Angustia previa a la separación

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Hoy era nuestro ultimo día en nuestra luna de miel y no tenía ganas de volver a la realidad, del trabajo y la rutina, tener a Gulf para mí, 24 horas al día, había sido lo más placentero y maravilloso del mundo.

Habíamos decidido arrendar una cabaña frente al mar y no ir a un hotel, así que teníamos una vista privilegiada de este hermoso y paradisíaco lugar, aunque siendo honesto, los primeros 3 días, no salimos de la casa.

Con una sonrisa recorrí el lugar y grabé en mi mente cada rincón y espacio en donde le hice el amor a mi marido, agradecía enormemente mi energía, ya que, mi necesidad por el menor era tan grande, que amenazaba con matarme en cualquier momento, si no la saciaba.

Llegué a la cocina y vi a Gulf preparar la cena, tenía un short de baño y una musculosa que dejaba ver demasiada piel ya que era de esas que tenían las mangas tan abiertas, que dejaba a la vista las caderas y cintura de quien las usara.

Sin hacer ruido me acerqué hasta su espalda y lo abracé, oliendo el dulce aroma que su cuello desprendía -Huele fabuloso bebé.

Inconscientemente el cuerpo del menor tembló en mis manos, haciendo que sonriera por su reacción, era casi imposible pensar que este era la misma persona, que no dejaba que ningún hombre lo tocara - ¿La comida o yo?, dijo afirmando su peso en mi cuerpo.

-Tú amor, dije metiendo mi mano por las aberturas de su polera y acariciando su vientre desnudo, de pronto el sonido de mi estomago gruñendo por comida nos hizo reír, no me había dado cuenta de que tenía hambre -Estoy hambriento bebé.

-No me parece extraño que sea así Mew, no has comido lo suficiente estos días, dijo este apagando la olla y girándose – Pero seguías insistiendo en que podías vivir solo de besos y caricias.

-Y puedo, dije besando sus mejillas -No es mi culpa que tu seas mi plato favorito.

-Ve a sentarte, dijo el moviendo su cabeza divertido -La comida esta lista.

A los minutos había dos platos de pasta, con salsa blanca servidos frente a nosotros, cuando di el primer bocado cerré los ojos con placer -Amor tu cocina es la mejor, dije alabando su talento culinario.

-Has adelgazado estos días acá, dijo el sirviéndome un poco de vino -Tu madre creerá, que te estoy dejando morir de inanición.

En silencio seguí devorando la comida, estaba tan sabroso que incluso repetí el plato, cuando estábamos pronto a terminar de comer, sonó el teléfono de Gulf, este aceptó la videollamada, cuando se dio cuenta que era Saint.

Una sonrisa maravillosa adornó el rostro de mi marido, cuando vio a su amigo, el moreno se puso de pie y sentó sobre mis piernas, para que pudiéramos ver a la pareja que estaba sentada con Chopper entremedio de ellos.

-Mi pequeño Chopper, dijo Gulf hablándole al perrito, que, al vernos, por la cámara saltaba de un lugar a otro -No saltes, te puedes lastimar.

-Sentado Chopper, dije haciendo que me hiciera caso enseguida, con una sonrisa vi a Gulf mirarme.

-Nunca entendí, como logras que te haga caso de inmediato, dijo achicando sus ojos en son de acusación -A mi me ignora olímpicamente, cuando le doy órdenes.

-Amor las cosas siempre son así, los padres ponemos orden, dije tocando su nariz -Y las madres consienten.

-En mi caso, mi padre era el consentidor, dijo besando mi mejilla -No creas que seré una esposa sumisa y dócil Mew.

El amor todo lo curaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora