22 | Aún queda gente buena en el mundo

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— Hoy Taehyung y yo hemos ido a ver nuestra nueva casa, nena. Te va a encantar tu nueva habitación, es realmente grande y acogedora. Por fin tendremos un jardín lo suficientemente grande para tener un perrito. — Comenzó Jungkook, observando el rostro de su pequeña por encima la carta del restaurante en el que estaban reunidos los cuatro. Sus ojos brillaban, intrigado por lo que sucedería con su hija, luego de haber dicho aquello.

Taehyung le sonrió con dulzura a la pequeña, buscando verla sonreír un poco también, ya que estaba realmente decaída desde aquella noche.

Baejung movió sus manitas hasta el menú y observó un poco, hasta finalmente apartarlo de su vista, con una mueca triste en su gordito rostro. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Jintan miró sus manos, que estaban debajo de la mesa, triste por no saber qué era lo que sucedía con Bae. Luego de un rato, buscó la mirada de su padre.

— Mi amor, debes comer algo, ¿si? Ya hemos hablado de esto, ambos, en casa. — Susurró Jungkook, acercando su cuerpo hasta el contrario.

— ¿Por qué hemos venido? Quiero ir a casa, no tengo hambre.

— Debes comer algo, preciosa. — Esta vez fue el turno de Taehyung para hablar. La niña se acomodó en el asiento con algo de incomodidad. Sus ojitos azabaches observaron ambos rostros preocupados.— Jieun nos ha dicho hoy, que no has comido nada desde que llegaste a la escuela. Eres una pequeña flor que está floreciendo. Debes comer y estar sana para crecer grande y fuerte.

La pequeña negó, levantándose de la mesa, corriendo hacia el jardín interno que el restaurante tenía. Jungkook había tratado de levantarse, luego de soltar un pesado suspiro, pero Taehyung le sonrió, regalándole un beso en la mejilla, mientras se levantaba de su asiento y caminaba hasta Bae.

Para su sorpresa, apenas estuvo sentado a su lado, en el pasto sintético, fue rodeado por sus pequeños brazos. Su mano, llena de anillos se de acercó hasta la suave y negra cabellera para acariciarla con cuidado, pegando más su cuerpo al contrario.

— ¿Sucede algo, mi niña?

— ¿Por qué te preocupas tanto por mi? — Susurró, escondiendo su rostro en el pecho contrario, queriendo escuchar sus latidos. Como la otra vez. — Cuando estoy contigo... Simplemente siento-

Las lágrimas le ganaron, haciendo que su suave voz se quebrara, impidiéndole seguir.
Su pecho parecía encogerse cada vez más porque sabía que databa experimentando otra vez aquella extraña sensación.

No era fácil para ella vivir ese cambio tan drástico en su vida, gracias a la aparición de Taehyung, no era fácil.

Pero tampoco era difícil sentirse feliz, porque aunque en aquellos momentos recordase a cada segundo el rostro de un hombre malo, a su mente, por arte de magia, llegaba la imagen de Taehyung envolviéndola en sus brazos y entregándole los latidos, que ella sabía que existían porque él la amaba.
Llegaba a su mente, el hermoso rubio diciéndole que todo iba a estar bien y que él la protegería.

Porque él le había prometido estar siempre al lado suyo, porque él le había regalado algo preciado y que no todo el mundo hacía.

Su corazón.

❤️

Taehyung acababa de salir de su ducha nocturna, cuando recibió una llamada en su celular de un número desconocido.
No tenía idea de quién era, tampoco, tenía ganas de contestar, pero al ver que el número volvía a insistir luego de haber declinado, contestó.

— ¿Hola?

— Taehyung... Hola, ¿qué tal?

— Emm, ¿disculpa? — Comenzó el rubio, volviendo a mirar el celular. En medio de su confusión, el celular volvió a llegar a su oreja. — Lo siento, pero no sé quién es y tampoco cómo tiene mi número. Le agradecería que me respondiese, o si no, colgaré.

I love you | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora