Capítulo 14

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Mónica...

No podía sacarme de la cabeza las palabras de mi padre. No me había dado cuenta que estaba actuando como una inmadura de dieciocho años que acababa de terminar con su novio hasta que él lo puso de aquella manera.

Al llegar a mi casa esa noche, observé todo lo que había hecho en esos meses. Básicamente todo era para vengarme de Esteban, no había una sola cosa que hubiera hecho pensando únicamente en mí. En todas partes podía ver mis deseos de verlo pagar, la ropa excesivamente ajustada, los tacones altos, el maquillaje sobre mi tocador, el perfume que usaba durante la universidad, la lencería que en su mayoría era incómoda. Incluso la casa. Todo lo había conseguido en medio de mi venganza contra él.

Creía haberlo dejado atrás, que sería solo parte de mi pasado y que al conseguir que él se arrepintiera podría terminar con todo, pero había estado en un error. Jamás iba a dejarlo ir de esa manera, él era el eje por donde mi vida giraba, incluso aún más que cuando estábamos casados. La diferencia era que ahora había puesto toda mi atención en él y antes la había puesto en algo que lo incluía, pero no era el principal.

Lucero tenía razón, necesitábamos hablar como adultos para poder continuar con nuestras vidas. La cuestión era que sabía que después de esa conversación todo sería real, el final de nuestra vida juntos sería esa charla y pocos entenderían el dolor que sentía al saber que algo en lo que había puesto tanto se estaba cayendo a pedazos. Ya no era solo la traición, ni mis secretos, era aceptar que no había nada que pudiéramos hacer para remediar el pasado, no había forma de recobrar la confianza y volver a ser quienes éramos.

Me quité la ropa que él me había prestado más temprano, entré a la ducha y finalmente me rompí, como había esperado hacerlo desde que él dijo que quería el divorcio, incluso desde antes, cuando había descubierto su engaño. Lloraba por lo perdido, por saber que no era solo el error de él, sino también el mío, lo aceptaba finalmente.

Madurar dolía.

Al salir de la ducha estaba intentando controlar lo que quedaba de mí, me era difícil pensar en qué pasaría al día siguiente, en qué pasaría dentro de un mes, cómo sería mi vida dentro de veinte años. Solo entonces noté que, aun después de su engaño, jamás lo había sacado de mis planes a futuro, él seguía siendo el esposo. el padre, el abuelo, el que me tomaría la mano por los siguientes cincuenta años. Y ahora era como tener que borrar su rostro de esos sueños.

La parte difícil no era el divorcio, ni llenar los papeles, mucho menos separar los bienes. Lo difícil venía cuando tenía que aceptar, superar y continuar.

La mañana siguiente aún no me sentía lista para llamarlo y pedirle vernos en un lugar neutral donde pudiéramos hablar, así que llamé a Lucero para vernos. Habíamos dejado una conversación pendiente y, ciertamente, no quería ver a nadie más en ese momento.

Mi padre trabajaría ese día así que estaríamos solas y podríamos hablar tranquilas, tenía bastante curiosidad sobre los secretos que tenía guardados Maritza, me puse algo cómodo y salí de la casa.

Una vez estuvimos sentadas en la sala, con un poco de café para cada una, comencé a preguntar sobre lo que realmente quería saber.

-¿Me contarás sus secretos?.—Pregunté, ella me miró y sonrió a medias por mi interés.

-Algunos los guardaré, porque ella así me pidió que lo hiciera, pero puedo contarte algunas cosas que sé.—Murmuró y tomó algo de su café. Me interesaban los secretos de Maritza, esos que no podía contar. pero sabía que Lucero no contaría absolutamente nada, en especial si la madre de Esteban había sido tan cercana a ella.

Entre Pasión y TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora