CAPITULO 17

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Esa noche fue distinta, distinta a todas las veces que había tenido, estuvo llena de pasión, de deseo, de una necesidad de comerse el uno al  otro.

Él acarició, beso y cuido cada parte de su cuerpo herido, hizo un camino de besos por su espalda que aunque dolían por el éxtasis del momento no sentía, fue lento, tierno, delicado, pero brutal cuando perdieron el control, entre gemidos y sonidos guturales, ella se corrió seguida de él. Sus respiraciones entre cortadas y sus corazones a mil por hora se levantaron de aquella cama y continuaron en el baño, dónde todo fue más rápido pero igual de placentero.

Deberías cambiarte de habitación — dijo ella jugando con la espuma de la bañera — una con un baño más grande.
— ¿Así?— respondió mientras la cubría con sus brazos — ¿Qué tan grande debería ser?
No lo sé — recostó su cabeza sobre su pecho — Tal vez uno el doble de esto, uno donde no sienta que voy a caer.
Lo tendré en cuenta para la próxima bella mía — susurro en su oído.

Quiso responderle pero probablemente no habría una  “próxima vez”, era mejor no hacer promesas que no se podrían cumplir al final del día, tan rápido como pudo salió de su agarre cubrió su cuerpo con una toalla y tomo sus cosas, que de momento estaban regadas por varios lugares de la habitación. Mientras terminaba de ponerse el vestido, él salió y al verla su mirada tomo una sombría aura.

— ¿Qué haces? — pregunto molesto.
Ambos deberíamos ahorrarnos este tipo de shows — dijo mientras escalaba sus altos tacones, esto solo era una “transacción” nada mas, ni sentimientos ni reencuentros nada — Ya me tengo que ir.

Quería detenerla, no quería que se fuera tan rápido, la amarraría a la cama si pudiera hacerlo, y podía pero eso sería como rogarle a una mujer y  el rey de la mafia Italiana no ruega por nada, es a él a quien le suplican no al revés. En vez de eso solo tomo su muñeca y beso el dorso de su mano.
Esperare por nuestro próximo encuentro — soltó su mano y saco una tarjeta de su saco que estaba tirado sobre el piso — Llámame.
Cuando necesite dinero — dijo besando su mejilla.

Salió de la habitación, en la entrada ya la esperaba una camioneta de la residencia que reconoció en seguida por el chófer. La habían mandado seguir solo para saber si cumplió. No lo pensó mucho ya estaba acostumbrada solo tenía que aguantar un poco y todo acabaría, estaría con su hijo, lejos es un paradisíaca isla de Hawaii o el una pequeña villa en Estocolmo, no importaba dónde sólo que estuvieran lejos y seguros.

Llegó ya de madrugada, pero las luces en la mansión seguían prendidas, supuso que a su espera y la necesidad de saber si había conseguido alegrar a su prestamista, pero se equivocó algunas maletas en la entrada, delataron la partida de la señora, seguro a Nueva York o París en cualquiera de los casos no estaría en casa hasta que él plan se llevará a cabo o si surgía algún inconveniente como lo de anoche. No tenía nada que decirle así que pasó de frente, pero los guardias pidieron que esperará mientras la señora discutía con el maestro en su cuarto.

Ese par de enfermos habían pasado la noche a las justas, pudieron morir de Miles materas el día de hoy pero todavía conservan  sus cuellos intactos. Ella está molesta porque aquellas marcas no desaparecerán en unas semanas y la pañoleta no la cubre del todo.

— Todo es su culpa, si lo hubiera atendido como se debe no me habría tocado — dijo molesta a su esposo sobre la cama — Tenemos que adelantar las cosas.
— No, eso sería peligroso — contesto.
— ¡Entonces que sugieres ¿De dónde vamos a sacar  cien millones en cinco meses?! — grito — Tenemos que secuestrarla pronto y pedir su rescate.
— Seríamos los primeros sospechosos — espeto — Además ¿Cómo diablos voy a vengarme detrás de las rejas?
— Eso no me importa, aquí el invalido eres tú , yo estoy en esto por el dinero, que eso no se te olvide.
— ¡Maldita! — grito molesto ahora él — Que no se te olvide que tú también has matado, y si me hundes, te hundo conmigo “cielo”
— Tu sabes tan bien como yo que si yo no lo hubiera hecho tu sí.
— Pero lo hiciste tú.

Camino hacia la puerta pero antes de salir dijo — Si ya mate una vez, otra vez ya no importará, te recomiendo que no me tientes — sonrió — aquí el que no puede usar sus piernas también eres tú.

Al encontrarse con Emily su ira solo incremento, verla era como ver a su hija, y la detestaba más por eso. Bajo las escaleras a su encuentro, había conservar su cabeza a su cuerpo por ella pero igual el odio no desvanecía.

— Cuídalo bien — susurro — no te confundas, no quiero que cuides de ese vejestorio, si no de tu nuevo amante. Quien quita y sea un buen padre para tu bastardito.

No dijo nada más, sabía que ese niño nunca volvería porque ella se encargó de que no viera el sol de una mañana ni por tan solo una vez, pero que se hiciera ilusiones derrotaría aún más su corazón cuando todo esto acabé.
Aquellas palabras de acuerdo a lo previsto le dieron esperanza a Emily, esperanza que ya estaba perdiendo en estos años sin ver a su bebé, no lloro iba a mantenerse fuerte hasta el momento en lo volviera a ver y ahí si lloraría pero ya no de dolor o tristeza si no de alegría.

Como el Rey de la Mafia Italiana para Gabrielle nada era imposible, y obtener su información tampoco lo fue.

— ¿Qué hay sobre lo que te pedí? — pregunto a uno de sus subordinados mientras se vestía — ¿Qué encontraron de ella?
— Lo siento señor — agachó la cabeza.
— Llevas años conmigo, nunca ha Sido difícil para ti encontrar a alguien.
— Lo sé señor pero según mis contactos, ella es doctora, pero también hay fotos de la señorita en las pasarelas Parisinas. Los nombres son distintos pero sin duda es la misma chica de anoche — respondió el hombre dejando un portafolio sobre la mesa — también hay otra que es una identidad más resiente que tiene que ver con la Compañía Thomson.

El hombre se retiro cuando él hizo un ademán con las manos, era increíble lo que veía todas eran las mismas imágenes, ella con niñas posando para conocidas marcas, pero también la foto dónde recibía un premio a la mejor patente creada por una  titular de medicina en su primer año en todas sonreía de diferentes maneras pero sonriente al final,  excepto en aquella dónde salía de un auto, su rostro era serio, sombrío, no reconocía a la chica de las otras fotos pero está que aparecía en la fotografía en su mano, esa era ella, la de anoche, serena pero con temor en los ojos.
Solo habían dos actas de nacimiento, una a nombre de Emilia Shepard nacida en abril, la otra era de una tal Emma Duquense, no había nada más, los otros solo eran documentos firmados a nombre de Emily Thomson pero no había más.

No sabía su nombre, pero si conocía lo suficiente su cara como para reconocerla a ella entre el resto. Bastó con una solo noche para volverlo loco, sonrió y tomo un trago de su vaso que por la encrucijada que tenía en sus manos se sirvió.

En donde se estaba metiendo era el lío más complicado de su vida, tal vez si habían tres de ella o una sola que se ocultaba bajo tres identidades perfectas. Una muy apartada de la otra sin ninguna conexión o lazo que la uniera a la otra, pero si era así, si podía huir a dónde quería y jamás ser encontrada porque sacrificarse por unos usureros que pronto terminarían muertos.

Eso es seguro así le pagasen él los mataría para enseñarles a los demás que los plazos también cuestan.

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