Capítulo 1

9K 426 123
                                    

Esteban...

Podía hacer una lista de todas las cosas que me volvían loco de la mujer que dormía a mi lado.

Esas cosas que mientras más pasaba el tiempo, más me estresaban. Cosas que no podía entender cómo no había notado antes.

Miraba fijamente su rostro y podía ver unas cuantas pecas en sus mejillas, apenas notorias pero estaban ahí. Su rostro podría ser perfecto sin ellas, bueno quizás también cambiaría sus labios, desearía que fueran un poco más grandes.

Después estaba su cabello, siempre castaño y largo. ¿Por qué odiaba la idea de cambiar de estilo? Quizás así no sentiría que moría de aburrimiento cada día a su lado.

Su cuerpo en general era completamente imperfecto.

No era muy alta, sin tacones llegaba debajo de mis hombros, a la altura de mi pecho; lo que era frustrante cuando quería besarla y en otras cosas más íntimas también.

Sus pechos no eran muy grandes y ni siquiera se esforzaba para hacerlos lucir, aunque sea con un escote o lencería sexy.

Tenía hoyuelos en la espalda, aunque no podía verlos ahora, sabía que estaban ahí.

Su cuerpo parecía haberse quedado a mitad de la pubertad y jamás habían salido las curvas de una mujer, al menos no por completo.

Pero sus defectos no eran solo físicos, también estaba su personalidad. Tenía esa timidez que me alteraba los nervios, no podía ser un poco atrevida, porque sus mejillas se teñían de un rojo intenso. Era indecisa hasta por la más mínima cosa, incluso mordía su labio inferior para hacerlo notar aún más. Era demasiado dulce, parecía que no tenía carácter y eso con el tiempo aburría.

Necesitaba mi presencia en casi cada momento de su día, desayuno, comida y cena, siempre me quería ahí. Por las noches buscaba que la abrazara, así el día fuera el más caluroso en el año, ella se enredaría a mi cuerpo en medio de la noche. Además solía aparecer en el rancho, buscándome en las caballerizas o establos, con pretextos tan estúpidos como que solo quería un beso.

Mi padre solía decir que un matrimonio tenía buenos y malos momentos, pero no había mencionado que el matrimonio podía tornarse aburrido, incluso molesto. Quizás porque él jamás había durado mucho en un matrimonio, su récord eran tres años, con mi madre. Justo antes de que yo naciera se divorciaron.

En cambio, yo tenía cinco años durmiendo al lado de la misma mujer. Ocho si contaba los años de noviazgo Y ya no había nada.

Había comenzado los papeles de divorcio dos meses atrás cuando una preciosa mujer de ciudad se metió en mi cabeza y se negó a salir. La había conocido en una feria de ganado, Ella no era una presencia normal en esos lugares, pero nos habíamos cruzado en el mismo hotel en varias ocasiones. Era una rubia de largas piernas y labios rojos, que estaba decidida a conquistarme y llevarme a la cama, cosa de la que no me quejaba e incluso fuí partícipe.

Terminamos enredados entre las sábanas de mi habitación y una noche se convirtió en una semana. Lo que sería una aventura de una vez, continuó por los siguientes meses. Usaba otros compromisos como excusa para salir del pueblo y encontrarme en la ciudad con ella.

Mónica no tenía ni la menor idea de que llevaba meses durmiendo con otra mujer, pensando en otra y entregándome a alguien más.

Entre Pasión y TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora