Se Paciente.

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Era inicio de primavera por aquellas fechas, hoy era un sábado en donde el cantar de los pájaros resultaba una hermosa melodía para un azabache que se encontraba muy feliz caminando por la calle, aunque en sus facciones no cambiaban y se veía como si el mundo no le importara, pero era todo lo contrario este se moría de nervios, su felicidad y la ansiedad que sentía no podría ser tan buena ya que iría a la casa por el cual da suspiros al aire cuando se distrae.

No tardó mucho en llegar puesto que no vivían muy retirados y ahí en ese momento la tortura para ambos había comenzado.

💙CRAIG.💙

Después de unos largos años volví a pisar la entrada de los Tweak's, no sabía si sólo entrar como lo hacía en aquellos tiempos o tocar la puerta, me quedé tres minutos viendo aquella puerta.

Un suspiro.

Ya estaba ahí no podría irme cuando claramente yo era el que quería estar con él. Toque la puerta tres veces y esperé, sabría que afrontar a los padres de Tweak no sería difícil ya que ellos y mis padres seguían hablando. Al pasar unos segundos una cabellera corta castaña abrió la puerta.

—Hola hijo, ha pasado un tiempo desde la última que viniste, pasa Tweek está arriba "acomodando su cuarto" —la sonrisa de la señora era muy notaría y me sentía apenado.

—Hola señora Tweak, gracias. ¿Cómo han estado?

—Richard y yo hemos estado bien, él único que la ha pasado como en una montaña rusa es Tweek. Pero creo que ya no será así —sonrió, su cara demostraba que ya no estaba preocupada si no feliz, desde que me enteré de que ellos hablaban, sabía que nuestros padres tramaban algo y no sabría que era, me hacía sentir escalofríos solamente. —Craig sube, deje la comida hecha y si piensas quedarte a cenar igual deje algo para que hicieran, yo iré a ayudar a Richard a la cafetería. Oh, ya sabes cariño, estas en tu casa te extrañábamos mucho. ¡No hagan cosas raras!

No logré escuchar lo último ya que había cerrado la puerta mientras lo decía, así que no le di importancia. Subía las escaleras cuando me tope con otra puerta, cerrada, escuché pequeños gritos así que me preocupe.

—¡Tweek! Tweek, soy yo, Craig ábreme —no sabía el por qué la puerta estaría cerrada, antes no podría ni cerrar la puerta, ahí fue cuando pensé que me perdí ya 3 años de estar con él, al igual que yo de seguro cambió. Sentí nostalgia y tristeza. —¿Tweek, te encuentras bien?

Al instante se abrió la puerta, el rubio estaba sudando, se veía cansado intentaba articular una palabra, pero lo único que podía salir de su boca eran jadeos. Me miró e intento que su postura ya estuviera bien.

—¡Ahg! Ho-hola, Craig, veniste más pronto de lo que creí.

—¿Estas bien Tweek?

—Yo-yo me encuentro bien, solo no tuve tiempo de acomodar el cuarto y no quería que pensaras que todo está desordenado.

Solo estábamos él y yo, mis carcajadas se oían por toda la casa, Tweek me miró ahora entre confundido y molesto, sin duda era toda una poesía su cara.

—¡¿Qué?! ¿Por qué te ríes? —¿Acaso alguien podría estar en la cárcel por ser tan lindo? Pensé, su cara haciendo una mueca de disgusto era hermosa.

—Tweek —dije mientras intentaba dejar de reírme. —Cuando éramos niños tu cuarto estaba patas arriba, no me hubiese asombrado encontrarla así. De hecho, pensé que jugaríamos con tus legos o buscaría todavía a un gnomo.

La cara del rubio ahora estaba roja, ¡Dios! Si seguía haciendo esas expresiones me podría matar, podría morir sin antes haberle dicho lo que sentía por él. Ladee mi cara e intente cubrir mi cara con el suéter para que no viera que estaría formando una sonrisa por culpa suya.

—¡Ahg! Yo-yo ya no creo en los gnomos Craig.

—Pero sigues pensando que Corea del Norte te está espiando.

—¡Por qué lo hacen! Craig, en cualquier momento podría explotar mi casa y ¡Dios! Tu estas aquí ¿y si es ahora? ¿Y si muero? ¡¿Y si tú mueres?! ¡Esto es demasiada presión!

Sostuve sus manos y volví abrazarlo, ¿era egoísta? Claro que lo era, solo así podría tener entre mis brazos a Tweek, lo abrace hasta que dejó de temblar.

—Tweek, no te hagas daño. No pasará nada, estoy contigo —le sonreí. —¿Acaso tienes fiebre? —trate de posar mi mano sobre su frente y este de inmediato se apartó

—¡Agh! Craig, yo tomare una ducha, espera aquí en el cuarto agarra lo que quieras para jugar.

¿Esto no es sueño? Me pellizque, mire todo el cuarto, todavía guardaba fotos antiguas en donde nos encontramos los chicos con él, había una foto en donde nos encontramos los dos y había fotos de él. No sabría decir que la habitación era igual que hace tres años, no sabría si Tweek acomodaba su cuarto cada cierto tiempo, no sabía qué hacía, pero estaba vez trataría de saber todo sobre él, saber cómo es él ahora. Me senté en su cama y al mirar mis manos estas temblaban, estaba muy nervioso.

Pasaron unos minutos y al abrir la puerta encontré un ángel, su cabello alborotado pero mojado y en piel de porcelana caían unas gotas de agua, era perfecto.

—Di-disculpa por tardar.

—No importa —ahora estoy seguro de que podría esperarte toda una vida. —¿Qué quieres hacer?

—Podríamos, ¡ahg! No te burles, pero podríamos platicar un poco más sobre todo este tiempo que pasó. ¿Qu-quieres?

—Claro, ¿Qué quieres saber sobre la vida del magnífico Craig Tucker? —dije con ironía y haciendo un ademán.

—¿No queras decir del "idiota Craig Fucker"? —su sonrisa era hermosa, se veía tranquila y sincera.

—¡Hey! De donde escuchaste ese apodo "PE-QUE-ÑO".

—De nuestros compañeros, ¡Oyes! ¿De dónde sacaste eso?

—Oí cómo te decía Jason un día —mentí me lo había dicho Butters.

—¡Jesús! Demasiada presión.

Y ahí empezamos hablar de nuevo, como los viejos tiempos sin silencios incómodos. Platicábamos cómo nos habría ido en sexto grado, en cómo este se empezó a llevar mucho mejor con Butters y con Kenny. Le platique como habría construido una "mini" casa y sin sonar entusiasmado le pedí que un día fuera a mi casa para verla, le dije que Tricia quería verlo y le conté como había pintado la pared de mi cuarto.

Hablamos y cuando bajas a almorzar lo seguías haciendo, pensaba que estábamos en una cita y me sentía bien con eso, fantasear es algo que se me da bien. Y cuando llego la noche hablamos sobre sobre nos sentíamos en aquellos tiempos. Me dolía escuchar cada palabra, eran cuchillos atravesando mi pecho. Oía cómo me decía que fue difícil superarme pero que yo era su gran amigo y no podría simplemente hacer como si nunca lo hubiésemos ido, que lo ayudaron mucho Butters y Kenny y que ahora se sentía feliz el poder hablarme. Yo quería decirle que me gustaba, pero sería un error hacer eso ahora, tendría que ser paciente, enamorarlo y cuando sepa qué él está listo me atrevería a confesar mis sentimientos, ahora podría verlo como un amigo nada más porque él así es feliz.

Al pasar un rato vimos como unas luces asomaban por la venta, era el carro de los Tweak. Bajamos para saludar y así podría despedirme, me intentaron convencer a que me quedara, pero negué, no era porque no quisiera, pero ¡Dios! Soy un adolescente de catorce, no iba a resistir dormir y que el rubio estuviera indefenso.

Me despedí de los padres, me despedí de Tweek. No podría creer que hoy estuviese de nuevo con él, que me esté sonriendo a mí en serio pensaba que todo era un sueño.

Llegué a mi casa y por fortuna no había nadie en la sala así que me dispuse a ir a mi habitación. Agarre a Stripe y lo puse en la cama, empecé a hablar con él diciéndole que pronto vendría el rubio a jugar con él, le conté sobre el día de hoy hasta que cayó dormido.

Otra vez volvía a mirar la dichosa vista que estaba en mi ventana. La luna con miles de estrellas. Cerra la cortina para poder ir a dormir, pero no podía, estaba muy feliz, me sentía con ganas de gritar, de llorar, de saltar, sentía de podía hacer todo. De nuevo era feliz...

—Gracias Tweek.

No sé por dónde empezar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora