CAPITULO 21

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El licor y las penas nunca han ido bien juntos, pero cuando tú corazón está medio muerto, solo lo más amargo te hace volver a realidad o perderla de una vez por todas.

No le hizo falta buscar un lugar donde ahogar sus penas, al contrario, el bar se presentó por si solo al salir del hospital. El lugar no era muy grande, sus mesas y sillas de madera más sus paredes de ladrillo le daban un aire viejo al al lugar pero las luces navideñas en el techo iluminaban el espacio. Marcus no tomaba, no le gustaba, a lo mucho un par de copas de vino en una que otra ocasional cena, así que pese a sus intenciones de ahogar su pena en alcohol solo pidió un tequila, en el fondo de la barra bebió de un solo trago aquel fuerte licor. Un fuerte estruendo lo hizo volver la mirada hacia el centro del lugar, dónde dos hombres discutían, uno de contestura más pequeña y con lentes, a diferencia del otro que era alto y corpulento, nadie imaginaria que sería el pequeño en lanzar el primer derechazo. El alto cayó al piso después de haber estrellado su cuerpo  una mesa en su camino, el otro comenzó a mirar por todos lados al ver que no se movía, rápidamente acomodó su índice y dedo corazón en el cuello del sujeto, seguiría respirando pues soltó un gran suspiro.

— ¡¿Alguien me puede ayudar a llevarlo?!— dijo mirando un grupo que estaban nerviosos al igual que él.

— ¿Estás loco? — pregunto la rubia que corrió a ayudarlo — Te hará la vida cuadritos.

Ambos de baja estatura trataban de cargar al peso muerto, era como ver una roca ser sostenida por un par de varillas. Lo que no esperaron fue la mirada asesina que obtuvieron de una persona a la que Marcus conocía bien, era ella, Emilia, que pese a ser  reacia a ir a un bar había seguido a Patricia, pero no para encontrase con su jefe en brazos de dos internos, sabía que fuera del trabajo el podía hacer lo que se diera la gana pero involucrarse con los novatos era insensato además de que estaba prohibido, si alguien lo viera en este estado la reputación de su hospital decaería o peor la junta directiva lo echaría y obviamente no lo quería tener en su casa molestando la e invadiendo su espacio personal.

Por qué lo haría, bueno el era como una especie de  mejor amigo, con el que había estado desde el internado en Seattle, hasta, bueno, ahora, como titulares. Se apoyaban mutuamente si lo botaban, con ella se quedaba, si a ella la botaban cosa que no había pasado, con él se quedaría. Eran una de esas relaciones en la que el sexo no era necesario, pero tampoco  un gran lazo emocional y verlo en ese estado y que ni siquiera se dignara de ir y buscarla para por lo menos emborracharse juntos lo aún más patético a sus ojos.

— Jefa — dijo la chica mirando a la pelirroja — fue él quien lo golpeó.

La mirada de Patricia paso rápidamente a el bajito que agachó la cabeza para subirla igual de rápido con la que la bajo.

—El comenzó hablar mierda de Nick — trato de defenderse — Sólo cayó después de un golpe.

Ella alzó la mano para que no continuará, Emilia por su parte cambio de lugar con el pobre para sostener a su amigo. Aquello molesto mucho más a Marcus que desde un rincón como un acosador veía la escena, quisas un poco menos molesto y un poco más alcoholizado se levantó de su asiento, pago la bebida y se acercó a ellos, Patricia que fue la primera en notar su presencia miro hacia su amiga y haciendo gestos extraños logro que volteara su mirada para encontrarse frente a frente a él.

El contacto visual fue cortado por ella y la ira que comenzaba a correr por sus venas al ver su cara. Trato de avanzar pero el peso fue demasiado para ella.

— Yo lo llevo — dijo Marcus, queriendo torturarse aún más — No creo que puedan ustedes no más — miro esta vez a pobre rubia que sudaba mares sin haber hecho ningún esfuerzo.

— Gracias — dijo nerviosa — ¿Está bien doctora Shepard? — pregunto esta vez dirigiéndose a Emilia.

Mordiéndose la lengua respondió — Si — quería morirse, pero sabía que entre las dos o incluso los tres no podrían haber llegado si no hasta mañana — Smith ve a preparar todo — ordenó esta vez, sabía lo que necesitaría y que tuviera resaca no ayudaría en las explicaciones que tendría que dar más tarde.

Marcus lo dejo en cuarto que destinaron para el hombre, bueno si se le podía considerar un cuarto, para ser preciso parecía un almacén de medicamentos con una camilla un medio. Después de conectarlo al gotero, lo dejaron descansar y encerraron para que ningún paciente lo viera. Por un momento se sintió mal por él y la pésima atención que estaba recibiendo pero recordó que esto haría que la resaca ni siquiera existiera, envidiando las ventajas de ser un doctor. Y volvió a centrarse en el verdadero problema, él y su reciente necesidad de ser masoquista, porque eso era lo único que podía decir de si mismo, y de su extraña manía de querer estar cerca de ella a pesar de todo lo había visto.

— Puedes dejar de mirarme como psicópata — dijo ella cuando iban saliendo del hospital. Ya no había nadie con ellos, su jefa  había llevado a las molestias, perdón a los internos, a su oficina de seguro a castigarlos, perdón, sancionarlos.

— No te estaba mirando — mintió — pensaba en algunas cosas.

— Si, probablemente en que tipo de persona soy en realidad ¿no?

— No sé de qué hablas — dijo serio.

— De tu estúpida capacidad de deducir — alzó las manos molesta.

— Sigo sin entenderte — musitó — ¿Acaso te volviste loca Reina de Hielo?

Pudo haberlo matado, y enterrado su cuerpo y nadie jamás lo descubriría, pero la cordura volvió a ella en el último instante.

— Olvídalo — dijo susurrando en su oido, había colgado sus brazos al cuello de él haciendo el contacto que tanto deseaba. Para luego soltarse abruptamente y sonreir maliciosamente — Adiós Niño Bonito.

Huir era lo mejor en este momento para ella, pero no pudo hacerlo, para cuando reaccionó tenía la boca de él entre la suya, buscando y hurgando en lo profundo de ella. Sus manos abrazaban su cara con delicadeza mientras su lengua recorría cada espacio dentro de ella, mientras sus salibas se juntaban en una sola para hacer un beso tan erótico que los que pasaban por su lado se sonrojaba por la vista. Para cuando terminaron las ganas de más los llevaron a volver a unirlas, ya era tarde para detenerse todo se había congelado para ellos, estaban en un punto dónde lo único que existían eran ellos y sus deseos por devorarse mutuamente.

La falta de aire los llevo a separarse, y mientras sus miradas se cruzaban, los silbidos y aplausos del público alrededor no se hicieron esperar, con la cara roja y las manos temblando tomo del brazo a Marcus para correr junto a él lejos de las cotorras enfermeras que ya se encargarían mañana de hacerla sentir peor que hoy, pero si así iba a ser entonces tendría que hacer que valiera la pena.





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