo bien, cariño? –Cuestionó su madre.

En algún momento en el shock, había salido de San Mungo, y estaba sentada en la sala, mientras todos charlaban tranquilamente; tenía que salir de aquel embrollo en el que se metió sola.

—Ah... -titubeó.

Su mirada se topó con la de Ted, que entrecerró los ojos, un gesto extraño en él, no sabía si era preocupación, o confusión.

—Tengo... algo... que, bueno, decirles.

Todos guardaron silencio, se acomodaron y prestaron atención, jamás los había visto tan atentos a algo, así que supuso que su cara debía ser toda una preocupación para tener tanta atención en ella.

—Bueno –se aclaró la garganta.

Comenzó a jugar con las mangas de su suéter, en un momento sintió las mejillas arder, la mirada atenta e inquisidora la iban a hacer querer devolver el estómago.