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Octubre de 2018.

Mavi

El sol de las 05:30 de la madrugada comenzaba a traspasar las persianas mal puestas de mi habitación. Yo seguía con mis caricias eternas en la cabeza de mi novio, que descansaba tranquilamente sobre mi pecho y entre mis piernas.

No había logrado conciliar el sueño luego del largo y alborotado día que había tenido.

Simplemente me dediqué toda la madrugada a pensar sobre todo. La propuesta de parte de Diego, la charla de la tarde con Rafael y la plática que tuve con mi mamá hace unas horas.

Flashback, 03:12 am.

Tuve que esperar a que Valen logre dormirse para salir a buscar un vaso de agua. Me costó que lo hiciera, ya que estaba bastante angustiado y no paraba de maquinar cosas. Tuve que acariciarlo durante 40 minutos para luego poder sentir la clara referencia de que había caído en sueño por su respiración calmada. Salir de su agarre también fue un problema, se había aferrado a mi cintura como un niño asustado que no pensaba soltarme por nada del mundo. Eso le pasaba cuando estaba preocupado, con miedo. No me gustaba que sintiera eso.

Una vez logré todo lo anterior, salí del cuarto maldiciendo por millonésima vez el piso de cerámica helado que debía pisar para llegar a la cocina, donde también estaba la maldita cerámica helada.

—Mav—volteé a ver a mi mamá cuando me llamó y yo estaba de espaldas.

—Hola—saludé desganada.

—¿Cómo estás amor?—se acercó a mi.

—No sé, me siento rara ma—informé sentándome en la mesada.

—Cuando eras un piojito también solías sentirte rara—igualó mi acción recordando esos detalles de mi infancia.

—No sé que hacer ma, no sé que sentir al respecto de todo esto. Aparece la nube de padre que nunca vi, con mi supuesto hermano, a decirme que tengo que llevarlo a CABA conmigo, cuando ni yo lo conozco, ni él me conoce a mi. Y no tengo muchas opciones, es decir si o no. ¿Cómo mierda tengo que reaccionar?—mientras hablaba, mi mamá se dedicaba a acariciarme y calmarme.

—Yo sé que esto es medio una locura y que nadie sabría como hay que reaccionar, pero hay que tomar una decisión lo antes posible. Rafa es chico, tiene 17 años. Y yo te juro, Mavi, que tal vez, sí, lo crió Diego, para vos el ser más despreciable que pisa la tierra. Pero conoces a Rafa y pensás que la última persona que lo pudo haber criado es Diego. Rafa supo sacar lo mejor de eso. Es un amor y es tan fácil encariñarse con él, como lo es con vos. Son tan parecidos y ahora hablo de los tres. Tienen los mismos ojos, el mismo reflejo de jugar con las manos cuando están nerviosos, son despistados pero a la vez observadores de absolutamente todo y para mi, su mejor cualidad, se hacen querer tan fácil, tan rápido. Que simplemente no pueden hacer que no los quieran. A veces, pienso que sos muy parecida a tu papá, hablo de las cosas que hicieron que me enamore de él. Vos podes creer que Diego es una mierda, como yo lo llegué a creer, pero esas acciones que vos tenes, que son tan simples y naturales en vos que a mí me hacen feliz, son las mismas que él tuvo conmigo y las mismas que hicieron que yo me enamore. Hablo con Valen y me doy cuenta de que se enamoró de lo mismo que yo. De esas acciones, de ese reflejo, de esos ojos, del ser único que sos. Lo entiendo perfectamente—hablaba con felicidad en su tono de vos—Y si hablo de Diego también tengo que hablar de mi. Hija, yo no te voy a mentir, cuando quedé embarazada de vos creí que eras un error, que eras eso que me iba a cagar la "deseada juventud" que había esperado toda mi vida. Y cualquiera que hubiese tenido mi edad habría creído eso, era una nena, tenía 18. Estoy segura de que tu papá pensó igual, solo que él no estaba ligado a vos por un cordón umbilical. Pero gracias a ese cordón umbilical, que maldecí más de cien veces en esos nueve meses, cuando te vi por primera vez, cuando vi tus ojitos, tu naricita, tu manitos y todo tu cuerpito chiquito y delicado, me di cuenta de que vos necesitabas a alguien que te cuide, que te dé amor, que no deje que nadie te lastime. Me di cuenta de que necesitabas una mamá. Y yo podría haber dicho que yo no era la indicada, que era chica, que no quería, que fuiste un error. Pero no, sentí todo lo contrario. Sentí que yo era la única que podía hacer todo eso, sentí que yo era la única que podía ser tu mamá y que yo era la responsable de que seas feliz. Y eso me dispuse a hacer, que seas feliz por más mierda que yo tenga que pasar. Espero que lo seas y que lo hayas sido siempre. Hija, te amo con todo mi corazón, y ahora estoy sintiendo que sos, otra vez, esa chiquita que necesita que la cuiden y le den amor. Ahora esa tarea la comparto con Valen, lo cual no me encanta, pero a vos te hace bien y lo acepto—me dio una sonrisita pícara y me pinchó la cintura haciendo que me retuerza por las cosquillas. Eso me lo hacía desde que era chiquita.

•𝓐𝓻𝓻𝓲𝓫𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓮𝓼𝓬𝓮𝓷𝓪𝓻𝓲𝓸𝓼 • Wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora