Ahora.

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💙CRAIG💙

—Lo arruine Token, y-yo no sé por qué pasó, yo no quería que pasara, bueno si, pero no así... ¡Mierda!

Deje todo atrás, salí corriendo de la casa de Token trataba de buscarlo, pero era claro que no lo encontraría, al correr y llegar a la puerta de los Tweek pude visualizar la luz de su recamara, me alivie en ese momento y por lo menos no le había pasado nada.

Estaba sentado afuera de su casa, quería entrar, quería hablar con él y aclarar las cosas, tal vez era momento de decirle todo y que me disculpe por ser egoísta de esa manera. Sabía que él me quería solo como un amigo, pero ¡Joder! ¿En serio una canción lenta? —Destino eres un hijo de puta muy grande —reí muy bajo, mi cara ardía, pero me sentía feliz y asustado.

—Bueno, no eres tan hijo de puta. Gracias —hable volteando hacia arriba, mientras sacaba el teléfono de mis bolsillos.

Craig: Lo siento, hay que hablar mañana.

Me levante después de enviárselo mientras me dirigía a mi casa, sentía los pasos pesados, pero tenía la cabeza en las nubes, los grandes ojos color zafiro que se podían reflejar unos destellos si solo los mirabas, su cabello, pero parecía como si te fueras a pinchar, pero es tan suave como lana, sus pecas que parecían un mar de estrellas y su piel tan delicada. Me volvería loco, pero era ahora o nunca, pero si el me rechazara yo todavía quisiera estar con él, era lo único que podía pensar.

Al abrir la puerta la única que se encontraba en la sala fue el pequeño demonio que me había ayudado a elegir un regalo.

—¿Y cómo te fue idiota? —estaba curiosa pero como posee un orgullo como el mío se limitó a emocionarse.

—Fue... Estúpido y maravilloso —dije intentando subir las escaleras.

—¿Qué? No entendió.

—Tricia, solo quiero dormir —subí rápido y cerré la puerta, sabía que a ella no le gustaba quedarse con la duda, pero no quería hablar de eso ahora con mi hermana.

Trataba de pensar como lo haría, que le diría, estaba vez no quería consejos de mis compañeros, quería hacerlo por mí mismo, que el en verdad supiera que me esforzaré, que me gusta y que no es una broma todo esto. Pasaba mis dedos sobre mis labios, recordaron aquellos segundos que parecían eternos en ese momento, al besarlo sentía toda una lluvia de estrellas en ese momento, me sentí feliz, pero al recobrar el sentido y ver su cara confundida y roja me sentía mal. Intentaba dormir, pero no podía parar de pensar sobre aquella situación, sobre lo que me esperaría mañana hasta que ya el pesar de mis ojos me obligó a dormir y dejar a la vida hacer lo suyo.

Me había levantado temprano, me bañe intentando no pensar mucho al igual que lo intente hacer mientras desayunaba, sentía como la miraba de Tricia era amenazadora y sabía que al llegar a la casa tenía que hablar con ella, porque se lo había prometido el día que me ayudó con el regalo. Pero en ese momento daba igual ella, todavía no tenía palabras para articularle a Tweek y ni sabía que debería hacer.

Fui hasta su cara y para mí sorpresa no se encontraba afuera, hice un par de toques en su puerta y la que me había recibido era la mujer castaña, me dio los buenos días mientras decía que levantaría a Tweek pero no la deje hacer eso, le dije que esperaría hasta que despertara, que no importaba.

Y ahí estaba él, su camisa mal abotonada, sus cabellos revoltosos y con sus mejillas rojas. Le sonríe mientras le decía que nos fuéramos y solo fue esa pequeña oración que entablamos él y yo. Todo el camino fue silencioso, no negaré que era algo incómodo, pero me sentía feliz que estuviera ahí, caminando conmigo.

No sé por dónde empezar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora