CAPITULO 22

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Correr, correr, eso hacían las tres, de quién, no se, alguien las sigue, cae una, ya no ve a la otra, un descuido y ya no está ninguna. Una camioneta blanca, dos personas, un hombre, una mujer, un aroma dulce y luego todo oscuro.

Ellas lloran, pero la más fuerte las calma, se calma pero la menor sigue llorando, esperando por mamá. Está frío, están mojadas, una de ellas sangra pero no importa cuánto se quejen el conductor no se detiene. Lo piensa. Mira a sus hermanas, las abraza, se lo explica  y luego se desmaya. Gritan y los desconocidos paran el auto, abren las puertas, toman a la pequeña y tratan de deshacer se de ella, los muerde, una vuelve a correr, huye lejos, pero la otra solo llora desde la entrada de la camioneta, no sabe si correr y esconderse en ese horrible pantano al que tanto miedo tiene. El hombre, suelta a la niña, porqué ya lo ensucio con su sangre, la vuelve a atrapar, esta vez la encierra para que no pueda hacer nada, la mujer sube pero la niña no, continúan su camino a la espera de que no las encuentren y mueran pronto después de todo una es mejor que nada. Sonrie y lo besa ›

Marisol, es una mujer fuerte, todo que sucedió con sus padres, la volvió implacable en el mundo de los negocios, no hay nadie lo suficientemente valiente que haya nacido todavía para mentirle. Su única debilidad es Alec y su hija, que a pesar de todo es lo mejor que le pudo haber pasado en la vida, aunque su concepción no tanto.

No ha olvidado el pasado, el dolor que sintió por ser tan vulnerable, indefensa y tonta como para seguir amando los después de toda su porquería. Pero ya no es aquella niña, de eso mucho tiempo ya,  y su deuda con la familia Thomson tampoco la olvidará jamás, por eso tiene que ver con sus propios ojos quien es la tal Emily, que al parecer a cautivado tanto a su hija como a su hermano siendo lo que es. Una criminal. A su parecer.

Luego de recoger a su pequeña princesa del Colegio  y dejarla en la seguridad de su casa, subió a ver a su hermano, que  por primera vez en mucho tiempo ha vuelto a dormir tranquilo, sin las pesadillas, que los atormentaban, el por qué de esta mejoría, lo desconoce pero agradece profundamente al cielo de que las heridas estén sanando de una u otra manera al final. Acaricio su cara a la espera de que se levantará por el mínimo movimiento, pero no lo hizo, y sonrió por la fragilidad del momento, él que había sido educado para ser fuerte, cruel e inhumano con los que lo rodeaban incluso con ella, estaba ahí, durmiendo como un angelito, tapo su descubierta espalda  y cerro las cortinas para que la luz no lo molestará. Una que otra indicación a la nana y emprendió su viaje a las oficinas Thomson.

Ryan era el mejor guardia que tenían, el siempre la acompañaba a dónde fuera pero por alguna misteriosa razón ahora ya no lo estaba, había pedido unas vacaciones, así de la nada, sin anticipación, totalmente extraño en su conducta, él siempre tenía la manía de informar a alguien de su paradero,  su hermano por lo general, pero no había dicho nada y actuando como  Mr Misterioso se había desvaneció y ni siquiera se dignaba en dar una llamada para saber si estaba vivo o no. Y vaya que eso sí la afectaba en grande, nadie de su personal por muy eficiente que fuera sabía lidiar con sus ataques de histérica cuando alguien trataba de ningunear la. Sostenía con rabia su vestido que de seguro se estaba arrugando por la fuerza de la presión que ejercía sobre la delicada tela, y es que era inevitable, él no estaba, y para remate su seguridad había pasado de un chófer y Ryan, a un chófer y tres gorilas, probablemente ex luchadores de la MBA, trato de calmarse viendo las aglomeradas calles, llamo su atención la tienda de ropa de bebé dónde excibian un conjunto de marinero en azul y otros conjuntos para varón , y por fin la ira comenzó a desvanecer, su memoria la llevo a recordar aquellos días dónde pensó que su princesa podría haber sido un apuesto caballero. Respiró hondo y volvió a sus cabales, ella no podría tener otro hijo así lo quisiera, porque para eso se necesita mínimo dos personas y que se amén. Ella ya amo una vez y con lo doloroso que fue no necesita volver a sentir ese tipo de amor. Le basta y sobra con los amores que tiene hoy en día.

Levantó la cabeza para que la lágrima que se avecina no llegará, y aunque fuera raro funcionó. Para cuando llegó, ya tenía más de veinte llamadas de Alec, y su teléfono seguía vibrando por la insistencia. Se harto de tanto drama y lo apagó, sólo venía a intercambiar algunas palabras, cuál era su maldito problema, sólo serían dos mujeres conversando, cara a cara y sin oportunidades de ser hipocritas.

Al verla entrar con dos guardaespaldas todo el mundo se sobresalto. Dejando lo que estaban haciendo para mirarla, y uno que otro para maldecir la al reconocerla, era  tan imponente con su caminar, mesiendo sus largos cabellos dorados de un lado a otro, haciendo sonar sus altos zapatos en cada pisada.

Incluso la recepcionista quedó perpleja cuando subió por el ascensor sin anunciar se primero. Nadie podría detenerla incluso si quisieran, los huaruras a su derecha e izquierda los neutra lizarian mucho antes de que siquiera pudieran pronunciar una palabra.

— ¿La ceo Thomson? — pregunto a la joven detrás del escritorio — Necesito verla.

— Discúlpeme ¿Tiene usted una cita?

— Cariño ella me está esperando — dijo sería — ¿Está ahí? — señaló está vez la gran puerta con la palabra "presidencia" escrita en ella.

— Sin una cita no puede verla — respondió molesta por el tono de voz que usaba.

— Gracias — le respondió con una sonrisa y caminando rápidamente abrió la puerta.

Dentro estaba ella, que al sentir la puerta abriéndose se sobresaltó en su asiento, limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano estubo lista para reñir por la osadía de parte quien creía era su secretaria. Grande fue la sorpresa al ver a los dos guardias que estaban detrás de Marisol, y su secretaria detrás tratando de sacarlos.

Emma que desconocía la identidad de la persona delante de ella, asumió que era otra, descontrolada pariente con ganas de humillar la.

— Está bien señorita Kim — dijo y miro a su invitada — Yo me encargo de la señora.

Molesta por su actitud prepotente se acercó a sus guardias, que si eran muy fuertes poco o nada le importaba, sabía cómo tratar con "niñitas  malcriadas" que creen conocer el mundo solo por vestir elegante y llevar las muestras de su poder sobre ella.

— Espero que no le importe si sus — callo unos segundos buscando las palabras correctas — empleados esperan afuera.

— Ellos se van a quedar — dijo Marisol casi en una orden — Mi seguridad es lo primero.

— Si, pero no quisiera que se mal entendiera la situación y fueran arrestados por invasión a la propiedad, bueno mi propiedad  — sonrió — usted entiende ¿Verdad?

— Claro — respondió, ese era su plan desde el inicio, quería saber que tan eficaz y despiada era Emily Thomson.

Con un asentimiento, ambos hombres dejaron la oficina.

— Ahora quisiera saber — dijo Emily — ¿Con quién tengo el...gusto de hablar?

Marisol que estaba tan acostumbrada a qué la reconocieran hasta en la China, soltó una leve carcajada — ¿En serio no sabe quién soy? — preguntó.

— ¿Debería? — le respondió y frunciendo el seño.

— Tal vez.

— Voy a ser muy clara — musitó sería — Lo que tenga que decir no me importa y tampoco me interesa. Está empresa verá el final en menos de medio año.

Eso ya lo sabía, después de todo su hermano no le oculta nada, bueno tampoco puede, al menos cuando a tratos de la empresa se refiere.

— No tengo la menor idea de con quién me este confundiendo — dijo y como un leon al acecho de su presa, se sirvió una copa del vino que ya hacía abierto en la mesa y después de un sorvo y la mirada expectante de su contrincante — Mi nombre es Marisol Blakgood, vicepresidente de Blakgood Corporation.









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