Para Esteban Martínez la vida nunca había sido condescendiente con él pero no se quejaba, tenía un rancho que desde adolescente había cuidado con mucho empeño y dedicación. Pero no todo era fácil en su vida y él lo sabía, sabía que no podía hacerle eso a la mujer que había prometido cuidar y amar frente al altar.
Idiota..
Él sabía que no debía menospreciar las cualidades de Mónica, después de todo ella era una mujer con estudios. Con una carrera ejercida ¿Y él? Solo un simple ranchero sureño, que había abandonado los estudios para hacerse cargo del rancho de su familia. Él siempre creyó que su esposa era la típica mujer sumisa, pero se equivocó... Vaya que se equivocó.
Pobre diablo...
El día que él le rompió el corazón ella se lo advirtió, ella desde siempre le dijo que no menospreciará sus cualidades. Pero Esteban no la creía capaz de hacer algo en su contra, pero había algo que él no tomaba en cuenta. Que sin saberlo él había asesinado a la antigua y sumisa Mónica, dejando libre a una mujer empoderada y capaz de hacerle la vida imposible. Advertencia que ella le había dicho al salir del juzgado aquél día.
Su padre se lo había dicho el día de su boda. Le había advertido que con el corazón de una chica como Mónica Torres Landa no podía jugar, porque la chica más dulce con el corazón roto era imparable buscando venganza.
Y vaya que tenía razón, Estaba seguro de que Mónica estaba preparada para volver el divorcio un infierno.