CAPITULO 15

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Ya una semana de su encuentro con Alecxander Blakgood, las cosas han ido de mal en peor, los proyectos con la compañía fantasma ya estaban en su periodo final, le dolía no poder detener esas operaciones, pero hacer algo sería sospechoso y la descubrirían. Decidió que necesitaba un descanso, lejos de todo, se arregló como normalmente lo hacía,un traje serio, maquillaje sencillo, sus taco y todo lo demás. Llegó a la compañía más temprano de lo usual pero en vez de ocupar su lugar en la oficina de la jefa, cambio su atuendo en el baño de su secretaria, una falda apretándose a sus caderas, un top blanco, una chaqueta de piel de animal, intetico obviamente, y sus habituales tacos fueron desplazados  por unas botas con plataforma y para la cereza del pastel una peluca pelirroja. Dejo sus cosas en su oficina y bajo nuevamente por el ascensor, le mando un mensaje a Ashley, para que, salvó que la compañía sea demolida no la molestará, hoy volvería a ser Emma, la chica espontánea, libre, y con ropa coqueta como le gustaba.

Pronto llegó a una de las tan conocidas fiestas de Miami en su temporada de verano, licor, sudor, música y una que otro alucinógeno era la combinación perfecta para pasarla bien. Emma podía ser muy responsable con su trabajo, lo entregaba todo de ella para que todo saliera impecable pero cuando el telón caía era ella misma, entre fiesta y fiesta,  haciendo deporte o leyendo,  podía hacer un millón de pasatiempos siempre y cuando la hiciera feliz.

Bailo, y canto cuando uno de los chicos de la banda anfitriona la invitó a subir al escenario, no se atrevió a entablar una conversación más allá de los monosílabos, era mejor evitar ese tipo de roses, Emily probablemente habría hecho cosas así o si, no lo sabía pero mejor evitar más contratiempos.

No quiso quedarse hasta el final y ya por la tarde quiso caminar por playa, por un momento quiso tirar todos sus problemas a mar para que se hundieran por lo pesados que eran pero aquello no sucedió cuando retiro los pies del agua, sus problemas seguían ahí y su corazón solo se sentía aún más pesado ante la imagen de un padre jugando con su hija, la madre esperando a un lado, tal vez no quería ensuciar el bello vestido que tenía, era extraño, incluso en hombre estaba usando  un pantalón de vestir doblado hasta la rodilla y  camisa blanca, el resto del conjunto estaban entre los brazos de la mujer.

Quiso llorar ante la escena, imagino como sería su vida si tan solo sus padres le hubieran dado la oportunidad de mostrar su valor pero no fue así, la unica gota de agua salada sobre su rostro fue quitada con su mano, tenía hambre, un bocadillo antes de seguí con su diversión no le vendría nada mal.

Había un lugar bonito, un restaurante elegante con  vista a la playa, entro en ese, pidió el especial y una copa de vino blanco. Cuando el mesero trajo su comida la boca se le volvió agua, tenía mucha hambre y que terminara tan rápido lo hizo más evidente. No quiso comer el postre estaba llena, pero lo pidió para llevar, quién sabía si más tarde se le daba por querer comer algo dulce.

Antes de continuar, tenía que  tener un traje de baño si quería nadar en la playa, no sería difícil encontrar una tienda donde los vendieran, un conjunto de dos piezas en naranja le llamo la atención y lo compro, la encargada guardo sus ropas y la peluca que no quiso llevar para evitar la fatiga de perderla o que tuviera que secarla si se mojaba demasiado, a pedido de Emma, pero le advirtió que si no llegaba antes de las 5, ya no podría venir hasta el día siguiente, agradeciendo salió de la tienda, cubriéndose con un kimono de gasa largo y floreado que también compro en la tienda.

Solo nadaria unas horas y volvería a casa. Se dirigió a una parte solitaria de la playa, ahí nadie la molestaría, pero que equivocada estaba, el llanto de un niño irrumpió en lo que sería su tranquilidad, en vez de seguí de largo he ingnorar lo se acercó a las rocas de dónde provenían, ahí como un armadillo envuelto encontró a una niña, con los risos  más rubios que había visto en Miami, no le sorprendería si le dijeran que esa pequeña niña podría ser la ercanación del sol, escruto su cara mojada por las lágrimas, la reconoció al instante era la pequeña que había ofrecido a su tío, la del aeropuerto en París, cómo había hecho para llegar de allí hasta aquí, no creo que de la misma manera que yo, a menos que tenga una gemela y sea la versión real de "Juego de gemelas"

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