CAPITULO 9

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— !Oh Marcus!¡Que bueno que despertaste! Hijo mío lo siento tanto — decía su madre muestras lo abrazaba, ella que se había negado a salir de su cuarto hasta que despertara nuevamente — lo siento, lo siento yo en verdad lo siento, hijo mío nunca me dejes sin ti ya no podría más.
— Basta señora Cronwhal, si la bala no me mato, usted lo hará con ese axficiante abrazo — sonrió con la respuesta de su hijo.
— Oh, está bien cariño — dijo a la vez que soltaba la cabeza de Marcus — Yo de verdad lo siento.
— Madre esto no fue tu culpa.
— Claro que lo fué, si yo no hubiera tratado de buscarlas, tu nunca...esto no... — las palabras se mezclaban en su boca una con otra — Mar...Marcus yo ya no las buscaré, tú eres mi hijo, tal vez ellas ya son muy felices con nuevos padres y yo solo les arruinaría sus vidas.
— Mamá, no, no hagas eso — no las quería ver de nuevo pero ella es su madre, no le había dado a luz pero todos estos años le dió mucho amor — Yo me porte muy mal contigo, eres su madre y tienes el derecho de saber cómo estan.
— Marcus — pronunció antes de atraparlo en otro abrazo demoledor. — ¡Auch!
— Perdón bebé.
— Tranquila ma, pero de verdad no te tires así que duele como el infierno.

Ambos se carcajearon, su madre más que él, a Marcus le costaba demasiado por qué dolía la herida, ya los analgésicos perdían efecto.
Su padre al poco rato estuvo con ellos, ella le contó emocionada la desición de su hijo a lo que respondió con una sonrisa infinita, para el también había sido doloroso el perder a sus tres hijas y que su hijo quisiera suicidarse por el daño emocional que ellas representaban para él.
Las horas pasaron y Marcus fue visitado por sus amigos, su tía y su tío, algunos de sus primos, pero aquella doctora no había vuelto, las enfermeras venían a aplicarle los medicamentos y durante las rondas, sólo se había acercado un doctor de color, alto y musculoso todo lo contrario a su encantadora doctora de piel blanca y ojos grandes, hasta los internos se daban cuenta de la desilusión en su rostro.

Y así los días pasaron ella nunca apareció, Marcus estaba confundido, aquella noche en el bar no se había portado tan renuente y tan seria como lo era con una bata puesta.

En un hospital no se podía simplemente dejar de lado o cambiar a un paciente salvó sea un familiar, pero Emilia movió cielo y un poco de tierra y consiguió que su colega Tom cambiará con ella, le costó una semana a cargo en urgencias pero no necesitaba meterse en problemas con pacientes acosadores, no era su costumbre hacer aquellos, pero mejor prevenir que lamentar.

— De verás que haveces ni yo te entiendo — exclamó la pelirroja desde el cubículo de enfermeras.
— ¿De que hablas Olivia? — Está joven enfermera la saca de quisio, no es mala en su trabajo pero sus múltiples romances con doctores, camilleros, enfermeros, los de radiología, hombres y mujeres sin discriminar complican la situación ya que hay varios que no saben superar que se volvieron un juego de una sola noche, tal vez ella debería estar molesta con aquellas pobres almas abandonadas, pero le molestaba más Olivia por meterse con todo el hospital.
—No se haga la que no sabe Doctora Shepard, es de lo que hablan todos las enfermeras — Emilia no entendió aquel comentario y solo sonrió.
— Llevo casi 40 horas en cirugía, y  entenderás que los rumores no son algo de mi interés — respondió manteniendo la sonrisa en su rostro.
— Discúlpeme doctora Shepard, no quise ser irrespetuosa.
— Pero lo fuiste — dijo mientras revisaba su tablet,dónde estaban todos los expedientes de sus pacientes — ¿Cómo está la paciente de la whipple?
— Continúa sedada — respondió a la vez que miro la hora en su celular — probablemente en 2 horas este despierta.

Sin agradecer o decir nada más se alejo de el cubículo, recorrió varios pasillos, hasta que encontró la sala de descanso de los titulares, especialmente diseñada para en descanso de los doctores. Había sido una larga jornada de trabajo, Emilia entro al baño se despojo de su bata y uniforme para remplazarlo por una cómoda falda negra hasta las rodillas, una camiseta blanca y sus preciosos tenis. Tomó su bolso y nuevamente entre los pasillos dirijio su vista a aquella habitación en dónde había estado aquel hombre, era raro ningún hombre se había clavado en sus pensamientos por tanto tiempo, pero mejor evitarlo porque Emilia detesta las cosas complicadas, blanco ,blanco y negro negro, no le gustaba los puntos medio algo así como el gris. Así había vivido toda su vida, nunca tubo el apollo de sus padres y su mamá nunca le reveló la identidad de ella incluso en su muerte.

Una copa, la haría sentirse mejor, era un extraño sentimiento de nostalgia que la invadió al recordar aquellos tiempos de su pasado, dónde nunca se divirtió por convertirse en la mejor, y logró pero se saltó varias etapas de su vida, perdió aquellos que llaman diversión. Ella era seria y así se mantendría, una copa no la haría desvariar, nunca ha probado más que una copa de vino talvez un tequila estaría bien para esta noche, pero aún así su desición fue interrumpida por el pensamiento de que talvez la detendrían por conducir en estado de ebriedad y su mente ganó en la lucha que se debatió por unos segundos y antes de siquiera pedir el trago salió de aquel bar.

El semáforo se puso en rojo y Emilia aprovecho el momento para buscar su celular en su bolsa, no recordaba dónde lo había puesto, pero en su bolsa no lo encontró, bueno no es que lo haya buscado tan bien por el sonido del impacto frente a ella la hizo voltear el rostro, para encontrarse con una escena tan conocida pero poco vivida. Frente a ella estaba un hombre sobre es asfalto de piso y por el carro frente a él y la moto destrozada a 5 metros de distancia era fácil reconocer la situación. Salió de su auto y corrió hacia aquel hombre que ya se veía rodeada por un montón de personas.

— Por favor apartence, soy doctora háganse a un lado — dijo muestras de acercaba a tomarle el pulso — llamen a emergencias, todavía está vivo.

El dueño del carro que solo decía que es atravezo perdía la paciencia pero decidió no decir nada, ya había una doctora y cuando ella pidió que llamarán a 911 nuevamente, reaccionó y tomó su teléfono para marcar rápidamente al servicio de emergencia. Emilia trato de evaluar el daño, y sin moverlo lo suficiente detecto lo que más temia, sus piernas estaban totalmentemen te destrozada, solo había y con suerte, mucha suerte este hombre no tendría un daño él la columna, lo bueno era que estaba conciente.

— !Cálmate! No te muevas por favor, soy doctora, la ambulancia ya está en camino — si él se movía y dañaba más su cuerpo del que ya estaba todo acabaría y su probabilidad de volver a caminar sería nula — Me llamo Emilia  ¿Puedes decirme tu nombre?
— Rick... Richard Deker.

Su voz sonaba como un susurro pero audible, pronto llegó la ambulancia.

— Soy doctora del Miami's Hospital, su nombre es Richard Deker, posible roptura de columna.
— Muchas gracias por su colaboración, lo llevaremos para allá ¿Viene con nosotros? — pregunto la paramédico.
— No, yo los sigo en mi auto.

Subió a su auto y antes de arrancar busco otra vez su celular, está vez si lo encontró y marco.
— ¿Hola? —
— Hola Patricia, ¿Estás en el hospital?
— Si, todavía estoy aquí pero mi turno acaba pronto.
— Están llevando a un hombre para allá, tiene daño severo en las piernas y es muy probable un daño en su columna.
— Ok, aquí lo veo, ¿Vienes?
— Si ya voy, creo que conozco a ese hombre.
—¿Qué? Sabes que no te puedo dejar operar si eres familiar o estás relacionada con él.
— No te preocupes, es amigo de uno mis pacientes.
— Ya veo, entonces te espero.

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