¿Cambio?

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La Sociedad de Almas es el lugar en el que he vivido siempre. Este es mi mundo. ¿O no?

Soy del Clan Katsumi.

Muchos piensan que pertenecer al Clan Noble más importante del Seireitei es una extraordinaria suerte; en parte, diría que eso es cierto. Contamos con innumerables riquezas,  una preciosa mansión ancestral y grandes poderes espirituales. Todo iría bien para mí, si no estuviera tan sola. Soy la única descendiente que resta del poderoso Clan Katsumi tras la muerte de mi querido abuelo. Tengo amigos, pero todo lo que amo siempre terminaba por desvanecerse en el olvido. Estaba a punto de comprobarlo una vez más. Sin embargo, aún creía en la justicia de la Sociedad de Almas.

Al menos, hasta ese día.

Escuché los pasos acercándose a la puerta cerrada de mi despacho. Por su reiatsu, supuse de inmediato que se trataba de Leiko-san, mi más leal servidor y quien había sido el brazo derecho de mi abuelo mientras este vivió.

---Discúlpeme, Amaya-sama ---Al oír su voz, confirmé que se trataba de él---. Traigo noticias para usted.

---Adelante, por favor, Leiko-san ---concedí, sin apartar la vista de los papeles oficiales que debía firmar y acuñar como parte de mi labor administrativa al frente del Clan.

La puerta se descorrió y alcé la mirada al escuchar el sonido para ver a Leiko-san postrado de rodillas ante ella. No me gustaba que se humillara frente a mí y se lo había hecho saber en un millar de ocasiones, pero el muy testarudo insistía en mantener las formalidades a toda costa.

---No necesitas hacer eso ---le recordé por enésima ocasión, dedicándole una sonrisa---. ¿Qué noticias me traes?

---¡Sí, señora! ---exclamó, poniéndose de pie y asumiendo una postura casi militar---. ¡He venido a comunicarle que Kuchiki Byakuya-sama y el teniente Abarai Renji-san han regresado del mundo humano con Kuchiki Rukia-sama!

Al instante, me olvidé del montón de papeles y me puse de pie, disponiéndome a salir. Sentí mis labios distendiéndose en una gran sonrisa de felicidad. Rukia-chan era la mejor amiga que yo había tenido jamás; me apoyaba en todo y actuaba como un soporte emocional cuando mis responsabilidades me agobiaban tanto, que creía que podría desmoronarme. En esos dos meses, en los que había estado asignada en el mundo humano, me había hecho mucha falta. Me emocionaba volverla a ver.

---¿Están en casa ahora, Leiko-san? ---pregunté alegre---. ¡Iré a ver a Rukia-chan de inmediato!

---E... Espere un momento, señora ---titubeó, lo noté algo nervioso---. Kuchiki Rukia-sama no se encuentra en la mansión Kuchiki.

---¿Dónde, entonces?

---Está... en la celda del Sexto Escuadrón.

La noticia me cayó como un balde de agua fría. Me quedé congelada en el lugar, con las pupilas ardiéndome de lo dilatadas que estaban por la sorpresa. ¿Cómo era posible?

---¡¿Cómo?! ¡¿Por qué?! ---cuestioné aturdida.

---Kuchiki Byakuya-sama y su teniente Abarai Renji-san fueron al mundo humano para arrestar a Kuchiki Rukia-sama, por excederse en el tiempo que le era permitido estar allí y por...

---¿Y por? ---presioné para que continuara.

---Por darle sus poderes a un humano ---concluyó con pesar mi servidor.

Ese era un delito grave y yo lo sabía de sobras. Me estaba costando procesar todo lo que estaba sucediendo. No esperé más; ese mismo día, obtuve un permiso para visitar a Rukia-chan en su celda. Cuando llegué a ese sitio, ella estaba sentada en una silla de espaldas a la reja. Su postura mostraba un derrotismo tan profundo, que sentí deseos de llorar.

Melodía salvaje, lluvia nocturna [Bleach- Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora