Mónica...
Habían paso dos semanas más desde aquel día, el juez nos había entregado los papeles de la división de bienes. la casa que había pertenecido en algún momento a la madre de Esteban ahora era mía, debía admitir que me había costado mucho no decirle que se la quedara, pues sabía que ese lugar era casi sagrado para él, pero no quería mostrarme débil ante él. no podía mostrar que una parte de mí aún se preocupaba por él.
También una parte del Rancho Martínez ahora era mía, pero en ese caso tendríamos que ser socios o algo así, pues todo el rancho no se podía dividir por mitad y seguir funcionando igual, incluso sería una mala inversión para ambos.
Pero eso lo hablaría con él en unos días, ahora intentaba poner todo lo de mi nuevo empleo en forma, estaba revisando algunos casos con ayuda de Damián el esposo de Gabriela, ella y Armando, quería estar al tanto de todo, para no cometer un error más adelante.
Iniciaría trabajando junto a Armando, él me pondría al corriente en los cambios de los últimos 4 años, y después podría comenzar a trabajar sola, atender casos y tener tratos con clientes sola.
También había ido a revisar la casa en la que ahora viviría, la hermosa casa de la madre de Esteban, Maritza Durán. Estaba en el centro del pueblo, era muy grande para mí sola pero aun así no le veía el caso a rentar un apartamento teniendo aquella hermosa casa.
Estaba algo sucia y no solo era polvo, eran muebles viejos, puertas algo dañadas, al igual que las paredes y algunas habitaciones necesitaban ayuda urgente.
Así que contraté un servicio que me ayudaría a sacar los muebles, los que aún sirvieran o fuera posible arreglarlos serían donados a un orfanato, el resto iría a la basura, yo tenía que estar ahí pues no quería que tirarán algo importante, como fotos de Maritza o de la familia Martínez Durán.
Gabriela se ofreció a ayudarme y así terminamos las dos en la casa con aspecto abandonado, el servició había llegado y comenzaban a sacar los muebles más grandes, mientras yo comenzaba a revisar las gavetas y estantes de las habitaciones, buscando que no hubiera nada.
Gabriela estaba en el closet revisando la ropa que aun quedaba ahí, salía cada cierto tiempo con vestidos que según ella eran una belleza y no podía permitir fueran a parar a la basura.
Así que los apartó y prometió darles vida de nuevo.
Por mi parte había encontrado solo algunas fotos de Maritza y Ernesto en lo que parecía su boda, se veían muy enamorados, lo triste era que ellos también habían terminado divorciados, cuando Esteban tenía un año se habían separado y por eso Maritza vivía ahí, junto a su pequeño, mientras Ernesto se había quedado en el Rancho.
Cuando Esteban era un niño su madre enfermo y cayó en cama, estaba por cumplir 7 años su madre murió, y él volvió a vivir con Ernesto y sus esposas que cambiaban cada año.
Guardé las fotos en un sobre amarillo, que había llevado exactamente para eso, finalmente en los cajones al lado de la cama encontré un montón de fotos de un niño castaño con dulce sonrisa y ojos miel, abrazando a su madre con fuerza.
Había más de 10 fotos de Esteban siendo solo un pequeño, él solía decir que no tenía fotos de su infancia, y ahora entendía porque, todas se habían quedado en esa casa, como detenidas en el tiempo.