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Octubre de 2018.

Mavi

—Te amo—decía constantemente—Mucho—aclaraba sobre mis labios—Soy feliz, muy feliz—me reía de lo exagerado que era.

—Yo también soy todo lo que dijiste—me sonrió y me besó más fuerte—Valen, amor, hay que bajar—interrumpí sus besos para avisar que hacía más de cuarenta minutos estábamos hablando y nadie tenía noticias de nosotros.

—No, ¿Por qué?—me atrajo a él y me abrazó nuevamente—Me quiero quedar acá, con vos, sin nada que se pueda arruinar, sin nadie que nos pueda molestar, sin nada que nos pueda lastimar. Mavi estamos bien acá, ¿Y si no bajamos más?—propuso seguro de sus planes.

—Ay mi amor, sos hermoso—irradiaba ternura con sus ideas—No nos va a pasar nada, no voy a dejar que nos pase nada—aseguré pudiendo sentir esa preocupación que él sentía—No quiero que te preocupes ¿si?, seguro te estresarte todo el día preparando esto—lo besé dulcemente y lo tomé de las manos para bajar.

—¿Se puede decir que preparé algo?—se rió solo.

—Bueno pero terminó bien—animé.

—Mejor que nunca—me tomó de la cintura para volver a pegar nuestros labios—Para...—hizo una pausa para pensar algo—Mav, vos tenes la bota—abrió los ojos y yo giré los míos sabiendo lo que se venía—¡Y yo te hice caminar todo el día!—no dejó ni que emitiera sonido que ya me había alzado—Soy el peor novio—dijo apenado.

"Mi novio", el era mi novio.

El estómago me explotaba en sensaciones y en el corazón sentía un calorcito que podía definir con la palabra paz.

Con Valentín oficialmente éramos novios después de estos meses de sentimientos inexplicables que ahora definiamos como amor.

Yo lo amo. Amo todo de él, sus chamuyos baratos, sus manías, sus sueños, sus miedos, sus muestras de amor por sobre todo, sus charlas infinitas, su bocho impresionante, todo. Lo amo entero.

El seguía insultandose por haberme hecho caminar todo el día, y yo me mordía el labio inferior esperando a que deje de balbucear mientras bajaba las escaleras conmigo en sus brazos.

Aproveché y me aferré a su cuello pudiendo oler su rico aroma natural, que era la mezcla entre un perfume masculino y porro, que juntos lograban un perfume embriagador y rico al oler.

—Mav, me haces cosquillas—río por lo bajo llegando al noveno piso y dirigiéndose a la siguiente bajada.

—¿Cuando te los hiciste?—pregunté separandome de su cuello.

—¿Que cosa?—

—El piercing y el arito—aclaré.

—A los 14, ¿Vos?—cuestionó refiriéndose a mi oreja izquierda que contaba con 4 aritos y a la derecha que tenía 6 perforaciones.

—Entre los 14 y 16, son varios. También quise hacerme el del ombligo pero me arrepentí cuando se lo empezaron a hacer todos—expliqué.

—¿El del pupo?—me reí por su pregunta—¿De que te reís tonta?—

—No uses la palabra pupo, me da mucha gracia—el paró de caminar para darme repetidos besitos en el cachete haciéndome reír más.

—La palabra pupo es épica—opinó deteniendo sus besos.

—Si vos decís—me rendí apoyando mis pies sobre el piso para después abrir con mi llave la puerta de mi depto.

Ambos cambiamos las caras cuando vimos a todos mirándonos expectantes pero con pena.

•𝓐𝓻𝓻𝓲𝓫𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓮𝓼𝓬𝓮𝓷𝓪𝓻𝓲𝓸𝓼 • Wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora