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Julio de 2018.

Mavi

—Está todo listo, Mav—informó Coti terminando de conectar la computadora.

—El mate también está listo, Mavita—Mirtha me pasó el mate mientras nos sentábamos en el sillón.

Constanza movía unas últimas cosas para que todo estuviera bien para la "ciberreunión", como lo llamaba Mirtha. Y una vez que terminó, apretó el botón de llamar.

—Buenas, ¿todo bien?—saludó Ludmila, que a la vez se la veía en la computadora.

—Hola linda. Me llamo Mirtha, un gusto—la mayor se acercó a la pantalla, mientras saludaba con la mano.

—Mir, también la ve de lejos. Siéntese bien—hablé riendo y ayudándola a sentarse como corresponde.

—Bueno, yo no se usar estas cosas—se excusó girando los ojos.

—Bueno, dale Mav. Contá—recordó el motivo de la llamada, mi amiga que nos hablaba por Skype.

Básicamente este llamado era para que, Luli mi amiga de Gesell, Coti, mi amiga del estudio y Mirtha, mi querida vecina chismosa, se enterarán a la par lo que nos había pasado, a Valentín y a mí, el pasado fin de semana.

Las tres esperaban expectantes a que cuente todo. Les había dicho muy por encima que habían pasado miles de cosas, sentimiento y pensamientos, que debía contarles. Estaban ansiosas, sin embargo, Mirtha se llevaba el primer puesto ya que había estado todos estos días insistiéndome para que al menos le diera una pista. Pero no lo logró.

—Bueno...—sonreí algo colorado por lo que estaba apunto de decir—Valentín, me dio beso—confesé con nervios como si fuera una adolescente. Las tres me miraron sorprendidas.

Coti saltó arriba mío y me abrazó.

¡Ay sí, yo sabía!—gritó encima mío—¡Yo sabía que se tenían unas re ganas, no lo puedo creer!—besaba toda mi cara con emoción.

Mirtha me miraba con los ojos bien abiertos. Parecía sin palabras, pero hizo el esfuerzo de querer decirle algo lindo.

—Mira... soy una señora honesta y decirte que no me pongo contenta por vos, sería una mentira. Se lo querés al raperito, pero también te tengo que decir que ese pibe es un irreparable. Vos sabrás donde te metés—aconsejó y luego se acercó a apretarme los cachetes—Y avisale que te hace mal y es pollo con las viejas del consorcio—sonrió pícara.

—Yo sé que lo quiere en el fondo—le guiñé un ojo.

—Ponele...—a ella le costaba aceptarlo. Cuando volteé a mirar a la pantalla de mi computadora y Luli tenía una gran sonrisa en el rostro.

—¡No sabés las ganas de ir y abrazarte que tengo!—dijo cuando vio que le prestaba atención—¡Qué lindos!—le había hablado un montón de él, ella estaba al tanto de casi todo lo que sentía. Siempre lo había estado, como cuando éramos adolescentes e inseparables.

Les comenté bien como fue el momento. Les hablé de aquel primer pico y de cuándo él creyó que yo me había ido con otro. No llegué a hablarles de quién ya que Mirtha me interrumpió.

—¿Te das cuenta de que es un pavote?—resopló—Estás hace como dos meses con: "Que el raperito esto..., que el raperito lo otro..." y se hace la cabeza por cualquier pavada—había agudizado la voz para imitarme—No le sale pensar ni un poquito—renegó.

—Bueno, pero yo lo supe entender. Desde su punto de vista seguro se vio raro—lo justifiqué.

—No lo excuses—me detuvo mi vecina—Acepta que te gusta un pavo—pidió nada más. Mordí mi labio inferior viendo cómo no bajaría la contraria.

•𝓐𝓻𝓻𝓲𝓫𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓮𝓼𝓬𝓮𝓷𝓪𝓻𝓲𝓸𝓼 • Wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora