Aceptando la boda

5.7K 459 48
                                    

Me giré en la cama y por inercia arrugué el entrecejo, como era posible que Gulf durmiera plácidamente, mientras yo no podía pegar ojo, había perdido la cuenta de cuantos suspiros de frustración había soltado, desde que a mi querido novio se le había ocurrido esposarme a la cama para torturarme.

Por que cada gemido, convulsión, movimiento de caderas y espasmos que había sentido el menor, fue una tortura para mí, debido a que, no habían sido mis dedos, ni mi boca, ni miembro, quien lo había provocado.

Quizás para cualquier otra persona, el espectáculo entregado por mi pareja habría sido placentero, no obstante, a mí me lleno de molestia e impotencia.

Odiaba que hubiera metido dentro de su cuerpo, un objeto plástico para darse placer, cuando mi miembro estaba listo y dispuesto a hacerlo, más aún cuando su interior era mío, era mi lugar perfecto y preferido, no el de un maldito juguete sexual.

Detesté cada segundo, de la noche que Gulf me hizo vivir, en especial por que sentía, casi como si el moreno, estuviera teniendo sexo con otra persona delante de mí, dejándome literalmente atado de manos sin poder hacer nada.

Hubiera preferido mil veces, sufrir el dolor de no poder venirme, antes que ver el cuerpo de mi novio, temblar de placer frente a mí, sin haber podido acariciar su tersa piel, besar sus brazos, labios y llenar de mi esencia su interior.

Cuando finalmente terminó mi tortura, entendí la razón de mi castigo, era obvio que Gulf estaba frustrado cuando no me lo follé en el bar, pero jamás rebajaría a mi bebé, a tener que hacerlo en un baño público, él se merecía lo mejor, estar cómodo y bien atendido, no un rapidito entre cuatro paredes angostas y sucias.

El que me hubiese puesto a conversar con Art, fue la gota que rebasó el vaso, mi moreno se sintió desatendido, pese a que yo en ningún momento dejé de tocarlo mientras conversábamos, no obstante, no debí haber extendido mi charla con Art más de la cuenta.

Estuve tentado a abrir el cajón y tirar esa maldita caja del demonio por la ventana y así olvidarme de ese maldito intruso, que hizo sentir a mi pareja tan bien hace unas horas, pero sabía que si lo hacía, Gulf se enojaría, y no quería recibir otro castigo del menor.

-Nunca pensé, que me convertiría en un hombre, que le teme a su esposa, dije acariciando los negros cabellos del amor de mi vida -Tampoco pensé, que podías ser tan cruel.

Finalmente pensando en todo eso, me quedé dormido, mientras veía el rostro apacible de mi moreno.

Desperté por el movimiento de unos brazos que me removían, abrí los ojos un poco desorientado, cuando vi a Zee con una gran sonrisa, terminé de despertar.

- ¿Qué haces en mi cama Zee?, dije refregando mis ojos, dándome cuenta que el moreno no estaba aquí.

-Vine a hacerte una invitación, dijo estirándose -Quiero llevar a Saint a conocer a mis padres, obviamente debes venir con nosotros.

Con una sonrisa recordé, a los dulces padres de Saint, no me parecía mala idea ir hasta su casa, ya que, vivían en una hermosa isla paradisíaca - ¿Cuándo quieres viajar?

-Mañana, ya reservé los cuatro boletos de avión, dijo mostrándome el teléfono con la reserva -Nos iríamos por una semana, para que el viaje valga la pena, lo único malo es que tendríamos que faltar tres días a clases.

- ¿No puedes esperar, hasta las vacaciones?, dije tentado a aceptar la idea y descansar.

- ¿Tú esperarías en mi lugar?, dijo golpeando mi hombro -Vamos hermano, son sólo tres días, no es como que pierdas la carrera por eso.

El amor todo lo curaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora