🟤 𝑮𝒉𝒐𝒔𝒕/𝑲𝒊𝒎 𝑻𝒂𝒆𝒉𝒚𝒖𝒏𝒈

14십오.

—¿A dónde habrá ido? —se cuestionó así misma observando aquella nota en su mano, recordando cuando al despertar se encontró con el departamento vacío.

Las clases habían terminado hace un par de minutos pero seguía sin salir del salón.

Su mente divaga pensando en diferentes posibles respuestas a la pregunta que se hacía desde que salió de casa. No era muy común que el fantasma saliera, o se despegara de ella.

«Visitaré un lugar. Esperare por ti después de la escuela» decía.

—¿Hablando sola otra vez? —interrumpió una voz femenina proveniente de la puerta.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Jojo, y cuando supo reconocerla, comenzó a guardar sus cosas con torpeza y prontitud.

—¿Qué? —comenzó a acercarse —¿Te comió la lengua el gato? —río al no recibir respuesta.

Riendo en secreto. Llorando en secreto.
Escondiendo quién realmente es.
Guardando todo para si. Sintiendo miedo.
Toda su vida había sido de esa manera.

—Lo siento —hizo una reverencia. Como si hubiese hecho algo malo, como si de verdad necesitara disculparse por el simple hecho de existir.

—Wow, no he hecho nada aún, pero ya te has disculpado —espetó extrañamente sorprendida y tomó un mechón de cabello de la contraria—Te quedó muy bien el corte, debería dedicarme a esto. 

—Daehyun, yo...

—Tú simple existencia me enferma Hyun Joo —soltó de pronto, sin ninguna razón—Eres...un defecto que no debió nacer. Estás loca.

—Por favor, hoy no estoy para escucharte.

—¿Por qué? —le cuestiono acompañada de una sonrisa ladina —Eres mi pasatiempo favorito.

Su respiración se volvió acelerada.

Había fallado una y otra vez en la vida.
Pero... ¿Esa es la razón principal del éxito?
Se preguntó eso, cuando la imagen de ese fantasma le vino a la mente... «Tienes que vivir Hyun joo»

—No quiero ofenderte —exclamo con suma seriedad—Pero... Me das oportunidades para hacerlo—dijo aún con nerviosismo.

De pronto el semblante de Daehyun divirtiéndose, se torno serio.

—Si tienes un problema conmigo —clamó levantando la cara —Escríbeme en un papel, ponlo en un sobre, doblalo y metetelo por el...

La mano de la contraria tomo su barbilla interrumpiéndole.

—¡¿Qué eres?! ¿Eh? —grito frustrada —¡¿Cómo te atreves tú a...

La peli negro tomó su muñeca bruscamente ya enojada por la situación.

—Pensar debe ser realmente difícil para ti —exclamó frunciendo el ceño—Tú cerebro debe ser más pequeño que el de una ardilla.

—Cómo te atreves a...

—Estoy cansada de ser tú bufón—se quejó negando repetidas veces y apretando más su muñeca—¡Se acabo! ¡No te he dado motivos para que me trates de esta manera!—dijo soltándole su mano.

Aunque sentía que las piernas le fallarían en cualquier momento, la pasó de largo y caminó hacia el pasillo con rapidez topándose con sus dos amigas cuidando la entrada.

—¡Oye! —gritó una vez salió del salón.

—¿Por qué no maduran?—les gritó divertida.

Y sin pensarlo dos veces, comenzó a correr como fiera enloquecida con las secuaces de Daehyun detrás suyo.
¿Por qué siempre le sucedían estas cosas? Las cosas no pasaban así en las películas.
Incluso el cielo se había tornado gris, dando la indicación de que lloveria en cualquier momento.

Corrió, corrió y siguió corriendo.
Sin pensarlo, se adentró a un callejón mientras ellas se pasaban de largo. Un suspiro con algo de frustración y cansancio la abandono, cuando las gotas de lluvia se hicieron presente.

—¿De quién te estas escondiendo? —preguntó una voz masculina detrás suyo, incluso pudo sentir su respiración muy cerca de su cuello.

Volteó con lentitud topándose con un hombre enmascarado.

—¿Qui-Quién es usted? —preguntó comenzando a asustarse, y con justa razón.

—¿Es a ti a quien persiguen? —dijo engrosando la voz.

—S-Si.

—Sabes, este callejón me trae un recuerdo muy amargo —dijo de repente, dando un giro a lo que fuese aquello —Aquí, pasó algo, que me costara la vida.

La chica sólo se limitó a guardar silencio. A observarle atónita.

—Murió alguien aquí —admitió sonriendo ladino—Justo en donde estas parada.

Ella no sabía cómo reaccionar ante esa confesión, sólo diré que la expresión de horror en su rostro la delató. La paralizó.

—Yo.. Debo, debo irme —menciono tropezándose con las palabras. El miedo le recorría cada átomo.

Antes de hacerlo, miró ambos lados. Se habían ido.

—Qué tipo tan raro —susurró para sí misma —Me dieron escalofríos.

La lluvia con el pasar de los segundos, se hacía más y más fuerte. Y no podía evitar sentir tristeza.

Tú simple existencia me enferma Hyun Joo.

Caminaba con lentitud por la acera frente al edificio donde vivía.

Eres...un defecto que no debió nacer.

Entonces alzó la mirada.

Estás loca.

Cruzando la calle.

Estaba el.

Y...En cuanto detectó todo el desastre que había en su cabeza. Sonrió.
El estaba ahí.
Sonriendo sólo para ella.

Cuando él semaforo cambió, dando el permiso de cruzar. Lo hizo.

Se detuvo cuando ya se encontraban frente a frente. Ni siquiera se había dado cuenta de en que momento dejó salir gotas de sus ojos. Cualquiera podría confundirlas con las pequeñas gotas de lluvia.

En un movimiento lento, el fantasma posó su mano sobre su mejilla, limpiando con delicadeza el rastro que habían dejado.

—Solo estoy cansada —se excusó en voz baja. Como siempre, reprimiendo su sentir.

—Yo también me siento de esa forma —le contestó con una sonrisa de boca cerrada —Pero...Podemos hacernos reír el uno al otro.

Jojo sonrió ligeramente.

—No te preocupes Hyun Joo, no sientas miedo, deja de llorar —dijo como si hubiese adivinado todo lo recién acontecido—Debiste tener un día difícil, lo siento por no estar ahí para ti.

—Ni que lo digas —espetó bajando la mirada.

—Ya estoy aquí —sonrió con dulzura —Lo has hecho bien —le felicito acariciando su cabello suavemente.

Ella levantó la mirada para verle a la cara.

—Tae... —susurró.

—¿Qué ocurre?

—¿Crees que estoy loca?

—Si estás loca, tienes una locura preciosa.

—¿Es grave ser diferente? —le preguntó mirándole a los ojos.

El sólo soltó una risita negando repetidas veces con la cabeza. En un movimiento lento, la envolvió en sus brazos, volviendo esa distancia que los separaba, en un abrazo.

—Grave, es...obligarte a ser igual que los demás —susurró.